La muerte ya no es sinónimo de enfermedad o accidente, ahora es violenta e inesperada. Los funerales que duraban días quedaron atrás para darle paso a los entierros "exprés", en donde no hay ni tiempo de llorarle a los difuntos.
Y es que hoy en día ya nadie tiene la certeza de regresar con vida a casa porque siempre existe el temor de quedar atrapado en una balacera o ser víctima de algún asalto o secuestro.
El 2 de noviembre es el Día de Muertos, una de las tradiciones más sólidas del país, sin embargo, Ana Margarita Garnier Morgan, tanatóloga, y Roberto López Franco, psicólogo y sociólogo, coinciden en que poco a poco esta fecha va perdiendo su sentido original debido a la oleada de violencia e inseguridad.
"Ahora siempre está presente el temor a la pérdida de nuestra propia vida. Las muertes naturales o accidentales permiten a los deudos llevar el dolor con tranquilidad, pero las violentas e inesperadas son muy difíciles de aceptar", comenta Ana María Garnier Morgan, quien también es terapeuta familiar.
Ahora es común que en muchos casos los familiares ni siquiera alcancen a ver los cuerpos de sus seres queridos, y algunas velaciones se realizan en unas cuantas horas ante el temor de ser agredidos.
Ana Margarita Garnier trabaja en el área de Tanatología del Hospital Universitario, en donde es común el fallecimiento de personas baleadas, "las muertes violentas e inesperadas han complicado los duelos porque los familiares no tienen la oportunidad de despedirse".
Aunque las personas muertas no tengan nada qué ver con grupos criminales pero fallecieron a consecuencia de la inseguridad, para sus familiares es difícil realizar un velorio normal, incluso muchos optan por no asistir a los sepelios y esto dificulta la aceptación de la pérdida.
"Cuando se trata de un enfermo la familia sabe que tarde o temprano se va a ir y se dan la oportunidad de despedirse poco a poco, pero en casos inesperados la resignación tarda en llegar", señala la tanatóloga.
Superar un duelo puede llevar entre uno o dos años aproximadamente, dependiendo de la personalidad de los deudos, pero cuando es violenta el proceso puede durar hasta cinco años o más.
En ese tipo de casos se les sugiere acudir a despedirse al lugar donde está enterrado su difunto, o donde están sus cenizas.
Para la especialista resulta lamentable saber que por la mañana alguien murió asesinado, y esa misma tarde es cremado.
En un entierro, las personas -incluyendo los hombres- tienen permitido llorar, mostrarse débiles, y el no poder hacerlo provoca frustración y tensiones al interior del núcleo familiar, social y laboral.
El miedo a ser violentados después de la pérdida de un ser querido provoca distanciamientos, porque en lugar de que las familias se acerquen para consolarse, terminan separándose.
Una muerte, ya sea natural, inesperada o violenta, implica dolor, pero en el último caso siempre queda la sensación de "me lo quitaron". Cuando se trata de personas desaparecidas es todavía más difícil de superar la pérdida porque al no ver nunca el cuerpo, los familiares siempre guardan la esperanza de que algún día aparecerán con vida, por eso su búsqueda puede convertirse en una obsesión.
"Si bien el saber dónde está enterrado su familiar no les quita el dolor, por lo menos les da un poco de paz y de tranquilidad".
Ante las muertes masivas que se han registrado en los últimos tiempos, la sociedad comienza a desarrollar mecanismos emocionales de defensa. "El ser humano por naturaleza trata de salir adelante y hace como que no le importa o se distrae porque no quiere sufrir ni preocuparse".
Al respecto, Roberto López Franco considera que la sociedad está perdiendo sensibilidad hacia el tema de la muerte, y en consecuencia existe el riesgo de que el 2 de noviembre se convierta en un día en donde ya no hay nada qué festejar.
"Habrá una fiesta popular, por supuesto, y también toda una dinámica cultural que se expresará en esa fecha, pero ya no tiene la misma impregnación de emociones y sentimientos que se le daban anteriormente, como es el hecho de reencontrarse con sus seres queridos".
La muerte y la violencia provocarán que las personas ya no expresen sus emociones, "ahora hasta miedo tienen de acudir a los panteones por el riesgo que existe de quedar atrapados en una balacera o una situación inesperada".
Dice que cada vez será mayor el número de personas que decidan quedarse en casa en lugar de acudir a visitar a sus deudos en los cementerios: "y el sentido de esta tradición se irá perdiendo si el Gobierno no garantiza la seguridad".
Ahora la gente ve a la muerte como algo que le puede suceder en cualquier esquina, comenta el psicólogo.
ANA MARGARITA
Tanatóloga
→ Existe el temor a la propia muerte.
ROBERTO LÓPEZ
Psicólogo
Diferente actitud
La muerte ya no es como antes:
⇒ Ahora son comunes los velorios y entierros exprés.
⇒ Un duelo de una muerte natural puede tardar entre uno o dos años, pero en el caso de una violenta pueden ser cinco años o más.
⇒ Los especialistas coinciden en que la tradición del Día de Muertos irá perdiendo su esencia entre la población por el temor a la inseguridad.
Miedo cotidiano. Debido a la violencia, en la actualidad la gente ve a la muerte como algo muy probable que le puede suceder en cualquier esquina. Además las despedidas del ser querido son breves.
