Mejoran imagen. Los boleros son personajes de tradición que ayudan a la gente a mantenerse presentable lustrando su calzado. EL SIGLO DE TORREÓN / CLAUDIA LANDEROS
Son realmente una tradición, los encontramos generalmente en las plazas de los pueblos y de las ciudades, así sean las más modernas, es un oficio que no se pierde y que ha ido pasando de generación, en generación.
Los boleros, no sólo le dan brillo al calzado, son parte de las tradiciones de la gente de Gómez Palacio y personajes que hasta se han convertido en amigos o hasta confidentes de sus clientes.
En la Plaza Principal de Gómez, como en varias del país, hay varios módulos y a pesar de que hay diversidad de boleros, hay trabajo para todos, cada uno tiene sus clientes y cada persona su consentido.
LA VIDA DIARIA
Llegan muy temprano para preparar todo, además hay clientes que muy puntuales llegan cada día y a muy temprana hora.
Llega toda clase de personas pero sobre todo hombres, de diferentes estratos socioeconómicos y de distintas profesiones u oficios.
Su principal función es dar grasa al calzado, brillo, algunos requieren una pintada rápida para lucir mejor y además también pueden bolear o lustrar otros artículos de piel que lo requieran como chamarras.
La boleada sencilla cuesta 15 pesos y reciben alrededor de 20 clientes en un día normal de trabajo.
Su jornada inicia a las 8 de la mañana y termina a las 4 de la tarde de lunes a viernes y el fin de semana a las 5, que es cuando hay mayor afluencia en la plaza.
LA VENTAJA DEL OFICIO
"A mí me gusta porque nadie me manda y uno gana lo que realmente trabaja", es lo que opinó Alfonso Soto, quien desde hace 18 años inició en el negocio de las bolerías y desde hace 4, se instaló definitivamente en la plaza de Gómez Palacio.
Además, don Alfonso asegura que es mejor remunerado el oficio de bolero que ir a trabajar a una fábrica con un extenuante horario laboral.
A él le gusta mucho su trabajo, lo disfruta y le da para ser el sostén de su familia; vive en unión libre con su pareja, la cual tiene 4 hijos y él a sus 50 años, se siente con la capacidad y motivación de seguir diariamente boleando en la plaza, porque es algo que le ha dado para salir adelante y mantener a los suyos.
Una de las principales satisfacciones personales que don Alfonso encuentra en su trabajo es el agradecimiento de la gente, además de conocer a muchas personas y todas diferentes, lo que le hace aprender varias cosas de algunas de ellas.