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CAMBIO CLIMÁTICO

POR SALVADOR KALIFA

La Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas que empezó la semana pasada y termina esta semana en Cancún, fue precedida de mucha alharaca por parte de nuestros políticos, entre los que se encuentran el presidente Felipe Calderón y varios de los legisladores de su partido.

El presidente, por ejemplo, llegó al extremo de culpar al cambio climático, sin evidencia alguna, por los daños que causó el huracán Alex en la ciudad de Monterrey.

Por otra parte, el senador del PAN, Alberto Cárdenas Jiménez, presidente de la Comisión Especial de Cambio Climático, aseguró recientemente que el desarrollo sustentable es "el único camino que nos llevará a salvar a la humanidad".

Como presidente de esa Comisión Especial impulsó hasta el cansancio la iniciativa de Ley General de Cambio Climático, que a fin de cuentas no se aprobó este año, pero que en esencia crearía más burocracia e impondría costos adicionales a las empresas que operan en el país.

Su argumento central era que no debíamos esperar a que "otros países legislen, ni esperemos lo que ocurra en la COP 16, en la 17 o en la 30 y que sigamos todavía con indefiniciones globales...".

El senador panista considera que "México debe ser uno de los cinco países del mundo que mejor enfrente al cambio climático y propicie un crecimiento verde, porque si no nos subimos ahora al tren otros se subirán y sacarán mejor provecho".

Esta actitud de que el ambiente es tan importante que debemos protegerlo lo más posible, sin atención al costo que ello implica, tiene muy poca simpatía entre los economistas.

La razón es que cualquier decisión que se adopte conlleva costos. No hay duda que reducir el calentamiento global, o tener agua y aire más limpios tiene un valor, pero ese valor debe compararse con el costo de obtenerlo.

La comunidad mundial reconoció, desde el fracaso de la cumbre de Copenhague, hace un año, que sus miras tienen que ser más realistas. Desde entonces perdió momento el esfuerzo por evitar un cambio climático severo.

La reunión de Cancún no cambia esa situación. El calentamiento global seguirá su curso, si no por otra razón, por el simple hecho de que la preocupación por el tema no es igual en todos lados.

Los países desarrollados causaron el problema inicial, cuando al crecer no tuvieron consideración de los daños que ocasionarían al medio ambiente. Hoy, que son ricos, se pueden dar el lujo de buscar y aplicar medidas que reduzcan la emisión de gases que contribuyen al calentamiento global.

El problema es que los países pobres no comparten ese entusiasmo, y menos cuando apegarse a esos objetivos se traduciría en un menor crecimiento de sus economías.

Ello explica por qué naciones como China e India, así como otros países emergentes y todos los pobres, no están dispuestos a incurrir en los costos que conlleva una reducción agresiva de emisiones de gases en sus países.

En otras palabras, no tienen prisa en "subirse al tren" del senador Cárdenas Jiménez.

Esa realidad llevó a la revista británica The Economist, a concluir, en su edición de fines de noviembre, que aun cuando se acelere el ritmo actual de reducción de emisiones de gases, lo más probable es que la Tierra estará por lo menos 3 grados centígrados más caliente al final de este siglo, que al comienzo de la revolución industrial.

Esa publicación señala que en dicho contexto la mejor protección contra el calentamiento global es la prosperidad global, aun cuando no sea la solución del problema.

La nota agrega, sin embargo, que si los gobiernos de países pobres no han aplicado políticas económicas sensatas, dejado de robar dinero y hecho las reformas necesarias para poner sus economías en la ruta del crecimiento, la amenaza del cambio climático no los hará cambiar de opinión.

Ese parece ser el caso de México, donde nuestros políticos se esmeran en ser candil de la calle y obscuridad de la casa. En efecto, para el senador panista el cambio climático constituye "la agenda global más relevante que debe ocupar al Senado, la agenda más transversal..., la agenda más importante que requiere de programas, estímulos e incentivos permanentes...".

En cambio, en la agenda legislativa no existen iniciativas que reduzcan las oportunidades de corrupción y enriquecimiento inexplicable de nuestros políticos, así como tampoco hay las que promueven las reformas estructurales que acelerarían nuestro crecimiento económico.

Más grave aún es que no impulsen con la misma fuerza de su agenda del calentamiento global la atención a otro cambio climático que es, sin duda, la principal preocupación de todos los mexicanos, esto es, el creciente e incontrolable clima de inseguridad que impera en el país.

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