Terror. Un grupo de personas se reúne junto a cuerpos de víctimas a las afueras de la mezquita de Jameh, en Zahedan (Irán). EFE
Un grupo insurgente suní se atribuyó dos atentados suicidas contra una mezquita chií en el sudeste de Irán para vengar la ejecución de su líder, mientras las autoridades iraníes confirmaron ayer que la cifra de muertos ascendía a 27, entre ellos algunos miembros de la Guardia Revolucionaria.
Fue el ataque más cruento del grupo Jundalá, que ha lanzado varios ataques mortíferos contra la Guardia, la fuerza militar más poderosa del país, incluso un ataque suicida en octubre que dejó más de 40 muertos. Fue un indicio de que el grupo sigue siendo capaz de lanzar ataques devastadores pese a que Irán ahorcó a su líder Abdulmalik Rigi y a su hermano este año. Los feligreses chiíes asistían a ceremonias para conmemorar el natalicio del nieto del profeta Mahoma, Hussein, cuando estalló la primera bomba frente a la mezquita en la capital provincial Zahedan. El atacante estaba vestido de mujer, dijo el legislador local Hossein Ali Shahriari a la agencia noticiosa ISNA. Un clérigo leía pasajes del Corán frente a las hileras de fieles sentados sobre el piso con las piernas cruzadas cuando el edificio se conmovió por la explosión y se oyeron gritos desde el exterior, según imágenes tomadas en ese momento y difundidas por la televisión iraní. Cuando la gente corría para auxiliar a las víctimas, se produjo la segunda detonación, que causó la mayoría de víctimas. Esa técnica suele ser usada por los militantes suníes en Irak para maximizar el número de fatalidades.
Había miembros de la Guardia entre los feligreses debido a que las ceremonias coincidían con el Día de la Guardia Revolucionaria. El viceministro del interior, Ali Abdolahi, dijo que varios miembros de la Guardia estaban entre los muertos.