El asesinato del candidato priista al Gobierno de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, advierte al mundo la terrorífica situación que padece México. Este homicidio no fue cometido por el Gobierno Federal, pero sí es responsable del estado de inseguridad, confrontación y guerra verbal electoral, incluido el espionaje telefónico y otras artimañas.
En prevención de males mayores, el Congreso de la Unión debiera determinar cuanto deba hacerse, incluso exigir explicaciones al presidente Felipe Calderón sobre los momentos de horror padecidos por la nación.
Esto no puede quedar en las "sentidas condolencias", en la acostumbrada condena y repudio a los criminales para concluir con los toques militares luctuosos, a los cuales es acostumbrada la población.
La cifra de muertos debido al narcotráfico se ha elevado a 25 mil en el sexenio y es mencionada como dato estadístico, sin otorgar importancia a tan dolorosa catástrofe nacional.
De 46 años de edad, Rodolfo Torre era originario de Ciudad Victoria, Tamaulipas, médico cirujano, casado con Laura Gabriela de la Garza, con quien procreó tres hijos. En las encuestas para la gubernatura sumaba 61% de las preferencias, contra 30% del panista José Julián Sacramento.
Obvio, los comicios tamaulipecos del próximo domingo serán suspendidos debido a la ausencia del candidato del PRI y porque la gente de esa entidad está aterrorizada. Circuló la versión que las oficinas públicas serían tiroteadas. ¿Cuántos quieren asistir a las urnas?
El secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, anunció lo de cajón: Que el Gobierno Federal hacía llegar sus condolencias y solidaridad a la sociedad tamaulipeca, a los priistas y familias de los deudos. Ofreció colaboración hasta dar con los responsables de "estos execrables actos".
Un día de éstos va a atraer el caso la PGR y en eso quedará todo, pese a lo dicho por Gómez Mont de no permitir actos que atentan contra la paz. El viernes pasado dijo a comisionados de derechos humanos "no ser tontos útiles de la delincuencia". Ya le responden quiénes son los tontos.
Con el doctor Torre murió el diputado local Enrique Blackmore, su secretario particular Alejandro Martínez y cuatro escoltas. Fueron rafagueadas las camionetas donde viajaban a Soto La Marina.
En estas condiciones de terror van a ser realizadas elecciones en otros 11 entidades, el próximo domingo. Las encuestas advierten que el PRI ganará la mayoría de gobiernos estatales, lo cual enardece a quienes maquinaron las alianzas del PAN con el decaído PRD.
Entre furiosas disputas se recurrió al espionaje telefónico, a fin de romper algunos procesos electorales y proponer su anulación en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), adicto al partido en el poder.
Preocupan las impugnaciones, debido a la desconfianza generada por magistrados del TEPJF tras declarar válidas las elecciones de 2006, pese a que reconocieron la intervención abierta del presidente Vicente Fox en esa contienda, hasta un mes antes de aquellos comicios.
En alrededor de 50 páginas, el TEPJF ignoró también la intervención empresarial en aquel proceso y sus argumentos recibieron calificativos de pedestres y falsos.
La Ciudad de México adoptó un silencio sepulcral, la tarde dominical pasada. Otra vez la frustración, como ha sucedido en 80 años. Fueron engañados quienes creen en ese balompié obsoleto y mercantilista. A las nuevas generaciones, a los niños de seis a quince años les fue infligida la decepción que nunca se olvida.
La imagen del Vasco Aguirre quedó hecha pedazos. Vía Internet se le preguntó cuál es su liga con el inútil Guille Franco, o si la Femexfut le ordenó incluirlo en cuatro partidos. ¿Por qué el fantasma apodado "El Bofo"?
Establecieron récord mundial las leperadas, peores que los recordatorios maternales, dirigidas a Aguirre y al Guille a través de Twitter y Facebook.
La terquedad del Vasco es comparada a la del Gobierno calderonista, plagado de Guilles y Bofos, ególatras e inútiles.
Comentarios: enlalinea@hotmail.com y felixfuentes@prodigy.net.mx
