El espectáculo plantea al público esta pregunta: ¿el nombre determina nuestra vida? Por lo pronto, he descubierto que detrás de todas estas mujeres llamadas Juanas había algún dilema: eran incómodas para el Estado y transgresoras del rol preestablecido para la mujer”. Vanessa Bauche Actriz
Siempre, desde muy niña, la actriz Vanessa Bauche ha querido ser una Robin Hood. Una justiciera que, por ejemplo, erradique la impunidad en México. Y que corte de raíz la corrupción.
Eso explica su interés por las Juanas heroicas: Juana de Arco, Juana de Asbaje (o Sor Juana Inés de la Cruz) Janis Joplin (o Juana Joplin, como le gusta decir a Vanessa Bauche) y una larga lista de mujeres cuyas vida y obra conjunta en un espectáculo llamado Juana’s Soul que se estrena el próximo fin de semana en un bar de la Ciudad de México.
Desde la perspectiva de Vanessa, no es mera casualidad que todas ellas se hayan llamado Juana y que su vida haya tenido, siempre, un final trágico: “El espectáculo plantea al público esta pregunta: ¿el nombre determina nuestra vida? Por lo pronto, he descubierto que detrás de todas estas mujeres llamadas Juanas había algún dilema: eran incómodas para el Estado y transgresoras del rol preestablecido para la mujer”.
Pero no es necesario llamarse Juana para ser revolucionaria. De hecho, la actriz también ha incluido una Rosario (Ibarra de Piedra) y una Digna (Ochoa), a la cual por cierto, ella interpretó en un documental dramatizado dirigido por el cineasta Felipe Cazals hace un lustro.
Las experiencias de Ibarra de Piedra y Ochoa le permiten reflexionar sobre la calidad política de México: “Este país es frustrante. Podemos reconocer que ahora las mujeres ya pueden entrar a la universidad y que el Internet permite un mayor acceso al conocimiento, pero en cuanto a justicia, no creo que haya un México justo en 40 o 50 años, porque la corrupción está en nosotros”.
Un gran trabajo de investigación
Juanas Soul’s nació una noche de bohemia durante una tertulia. Bauche recitó un poema de Sor Juana: “Sombra de mi bien esquivo / imagen del hechizo que más quiero”. En ese momento, un músico se sumó a los versos con un poco de jazz. El resto fue investigación. La actriz se dedicó por varios meses a indagar en la vida de las Juanas y pronto tenía ya un espectáculo que incluía una canción de su autoría: Mi Verdad.
Lo estrenó en Bar El Vicio hace un año con una pequeña temporada, luego lo retomó para presentarlo en el reciente Festival de Cabaret realizado en julio de este año, y ahora comenzará una temporada formal. El resultado ha sido excelente pues debe decirse que antes de esto, Vanessa nunca había cantado ni bailado en público. “Aunque desde muy niña hacía shows cómico-musicales en familia. Escribí mi primera obra de teatro a los seis años y la segunda a los nueve. Mi padre siempre me decía que debería montar un espectáculo para mostrar todas estas habilidades”.
“Muy hippie”. Así se define Vanessa Bauche. No revolucionaria ni políticamente incómoda no transgresora. Simplemente hippie. Su carrera artística comenzó, igual que su afición por ser justiciera, desde niña. Ahora lo recuerdo con algo de recelo: “Creo que los niños sólo deben preocuparse por jugar, divertirse, comer bien y cubrir sus obligaciones en cuanto a una formación académica, no por trabajar, aprenderse parlamentos y soportar que un director frustrado te grite y te haga sentir menos”.
‘Da lo mismo estar aquí que allá’
Pero la experiencia que más marcó su vida no fue ese director frustrado sino 120 segundos de su vida en que, literalmente, estuvo muerta. “A los 14 años tuve una experiencia cercana a la muerte. Tuve muerte clínica durante casi dos minutos. Por esos momentos que estuve donde estuve, te puedo decir que estaba mejor allá que acá. Además, creo que la idea que tenemos de infierno, purgatorio y paraíso están en la Tierra”.
Por esa misma época, se hizo fan de las películas de Felipe Cazals. O mejor dicho, del audio de las películas de Felipe Cazals. Su madre accedía a llevarla al cine a ver Las Poquianchis y El Apando, pero una vez en la sala, le parecía que aquellas escenas de mujeres llevadas de tragedia en tragedia, era demasiado para su hija. Y le ordenaba taparse los ojos. Así que Bauche iba al cine a escuchar los filmes.
“Con sólo escuchar la forma en que hablaban esas mujeres, supe que quería hacer un cine social, que fuera más allá de la frivolidad y el mero entretenimiento”.
Su carrera siguió ese trayecto y en 2004 la puso frente a la fuente de su inspiración: Felipe Cazals la dirigió primero en el docudrama Digna, Hasta el Último Aliento. Al tenerlo de frente, Bauche le dijo: “Lo admiro desde que yo era adolescente por el tono de verdad con que dirige y construye a sus personajes. Antes de El Apando, nunca había visto ninguna película con ese tipo de escenas tan fuertes”. Dos años más tarde, Vanessa Bauche actuó otra vez para Cazals en Las Vueltas del Citrillo.
En esta última hay una frase que dice: “Da lo mismo estar aquí que allá”, en referencia a estar vivo o muerto. Bauche, que estuvo 120 segundos allá y el resto acá, reflexiona: “No siempre sé a dónde voy. Pero por lo menos procuro saber por qué y para qué; escucho a mi corazón y sigo mi instinto aunque a veces me equivoque”.
