Los seleccionados nacionales han sido abordados por cazautógrafos alemanes durante su concentración en el país teutón. (El Universal)
La monotonía en la Selección mexicana de futbol se rompió ayer de tajo cuando Ricardo Osorio recurrió a la travesura de infancia al jalar un pie de Paúl Aguilar para que rodara por el césped apenas en la segunda vuelta a trote en la cancha de entrenamiento.
Aguilar cayó casi de bruces con cierta inclinación a su costado izquierdo ante la mirada sorpresiva de Gerardo Torrado, Adolfo Bautista y Pablo Barrera, como los más cercanos, mientras que otros ni cuenta se dieron.
Ni se había levantado el lateral derecho del Tricolor cuando empezaron a escucharse los gritos de sus coequiperos para hacer alharaca de lo sucedido, algo que no se había oído al menos durante la presencia de los representantes de los medios de comunicación.
Por lo demás, fueron entre diez a 15 minutos lo que vieron los reporteros de entrenamiento de los seleccionados sin acciones nada trascendentes, tan rutinarias como cualquier otra, porque el trabajo táctico es a puerta cerrada.