Siglo Nuevo

Atiende tu planeta

20 sencillas maneras

Por generaciones hemos actuado como si el globo terráqueo nos perteneciera, olvidando la gratitud que le debemos por permitirnos ser sus huéspedes. (Ilustración Jayme Sifuentes)

Por generaciones hemos actuado como si el globo terráqueo nos perteneciera, olvidando la gratitud que le debemos por permitirnos ser sus huéspedes. (Ilustración Jayme Sifuentes)

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De acuerdo a los ambientalistas, en los últimos 30 años se ha consumido una tercera parte de los recursos naturales de nuestro planeta. Se sabe igualmente que ha desaparecido el 80 por ciento de los bosques nativos (tan solo en el Amazonas se pierden dos mil árboles cada minuto) y que el 75 por ciento de los recursos pesqueros mundiales se sobreexplota o bien es explotado al límite de su capacidad. Y aunque desde hace años se habla del calentamiento global y las consecuencias que todo esta problemática tendrá en un plazo no muy lejano, al parecer aun no estamos haciendo lo suficiente para subsanar el mal que le hemos hecho a la Tierra. Por generaciones hemos actuado como si el globo terráqueo nos perteneciera, olvidando la gratitud que le debemos por permitirnos ser sus huéspedes.

Afortunadamente una parte de la población intenta ya poner su grano de arena no tirando basura en las calles, apagando y desconectando los aparatos eléctricos que no están en uso, sustituyendo los focos convencionales por los ahorradores, y/o cerrando el grifo mientras se lavan los dientes, entre otros detalles que hemos aprendido que ayudan a proteger un poco a nuestro mundo. Sin duda dichas acciones colaboran, pero si queremos asegurar que los niños de hoy tengan un lugar para vivir en el futuro, hace falta mucho más de nuestra parte.

Lo esperanzador en este sentido es que son precisamente los actos más sencillos los que pueden marcar la diferencia entre un medio ambiente destrozado o uno con expectativas de salir adelante. Hoy te invitamos a tomar nota de 20 sencillas maneras en las que puedes contribuir para darle un respiro al medio ambiente.

COMPRA CONTENIDOS, NO ENVOLTURAS

Nadie niega que la comida semicocinada es una maravilla si se trata de ahorrar tiempo a la hora de preparar los alimentos (y claro, si no consideramos su gran contenido calórico y poco nutritivo), pero ¿es necesario ponerle tantos empaques? Una simple sopa instantánea suele venir envuelta al menos con tres ‘capas’: unicel, celofán y cartón; quizá tengas la comida lista en sólo unos minutos, pero la basura que generas tardará muchísimo más que eso en desaparecer.

Busca siempre que los productos que lleves a tu casa tengan la menor cantidad posible de envolturas. Igualmente, si lo que requieres está disponible en envases de plástico, metal y vidrio, elige siempre el vidrio; como es un material estéril puedes lavar tus frascos y botellas y reutilizarlos para almacenar otras cosas, líquidas y sólidas, o bien entregarlo para reciclar. Al comprar la leche dale preferencia a la que viene en empaques ‘normales’, de cartón encerado, pues se degrada más rápido que el tetra pack.

Y ya que hablamos de bebidas envasadas, una buena medida para el ambiente es que reutilices más. Rellena tu botella de agua para darle una vida más larga, así crearás menos basura y ayudarás a reducir la cantidad de energía que se usa en su fabricación y transporte; o, consigue un termo, que además podrá servirte cuando tengas ganas de un café o té para llevar (pide que te sirvan la medida equivalente a lo que cabe en un vaso del establecimiento).

LIMPIA SIN ENSUCIAR

¿Sabías que la mayoría de los productos que utilizas para lavar tus baños, trastes, ropa, limpiar ventanas, recámaras y demás, contienen una serie de sustancias químicas que son dañinas para el ambiente? Piensa que la mayoría de ellos terminarán en el drenaje, dificultando el tratamiento del agua residual y eventualmente llegando a algún río. Para mantener tu casa limpia sin contaminar el hogar de todos, puedes seguir una serie de recomendaciones.

Al hacer tus compras elige detergentes biodegradables y de preferencia libres de perfume (por lo general mientras más ‘completos’ sean, más químicos contienen); cuando los uses hazlo con moderación, mucha gente coloca más cantidad de la necesaria pensando que entre más espuma mayor limpieza, pero ésta sólo hará que gastes más agua al enjuagar. Limpia tu estufa con un trapo húmedo cada vez que termines de usarla, así evitarás que se le acumule la suciedad y no tendrás que emplear líquidos ‘arranca todo’. Modérate con el cloro: aunque es un desinfectante y elimina una gran cantidad de microorganismos, en grandes cantidades es tóxico. Limpia tus vidrios con vinagre blanco disuelto en agua (la misma combinación sirve para trapear pisos de linóleo), y recurre al bicarbonato de sodio para tallar objetos de porcelana, hornos y sanitarios.

USA TUS MANOS, NO LA LUZ

Quizá te sientes orgulloso de estar siempre a la vanguardia cuando se trata de tener en casa todo tipo de utensilios que ‘facilitan la vida’, pero ¿sabes que cuando utilizas un artefacto eléctrico, en vez de su versión manual (que es igualmente funcional), estás perjudicando a la Tierra? Así es: cada que enciendes un aditamento como un cepillo de dientes, un cuchillo o un abrelatas eléctrico, entre otros objetos que han sido creados no porque sean necesarios sino porque nos ahorran un mínimo esfuerzo, se agrava el deterioro ambiental.

Cierto que tales implementos consumen energía en cantidades pequeñas, pero es preciso considerar cuántas veces se activan durante el día, y que todo gasto de electricidad -por mínimo que sea- produce CO2 (dióxido de carbono), pues para generar la electricidad se queman hidrocarburos (como el petróleo), lo que empeora el calentamiento global. Además hay que tomar en cuenta que no son pocas las personas que usan esta clase de artículos: se estima que el 45 por ciento de la población económicamente activa a nivel mundial acostumbra emplear uno o más de ellos. Esto representa un franco desperdicio de energía: los cepillos manuales son tan efectivos como los eléctricos, los cuchillos tradicionales -bien afilados- cortan tanto como los otros y los abrelatas manuales son excelentes para abrir los productos enlatados. Malgastar electricidad en tales casos no mejora en lo absoluto la calidad de vida.

ES INODORO, NO BASURERO

Muchos ven el inodoro como la ‘perfecta solución’ para deshacerse de colillas de cigarros, insectos muertos, algodones o toallitas utilizados a la hora de desmaquillarse, pañuelos desechables para limpiarse la nariz, y un largo etcétera. Hay quienes creen que al tirar esos desechos en el retrete contribuyen a que menos basura vaya a dar a los rellenos sanitarios. Si es tu caso, entérate de que lejos de hacerle un favor al planeta, lo dañas.

Cada tirón que das a la palanca implica perder de seis a 16 o más litros de agua (según la antigüedad de tu baño); aun suponiendo que sea lo mínimo, ¿no crees que seis litros son demasiados para deshacerse de un cigarrillo apagado? Incontables personas aún no son conscientes de la gravedad de la escasez del agua, por ello sería importante difundir que varios economistas reconocidos a nivel internacional afirman que en el futuro la falta de agua podría dar pie a guerras (así como hoy ocurre con el petróleo).

Por otro lado, todo aquello que se arroja al drenaje dificulta el proceso de tratamiento del agua residual, por lo que hay un fuerte riesgo de que ese desecho termine en un río. Igualmente, mientras más complicado sea tratar ese líquido, más energía eléctrica se gastará en ese proceso, lo cual nos lleva nuevamente a la generación de CO2...

Otras formas en las que puedes cuidar el agua desde tu baño son reemplazar la cisterna del retrete por una de menor tamaño, o bien una que cuente con sistema de doble descarga (con dos botones, para liberar tres o seis litros).

TELA EN LUGAR DE PAPEL

Cada vez que usas una servitoalla (toallas de papel) para limpiar la mesa, algún líquido derramado en el piso, las ventanas de tu hogar o unos anteojos sucios, estás contaminando. Y es que aunque algunas marcas utilizan papel reciclado para su fabricación, otras emplean pulpa de celulosa, lo cual en otras palabras es equivalente a limpiar tu casa con trozos de árboles. Aun si están hechas con papel reciclado, su elaboración implica un gasto de energía -más todavía si se usaron químicos blanqueadores o colorantes. Además las servitoallas no son reciclables, así que mientras más uses, más basura producirás. Para cuidar al medio ambiente lo ideal es sustituirlas con trapos lavables y en su momento limpiar éstos con poco detergente (biodegradable) y regulando la cantidad de agua que utilizas (puedes ponerlas en la misma carga que las toallas en tu lavadora).

Lo mismo aplica para esos ‘inofensivos’ y útiles cuadritos de papel que conocemos como servilletas; reemplázalos con servilletas de tela. Si los restaurantes que visitas no tienen más que las desechables, úsalas con moderación; ten presente que el hecho de que el servilletero esté en tu mesa es una cortesía (un tanto irresponsable) del lugar, no una invitación a usar una toallita para cada dedo. Desde luego, no olvides utilizar cubiertos siempre que el platillo lo permita: gastarás menos ‘toallitas’ que si comes con los dedos.

APRENDE A USAR TU CELULAR

Activa en tu celular la función denominada ‘ahorro de energía’; es muy fácil, basta con entrar al menú de configuración de la pantalla. Al hacerlo, la batería durará cargada por más tiempo. También es importante dejar que ésta se descargue completamente antes de conectarla, porque de lo contrario provocarás que su vida útil sea más corta y tengas que comprar otra (es decir, desechar una y contaminar). Revisa cuánto tarda en cargarse y no la dejes más tiempo en el contacto; habitualmente bastan menos de dos horas para que la pila quede lista, así que procura conectarla durante el día -al hacerlo mientras duermes estará innecesariamente consumiendo luz por más horas.

Si requieres reemplazar la batería adquiere siempre una original. Si sólo puedes costear una ‘similar’ busca que sea elaborada por una empresa bien establecida, las baterías ‘patito’ suelen contener químicos muy tóxicos y duran bastante menos.

Lamentablemente, en nuestro país aun no tenemos la opción de desechar las baterías de celular usadas de la forma correcta, que sería entregándolas a las empresas fabricantes (junto con el teléfono, si ya no sirve) para que ellas se encarguen de su tratamiento. Mientras eso ocurre, nuestra alternativa es llevarlas a los mismos centros de acopio o urnas (en supermercados y comercios en general) en donde entregamos las otras pilas.

Otro tip es utilizar las herramientas de organización que tienen los celulares, como la agenda o la función de recordatorio; si escribes ahí tus pendientes, ahorrarás un poco de papel. Finalmente, si tu teléfono es de plan y llegó la hora de reemplazarlo no tires ni guardes el anterior: regálalo a alguien que pueda aprovecharlo.

FESTEJA SIN CONTAMINAR

Cuida que tus fiestas de cumpleaños, aniversarios y demás motivos de celebración o reunión no se conviertan en un foco de contaminación. No compres platos, vasos ni cubiertos desechables; por más práctico que sea no tener que lavar una torre de trastos al día siguiente, no pierdas de vista que el unicel (poliestireno expandido), además de estar fabricado a base de petróleo tarda hasta 300 años o más en degradarse, y eso suponiendo que llegue a un basurero (incontables veces termina hecho pedazos en ríos, playas o bosques, donde hay riesgo de que un animal pequeño lo trague y se asfixie).

Los utensilios de plástico tampoco son recomendables porque su proceso de degradación es muy lento y al igual que el unicel, fabricarlos implica gasto de petróleo y uso de químicos. Y si adquieres los de cartón estás consumiendo árboles. Así, la mejor alternativa es festejar ‘a la antigua’, sacando la vajilla y lavándola (el uso de agua y detergente biodegradable tienen menos impacto ambiental).

Compra las bebidas en envases retornables; si sólo encuentras desechables elige las de vidrio. Descarta las botanas (cacahuates, papitas, etcétera) que vengan en empaques metalizados, no son biodegradables. Preparar tus propios bocadillos u opta por adquirir alimentos que vengan en bolsas más simples. No decores con globos, a menos que tengas la seguridad de que están hechos con látex biodegradable (y aun así piensa: ¿son necesarios?).

PAGA TUS CUENTAS EN CASA

Solicita al banco y a las tiendas departamentales en donde tienes cuenta o crédito que no te envíen la relación mensual de tus movimientos a la puerta de tu casa. Cuando requieras consultarlos hazlo por Internet. Activa también con tu banco el servicio de pagos en línea, para que puedas efectuar la mayoría de tus transacciones a través de la red. Estas sencillas acciones ayudarán a disminuir el consumo de papel, que por un lado salvará árboles y por otro ahorrará energía en su elaboración (así como se atenuará el gasto energético en la fabricación de tintas y sellos postales).

Además, si ya no tienen que enviarte dichos documentos hasta tu domicilio, se ahorrará todo el combustible que implicaría llevar el sobre de la empresa hacia tu hogar, el cual abarca desde el que usa la motocicleta del mensajero como el del avión que lo lleva de una ciudad a otra. No te lleves a casa los volantes con ofertas o los trípticos que imprimen los comercios: toma nota de la información que necesites y déjalos ahí; si todos lo hiciéramos, quizá las empresas dejarían de derrochar insumos de esta forma.

Por otro lado, vigila que hacer tus pagos y consultas por Internet no se convierta a su vez en otra forma de contaminación por derroche de electricidad: enciende tu computadora solamente cuando vayas a utilizarla y apágala en cuanto termines tus movimientos.

COCINA CON CALIDAD, NO CON CANTIDAD

Para que los alimentos queden bien cocidos no se necesita que estén mucho tiempo expuestos al calor, basta con que los coloques de forma inteligente. La mayoría de los platillos pueden prepararse en una olla de presión; como su tapa sella totalmente el vapor no escapa y la comida queda lista más rápido que en una olla convencional; así ahorras hasta un 70 por ciento del tiempo que tendrás abierta la llama de la estufa. Esto ayuda al planeta porque el gas es también un hidrocarburo, lo cual significa que cada minuto que tu estufa está en uso, estás produciendo CO2.

Otro punto importante a la hora de cocinar es evitar hacerlo donde haya corrientes de aire; si tu estufa queda cerca de una puerta o ventana procura cerrarla mientras preparas tus alimentos para que el viento no ‘pelee’ con la lumbre (eso demanda más gas). Por el mismo motivo evita prender ventiladores o aparatos de refrigeración cuyo aire apunte hacia la estufa; si te acaloras cuando cocinas consigue un abanico manual y aléjate de las flamas antes de abanicarte.

Si tienes la oportunidad de renovar el mobiliario de tu cocina elige una estufa de encendido eléctrico, éstas no requieren tener un piloto encendido todo el tiempo para funcionar; y aunque esa minúscula llamita no consume demasiado gas, hay que pensar en cuánto se multiplica el gasto energético si tomamos en cuenta que se queda encendido las 24 horas, siete días a la semana, en incontables hogares de todo el mundo.

MENOS KLEEN PACK Y ALUMINIO

El kleen pack es un plástico no reciclable ni biodegradable, eso quiere decir que cada trozo que tiras permanecerá por muchos años en el relleno sanitario. El papel aluminio no se acepta para reciclaje -al menos no en México. Y quizá creas que estos productos son muy ligeros, que ocuparán poco espacio... pero no debes olvidar cuántas personas pensarán lo mismo, en cuántos hogares de cuántos países.

Además, elaborar cualquiera de ellos demanda una gran cantidad de energía y la utilización de recursos (petróleo y aluminio, respectivamente). Hay que subrayar que aun está en discusión qué tan dañino resulta para nuestro organismo comer alimentos que hayan sido calentados bajo una cubierta de kleen pack, pues hay quienes advierten que ésta libera toxinas con el calor. Por todo lo anterior, la siguiente vez que vayas a guardar algún alimento sobrante o a empacar el lunch para llevarlo a la escuela o al trabajo, colócalo en un recipiente de tipo Tupperware.

También puedes usar los envases de mantequilla o yogur vacíos; los frascos de vidrio (de mermeladas, aderezos, salsas, etcétera) son perfectos para almacenar alimentos, basta con que les quites la etiqueta para que tengan una excelente apariencia y además su transparencia te permitirá saber qué almacenaste a simple vista. El planeta lo agradecerá.

NO MATES ANIMALES CON TUS COMPRAS

Por ningún motivo fomentes que se asesine a aquellas especies que son perseguidas sólo por su piel, su plumaje o su caparazón, o bien para cocinar un platillo exótico. Al adquirir cualquier clase de artículo elaborado con un animal que fue sacrificado sólo por obtener un material, contribuyes a la disminución de su especie. Antes de aceptar llevarte a casa unos zapatos o un bolso de piel de cocodrilo ‘justificando’ “que hay muchos” de esos animales, piensa que en algún momento hubo también numerosas tortugas de carey, y que cada especie que desaparece perjudica al medio ambiente.

Descarta la posibilidad de meter a tu guardarropa abrigos, estolas o chaquetas forradas con pieles; no compres sombreros o broches adornados con plumas. No comas huevos de tortuga, no regales souvenirs elaborados con carey o coral, y piénsalo dos veces antes de cocinar un filete de cazón, puesto que al comer una cría de tiburón estás interrumpiendo su ciclo reproductivo y contribuyendo a agravar la escasez de tiburones -algunas clases de este animal están ya muy afectadas. No pierdas de vista que al adquirir productos elaborados con jabalí o conejo, entre otras criaturas ‘libres de riesgo’, adoptas una postura más vulnerable hacia la desvalorización de los seres vivos. Usar un cinto hecho con piel de víbora en cierta forma equivale a apoyar el brutal asesinato de las focas bebés en Canadá, si consideras que unas y otras se sacrifican para satisfacer la vanidad de los compradores.

PAPEL HIGIÉNICO SIN ‘LUJOS’

No se discute que el papel higiénico es un elemento indispensable para cualquier hogar, pocas personas podrían o querrían prescindir de él. No obstante, hay que tener siempre presente cuál es su función básica. Pensando en ello, responde: ¿realmente te hace falta que el papel sanitario tenga aroma o que su color combine con las paredes de tu cuarto de baño? Tanto el delicado perfume que encontramos en una gran variedad de marcas de rollos, como la gama de tonos en los que éstos son ofrecidos, implican que a ese papel le han agregado químicos para hacerlo más agradable a la vista o al olfato. Ni siquiera hace falta que todo el rollo tenga color: las figuras decorativas que vemos estampadas sobre el papel blanco (arbolitos navideños, flores, etcétera), involucran el uso de químicos. Y aunque las plantas tratadoras pueden lidiar con el papel higiénico que se arroja al inodoro (que sin lugar a dudas es el sitio ideal y más saludable para arrojarlo), si el material contiene tales químicos se vuelve más complicado el tratamiento del agua.

Asimismo, a la hora de elegir el papel descarta aquellos de tono ‘blanco deslumbrante’; más claridad significa más químicos en su fabricación. Lee los empaques e inclínate por rollos elaborados a partir de material reciclado.

BASURA: LAS CINCO ‘R’

¿Sabes que la mejor manera de manejar la basura es no produciéndola? Memoriza estas cinco erres: reduce, reutiliza, repara, regala, recicla.

Reduce tu consumo. Si compras sólo lo indispensable se usará menos energía en las materias primas y habrá menos desechos.

Reutiliza todo lo que aún sirva. Si cumpliste años y recibiste regalos, guarda las bolsas, cajas y moños, y utilízalos para cuando vayas a hacer unobsequio; toma ejemplares viejos de periódico para limpiar ventanas y espejos. Si a tu agenda le quedaron hojas blancas, déjalas cerca del teléfono, para apuntar recados. El etcétera aquí es tan amplio como tu imaginación.

Repara. Antes de adquirir un nuevo control remoto, microondas o reloj, investiga dónde puedes reparar ese utensilio descompuesto.

Regala aquello que ya no quieres pero funciona: celulares, muebles, ropa, carteras, vajillas... Si está en buenas condiciones, alguien más podrá aprovecharlo. Dónalo a asilos, orfanatos o instituciones de beneficencia.

Recicla. Separa tu basura. Arma un paquete con el papel y el cartón, otro para los desechos metálicos, uno para el vidrio y uno más para los plásticos (poniendo aparte los envases de PET; identifícalos por el número uno grabado en su base); haz lo posible por llevar ese material a centros de acopio, o entrégaselo a las personas que andan en las calles compilándolo (ellos lo venden). Junta lo orgánico (restos de comida, cáscaras de huevo o frutas y demás) y prepara composta para que abones tus plantas. Tira sólo lo que no es orgánico ni reciclable.

PONTE BIEN LAS PILAS

Desde hace tiempo hemos escuchado que no debemos tirar a la basura las pilas vacías, tanto las que se requieren para radios, lámparas, etcétera, como las diminutas de forma redonda que llevamos en nuestros relojes. Y es que el cadmio y el ácido sulfúrico que contienen son altamente tóxicos para nuestros mantos acuíferos, que es a donde dichas sustancias irán a parar si las baterías terminan en un basurero, pues se filtrarán. Así, cada vez que agotes una pila es importante que cubras sus polos con cinta adhesiva y después las deposites en alguno de los numerosos centros de acopio, de esa forma te aseguras de que recibirán el tratamiento adecuado.

Pero hay otras cosas que puedes hacer en este renglón. Si tienes la opción de elegir entre electricidad y baterías, usa la electricidad; cierto que al utilizar luz liberas CO2, pero la fabricación de las pilas también consume energía (y al elegir las desechables contribuyes al aumento de basura peligrosa). Así, si tu reloj despertador tiene la opción de conectarlo a la corriente eléctrica hazlo; si no hay un contacto cerca de tu cama seguramente prefieres no tener que levantarte a apagarlo, pero piensa que después de todo el objetivo de ese aparato es precisamente que salgas de las sábanas. Y si el utensilio funciona únicamente con baterías, invierte en unas que sean recargables (duran más y eso equivale a menos energía en su elaboración y menos basura).

OJO CON LAS COLECCIONES

Antes de iniciar una colección de cualquier tipo piénsalo muy bien y respóndete a ti mismo: ¿qué tanto deseas formar esa colección? ¿Por cuánto tiempo crees que la conservarás? Aunque hay excepciones, la mayoría de las personas que colectan tal o cual clase de objetos (carteles, latas, cómics y revistas, gomas de borrar, calcomanías, botellas vacías, etcétera), en algún momento terminan por cansarse de esa acumulación de pertenencias (o tal vez se mudan y en su nueva vivienda no tienen un espacio para ellas), y todo eso que se almacenó terminará en la basura. Algunos de esos materiales puedan ser reciclables, pero no muchos individuos llevarían su ‘tesoro’ a un centro de acopio; es más común que quieran heredarlo a algún conocido y que éste no tenga impedimento en desecharlo. Aun si se entregaran para reciclaje, ¿no crees que sería mejor no comprar sólo por acumular?

Un caso más crítico son las colecciones que se conforman con los objetos que las empresas de dulces y frituras colocan en sus productos, porque numerosas veces la gente adquiere la golosina no por su contenido sino por sacar la figurita o estampa, y cuando eso ocurre la comida va a dar a la basura (desperdiciando recursos).

Aparte de las colecciones, el consejo de no acumular aplica hablando de pertenencias en general; todo aquello que guardas porque crees que quizá lo necesites dentro de varios años o simplemente porque te encanta, le resta espacio a tu casa y corre el riesgo de terminar en la basura (sin ser reciclado) si te entra un ‘ataque de orden’.

CONSUME PRODUCTOS LOCALES

Hay galletas mexicanas tan deliciosas como las danesas; los árboles nacionales crecen tanto como los canadienses; ciertos zapatos hechos en México no desmerecen en calidad junto a los italianos. En efecto el estilo o la calidad de estos y otros productos puede variar un poco, pero algunas veces nos dejamos llevar no por dicha calidad sino por el estatus que vemos en la marca extranjera; no obstante la discriminación de lo local trae consigo una pérdida para el medio ambiente, pues repercute en el aumento de CO2, porque mientras más lejano sea el origen del artículo, mayor cantidad de combustible se requirió para que llegara hasta la tienda favorita en tu ciudad (y no sólo hablando a nivel internacional sino también regional, es decir dando preferencia a lo que se hace en tal o cual estado aun si se produce en el nuestro).

Asimismo, si se trata de productos perecederos (por ejemplo las carnes), traerlas de otra ciudad demandará más consumo de energía para su conservación (más tiempo en refrigeración). Y si nos remontamos hasta el origen de cada artículo quizá descubramos un derroche mayor de hidrocarburos: si los zapatos que compramos fueron manufacturados en Vietnam, con material procedente de China, y etiquetados en Estados Unidos antes de llegar al centro comercial de México, ¿cuánto combustible se habrá empleado en ellos? ¿No sería mejor para la Tierra calzar unos hechos en nuestro país?

ADIÓS A LOS BICHOS, NO AL MEDIO AMBIENTE

La mejor manera de alejar a los insectos de nuestra casas no es rociando insecticida, sino manteniéndola limpia. Barre o aspira bien debajo de los muebles y en todos los rincones de las habitaciones; asea las esquinas del techo atando un calcetín o media vieja al palo de la escoba. Si tu casa está limpia, los bichos no encontrarán ningún espacio para esconderse y formar nidos. Recuerda que “un lugar limpio no es el que más se asea, sino el que menos se ensucia”, procura no comer en otro sitio que no sea el comedor o la cocina (las migajas atraen especialmente a las hormigas). Por el mismo motivo no dejes restos de comida en los platos, colócalos de inmediato en donde colectes los desechos orgánicos, y lava los trastes después de comer.

Si a pesar de estas medidas encuentras insectos en tu hogar y quieres alejarlos, no uses insecticidas. Para repeler a las hormigas puedes rociarles agua jabonosa -con poco detergente, que sea biodegradable. Para alejar a las cucarachas (que suelen aparecer aun el lugares limpios, cuando el ambiente es muy húmedo) coloca un poco de ácido bórico cerca de las coladeras (puedes conseguirlo en una farmacia). Si el problema son las moscas y los mosquitos, la solución está en el aceite de citronella que además no los mata, sólo los ahuyenta y de paso despide un agradable perfume cítrico. Y si lo que quieres es proteger tus plantas de plagas, rocíalas con una mezcla de ortiga y agua (combina 100 gramos en 10 litros y déjala reposar por 48 horas).

MANEJA CORRECTAMENTE TU COCHE

Tener un coche es de gran ayuda para la vida cotidiana, pero en muchos casos se exagera en su uso. ¿Cuántas veces has conducido para ir a un lugar que te queda a solo un par de cuadras? ¿Te has puesto a pensar el efecto que ese exceso de comodidad tiene en el ambiente? Además de consumir combustible (la gasolina se deriva del petróleo y por lo tanto es un recurso no renovable), cada vez que tu coche está en uso emite gases nocivos que dañan a nuestro ambiente.

Por ello, si el sitio a donde vas se ubica cerca de donde estás, camina. Otra opción es desempolvar tu bicicleta y pedalear hacia tu destino (con lo cual además te ahorrarás el gimnasio). También puedes usar el transporte público u organizar ‘rondas’ o ‘viajes’ con los compañeros de trabajo o escuela (o los de tus hijos) que vivan en tu misma área, para mover sólo un auto en lugar de cuatro o cinco.

Cuando manejes acelera lentamente, pues si das ‘arrancones’ quemarás más combustible. Nunca te estaciones en doble fila: si entorpeces el tráfico contribuyes a que haya más contaminación; tampoco esperes a alguien con el motor encendido. Recuerda llevar a revisión y afinación tu coche con periodicidad, no esperes a que empiece a fallar; así evitarás que más gases tóxicos vayan a dar a la atmósfera.

Finalmente, cada vez que vayas a la gasolinera pide al empleado que verifique que las llantas estén bien calibradas, eso puede marcar la diferencia entre gastar menos o más gasolina; además los neumáticos bien inflados duran más tiempo (y por lo tanto se produce menos basura).

ALÍVIATE SIN ENFERMAR A LA TIERRA

Si arrojas los medicamentos caducos al drenaje, ensuciarás nuestros ríos y lagunas; si los echas a la basura, terminarán por filtrarse a los mantos acuíferos; en ambos casos el medio ambiente sale perdiendo. Y aunque una tableta, cápsula o jarabe contiene los químicos en cantidades pequeñas, piensa en el acumulativo que representa lo que cada familia desecha.

Hay varias cosas que puedes hacer para no contaminar cuando cuidas tu salud. Lo primero es no adquirir fármacos más que cuando te los receten. Hay que seguir al pie de la letra las indicaciones del doctor y comprar solamente lo que él recomendó, ignorando las promociones de las farmacias (“dos por uno en antibióticos”, “40 por ciento de descuento si te llevas un analgésico”, etcétera). Si te sobran pastillas no esperes a que venzan para donarlos a un dispensario médico.

Actualmente se está implementando en el país un programa a cargo del Sistema Nacional de Gestión de Residuos de Envases de Medicamentos, A.C. (Singrem), consistente en la colocación de contenedores en farmacias de todo México, para agrupar los medicamentos vencidos. Aunque por ahora sólo está disponible en León, Guanajuato y la ciudad de Querétaro, se espera que este año llegue a más lugares y no pase mucho para que cubra toda la nación. Por lo pronto, pregunta si pueden recibirlos en algún establecimiento farmacéutico que pertenezca a una cadena nacional, o en una clínica u hospital.

ELIGE LO ‘VERDE’

Si al hacer el súper optas por los llamados productos orgánicos, biológicos o ‘verdes’ no sólo comerás de manera más saludable. Así como tu cuerpo apreciará que no ingieras los plaguicidas, fertilizantes, hormonas y demás aditivos sintéticos que contienen los alimentos transgénicos o convencionales, también la Tierra lo agradecerá, porque dejarán de ‘abonarla’ con sustancias dañinas para el suelo y también le permitirán descansar el tiempo adecuado entre cosecha y cosecha. No olvides que comprar frutas fuera de temporada es una manera de alentar el uso de procesos artificiales para su cultivo, y por tanto el uso de químicos y también de más energía.

Pon atención a la siguiente vez que vayas al centro comercial por un paquete de harina o azúcar: da preferencia a las que no son refinadas, de lo contrario contribuyes a un mayor gasto de energía, ya que mientras más elaborado sea el proceso de su fabricación, más energía se invierte en producir un simple kilo.

Revisa con detenimiento las etiquetas de la ropa antes de adquirirla; actualmente varias de las marcas disponibles en el mercado ya trabajan únicamente con algodón ‘limpio’, es decir cultivado con ayuda de composta en vez de fertilizantes, y libre de plaguicidas, por lo tanto más amigable con el planeta.

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