Espectáculo. El Empire State iluminado con luces rojas, blancas y azules, fue visto desde más allá de East River en Queens, Nueva York. AP
El mayor espectáculo de fuegos artificiales en el país iluminó el cielo de rojo, blanco y azul ayer sobre el río Hudson, una escena que se repitió en cientos de comunidades al concluir un día de intenso calor en gran parte del país.
"Se ve increíble en la televisión", dijo Marcos Jiménez, un caddy de golf que se unió a miles de personas más a la orilla del río que pasa entre Nueva York y Nueva Jersey para ver el espectáculo en primera fila. "Pensé que en vivo se vería aún mejor".
Los recortes presupuestales obligaron a algunas comunidades a cancelar sus fuegos pirotécnicos, pero el gigantesco espectáculo patrocinado por una tienda departamental se efectuó de acuerdo con lo planeado en el West Side de Manhattan, a donde pasó en 2009 tras ser realizado ocho años en el East River.
TRADICIÓN MEXICANA Por otro lado, el corazón político y cultural de Washington se convirtió en escenario de un festejo no sólo de su independencia sino de la de México, al son del mariachi y con el trasfondo de la ceremonia del Palo Volador, a escasa distancia del Congreso.
Decenas de miles de visitantes, la abrumadora mayoría de ellos anglos no hispanos, abarrotaron el llamado "mall", la explanada que comunica al Capitolio con la Casa Blanca, para celebrar tanto lo estadounidense como lo mexicano.
Los sonidos, colores, olores y sabores de México fueron protagonistas centrales del Festival "Folklife" que organiza el Instituto Smithsoniano, uno de los más importantes del año en el epicentro de complejo cultural más grande del mundo.
Los chinelos de Atlatlahuca, el mariachi tradicional "Los Tíos", grupos de cuerdas y sin instrumentos de viento, y el descenso de los bailarines del Palo Volador de la comunidad Maya Téenek, ocuparon el centro de la explanada para asombro de viajeros y residentes.
Allí estaban también la plaza, la fonda, y la cocina mexicanas, compartiendo el espacio con otras expresiones culturales como la de Asia.
Un río humano descendió de las estaciones del sistema de transporte subterráneo desde temprana hora para presenciar las expresiones artísticas mexicanas, muchos de los cuales planeaban proseguir hasta los fuegos pirotécnicos nocturnos para completar la velada.
"Es como haber traído un México en chiquito", dijo la curadora del evento, la mexicana Olivia Cadaval. "Tuvimos un cuarto de millón de visitantes la primera semana y creo que en ésta llegamos al millón".
"Nuestro concepto para celebrar el bicentenario de la independencia y centenario de la revolución era muy importante; mostrar aquí lo que es México, el México diverso, el México con sus riquezas en culturas, en regiones, lenguas, sabores", añadió.
Scott, un estadounidense ataviado con un sombrero de copa de terciopelo estampado con la bandera de las barras y las estrellas, se declaró encantado de la selección de México como atracción principal del festival. "Me encanta todo esto", dijo.
Otro joven, entrevistado mientras degustaba un plato de tacos norteños en la carpa del mariachi, aplaudió al instituto Smithsoniano por darles a los residentes de Washington una probada de la cultura universal.
El festival fue organizado en coordinación con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) de México y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, entre otras instituciones.
OLIVIA CADAVAL
Mexicana en EU