Bellas Artes volverá a levantar el telón

El Palacio de Bellas Artes huele a nuevo. Tras una intensa remodelación que se prolongó por dos años, el gigante arquitectónico del art deco y nouveau reabrirá su sala principal en la víspera del Centenario de la Revolución.

A 76 años de inaugurado, las obras de remozamiento hacen que la sala principal -cuyo escenario fue pisado por leyendas como María Callas o Luciano Pavarotti- parezca apenas en construcción. Las butacas de la luneta, forradas de tela roja, son completamente nuevas; las paredes de los palcos se adelantaron casi un metro, toda la tramoya, que databa de hace casi un siglo, ha sido sustituida y el escenario perdió un metro para darle más espacio a la fosa de músicos.

Pero esas obras son sólo algunas de las muchas que se ejecutaron en el recinto, diseñado por el arquitecto italiano Adamo Boari y cuya construcción inició en 1904 por orden de Porfirio Díaz. El remozamiento ha sido calificado como "una de las decisiones más importantes en el marco del Centenario y el Bicentenario", según el secretario de Educación Pública Alonso Lujambio. La razón, argumenta, es que se ha invertido en una de las piezas arquitectónicas más entrañables para los mexicanos y con mayor uso social.

Y efectivamente, la inversión ha sido mucha para poder abrir la sala el próximo 19 de noviembre. Seiscientos ochenta y ocho millones de pesos fueron destinados al proyecto que, en un principio, se limitaba a renovar plataformas, tramoya, escenario, iluminación, entre otros aspectos, pero que en el camino creció para emprender 11 obras adicionales. Entre las más visibles: la rehabilitación de toda la madera de la sala, la restauración del mosaico de cristal que enmarca al proscenio y cuenta la historia del teatro, la limpieza y pulido de los mármoles de la sala, así como de todos los elementos metálicos.

 UN TEATRO OBSOLETO E INSEGURO

La orden del presidente Felipe Calderón, afirma el secretario Lujambio, fue hacer una "intervención profunda" para entregar el recinto al país debidamente renovado. Por ello, en 2007, el Instituto Nacional de Bellas Artes solicitó al Instituto de Ingeniería de la UNAM un diagnóstico de la sala principal. Las conclusiones fueron que los equipos del corazón de Bellas Artes eran obsoletos e ineficaces para las exigencias de los espectáculos modernos y por tanto, inseguros.

"Un teatro puede ser un lugar extremadamente peligroso y uno no se da cuenta", dice Philip Amand, escenógrafo que participó en la mayoría de las obras. De frente al escenario que vio cambiar y entre las butacas protegidas por un plástico opaco, el experto afirma que en países como Holanda, la modernización de los teatros se ha convertido en ley, pues las tramoyas manuales representan un gran riesgo.

"Pararse en un escenario es extremadamente peligroso y obliga a tener equipos muy seguros para evitar accidentes. No podríamos tener bailarines con casco", explica con un toque de humor. "Los decorados, los reflectores y todo lo que se encuentra ahí colgado obligaría en alguna otra situación a estar protegido".

Ante la necesidad de cambiar el "esqueleto" del escenario, no es de extrañarse que el 80 por ciento de los 688 millones invertidos haya sido destinado al cambio de la mecánica teatral, según cifras de la directora general del INBA, Teresa Vicencio.

 MEJORAN ACÚSTICA, SEGURIDAD Y COMODIDAD A menos de un mes para que la sala principal levante de nuevo el telón de cristal (representación del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl hecha a principios del Siglo XX por la casa Tiffany), los involucrados afirman que Bellas Artes tendrá una acústica y una visibilidad de la que jamás ha gozado.

En la zona de palcos, los muros se adelantaron en promedio, un metro. Al acercarlos al escenario, la acústica mejora de manera sustancial. Igualmente, el paso de la luz del vestíbulo se ha evitado gracias un sistema de dobles puertas que sustituyen a las viejas cortinas que además, permitían que el ruido se colara.

En cuanto a visibilidad, Amad explica que se retomó la disposición de las butacas que planeaba Boari. El arquitecto italiano abandonó México en 1916 tras el estallido de la Revolución y con su partida el proyecto quedó a la deriva hasta 1931, cuando el arquitecto Federico Mariscal lo retomó y lo sometió a algunas modificaciones en el interior.

Mariscal añadió butacas al plan de Boari, por lo que en las últimas filas de lo que se conoce como luneta 2, las columnas de soporte impedían la visibilidad. Esa fila se ha ido para dar lugar a la construcción de tres cabinas. Una de iluminación, una para el control central, y otra más para proyecciones de video, tecnología de la que hasta ahora el teatro estaba desprovisto. Estas maniobras, aunadas a la separación de butacas por motivos de protección civil, han hecho que el aforo sea hoy de 1,490 personas, cuando hace dos años era de unas mil 700.

El lugar donde estaban las butacas era plano y el escenario tenía una ligera inclinación para el disfrute de todo el público, sin embargo, hoy ha desaparecido y las butacas se han elevado en forma escalonada como en los cines.

Lujambio afirma que con todos los cambios, el Palacio de Bellas Artes está listo, por lo menos, para pasar los próximos 50 años sin modificación alguna, pero a pesar de esta intensa remodelación, en 2011 se espera una segunda etapa en la que se remozará, sobre todo, el exterior.

"Hay trabajaos de impermeabilización pendentes. Se debe dar mantenimiento a las cúpulas y limpieza a los mármoles del exterior", cuenta la directora general del INBA.

 INTIMIDAD Y CERCANÍA

El escenógrafo Philip Amand afirma que su primera percepción, a días de la reinauguración, es que la sala es más íntima. "Tengo una sensación de cercanía y eso se agradece mucho".

La directora del INBA espera que con la remodelación, cualquier dramaturgo, actor o músico que logre entrar a este espacio, esté consciente de que esta es una de las obras más importantes del Bicentenario y a las que se ha dedicado más tiempo, análisis y cuidado".

"La esperanza es que toda la inversión se conserve para el tricentenario, pues hoy estamos dotados de un Palacio que nunca antes habíamos tenido y con la mejor mecánica teatral del mundo".

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