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Buscando seguridad

Las laguneras opinan...

ROSARIO RAMOS SALAS

Su nombre, por favor. Me pide el guardia en la caseta de entrada de un fraccionamiento cerrado. Doy mi nombre.

- ¿Adónde se dirige? Pregunta. Le contesto y le indico el nombre de la familia que voy a visitar.

Me pide entonces una identificación. Le muestro mi credencial de elector, pero el guardia quiere que se la deje, la devolverá cuando salga. No se la puedo dar, le digo. Entonces me contesta diciéndome que no me permite la entrada.

Esta escena se repite en varios fraccionamientos de la ciudad donde las calles que antes eran públicas y cualquier persona podía circular por ellas, ahora se han vuelto privadas.

Los desarrolladores de fraccionamientos han encontrado que este tipo de proyectos residenciales cerrados son más vendibles ya que lo que venden es precisamente seguridad, el que estén cerrados, con portón de entrada para automóviles.

Una vez vendido el fraccionamiento, los vecinos se organizan y contratan sistemas de seguridad que incluyen casetas, guardias, agujas electrónicas, alarmas y cámaras de video.

El problema es que se apropian de la calle y si uno quiere circular libremente no se puede, te detienen, te interrogan, te impiden el libre tránsito y te piden identificación para poder tener acceso.

Los vecinos se han visto obligados a lo anterior debido a que los robos están a la orden del día, que aun con guardias los robos continúan, por eso ahora piden que cualquier persona que va a entrar se identifique, toman el número de placa y el nombre de la persona que se va a visitar. Cuando se han cumplido todos estos requerimientos, se levanta la aguja electrónica y es entonces que se puede pasar.

El argumento principal es que las autoridades no pueden sancionarles por impedir el tráfico de cualquier persona que quiera circular porque como no resuelven el problema de la inseguridad, pues una cosa disculpa a la otra. Tú garantiza tu seguridad privada y yo no te molesto, pareciera decir la autoridad.

Las áreas verdes que cada fraccionamiento debe aportar a la ciudad y que deben ser públicas están, pero dentro del fraccionamiento, por lo cual las personas que no viven ahí no pueden hacer uso de ellas.

La vida para muchas familias de la ciudad transcurre con miedo de que alguien ajeno entre a la colonia y violente alguna de las casas, lo cual puede ser explicable y justificable. Algunas personas me dicen que han sido robadas varias veces y efectivamente la tasa de robos a casas-habitación en la ciudad ha ido en aumento.

Las familias, en un nuevo estilo de vida prefieren vivir aislados de la vida citadina. Ya no existe ese transitar por las calles como antaño se hacía, el caminar o pasear libremente se ha ido perdiendo. Cada familia vive en su pequeño guetto o colonia, protegido por sistemas de seguridad cada vez más sofisticados.

Sin duda la vida ha cambiado. Quizá llegue el día en que cualquier persona buscando seguridad pueda cerrar calles al tráfico libre. Los ciudadanos tenemos el derecho que las autoridades cuiden y salvaguarden el orden en los barrios y colonias. Para eso son los impuestos. Sin embargo, desde hace mucho tiempo que la autoridad ha venido fallando en este asunto. La Policía se ha corrompido, los asaltantes son del mismo bando. Se protegen unos a otros y no hay un castigo para aquellos que cometen un delito.

Como la Policía no garantiza la seguridad, yo ciudadano, habitante de un fraccionamiento cerrado impido el tráfico libre a cualquier persona que quiera entrar a mi colonia. Las autoridades deberían arreglar este tipo de irregularidades. Una solución sería que los vecinos de un fraccionamiento de esta naturaleza compren las calles y paguen por ellas y entonces así ya no serán públicas y podrán dejar entrar a quien ellos decidan y poner las reglas que quieran para que cualquier ciudadano de a pie pueda o no ingresar.

Digo, sería una buena fuente de ingresos para los municipios.

¿Por qué tiembla en la tierra? Un temblor de gran magnitud cimbró a uno de los países más pobres en el mundo. Haití fue sacudido por un sismo de 7.3 en la escala de Ritcher que lo ha dejado devastado y sumido en la desesperanza. Un sismo masivo que nos hace pensar en la fragilidad de la tierra, en las placas que se mueven bajo la superficie y que sin aviso un buen día liberan toda su energía y su furia. Esa es la explicación científica, pero ¿será suficiente para la gente que ha perdido a sus seres queridos? Los seres humanos que pensamos que todo lo podemos nos vemos empequeñecidos ante tamañas catástrofes y descubrimos cuán vulnerables somos. Poco es lo que podemos hacer desde aquí por los haitianos, solamente vivir más conscientes de nuestras limitaciones.

Garzara1@prodigy.net.mx

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