Con más de 10 años de enfermedad y 45 años de edad, no fue difícil agendar con ella, una integrante de una asociación de ayuda para enfermos de VIH, dentro de su rutina le sobra tiempo para eso y más. Finalmente concederme la entrevista no fue de su parte un favor, al contrario, su manera de decir que sí, anticipaba lo mucho que le gusta que la escuchen, después lo confirmé.
Sentadas en la sala de su casa, me ofrece un vaso de agua de Jamaica, "es diurética" dice ella: "Ya ves que con mi plan del grupo no me puedo dar el lujo de comer más que el domingo".
-¿Plan del grupo?- Sí, desde hace 5 años entré a un grupo de tragones anónimos y he bajado como 60 kilos, siempre fui obesa, desde niña y eso me traumó, me siento muy bien desde que estoy ahí.
Gran conflicto el que tiene con su obesidad, pero su verdadero problema es el VIH. Se sienta frente a mí, pone su vaso en la mesa y me mira a los ojos como esperando que dé inicio a mis preguntas; ella no sabe que ya empezó a responderlas.
¿Te puedo tutear?
-Sí claro.
-Y en ese grupo del que me hablas ¿qué haces?
-Bueno, pues ¡qué no hago! -ríe con una carcajada contagiosa-, mira pues prácticamente hablo, una de las ventajas de entrar a ese tipo de grupos, es que tienes a alguien que te puede escuchar las 24 hrs del día, cuando uno lo necesite y pues a eso súmale que bajamos de peso por el plan de alimentación, ¡qué más puedo pedir!, tengo muy buenas compañeras en el grupo, me quieren y me siento libre cuando estoy ahí.
-Ya veo, y fuera del grupo, ¿qué haces?, -trabajo, no gano mucho, pero lo necesito, tengo tres hijas y una nieta, ya no las mantengo yo sola, ellas trabajan, pero aun así, no es suficiente.
-¿Y qué edad tienen tus hijas?, -las mayores 24, son gemelas, una de ellas ya es mamá y la menor tiene 21, todas son diferentes, pero cada una se parece en algo a mí - ríe -.
-¿Y viven todas aquí?, -sí, la que es mamá se separó de "aquél" y pues no me queda de otra, es mi hija.
-Me decías que se parecen mucho a ti, ¿en qué aspectos?, ay, pues te diré, es bien difícil ser mamá y más cuando ves tu vida truncada y echada a la basura, es frustrante ver a tus hijas seguir tus pasos y no saber cómo encaminarlas- se queda callada y me ve mientras agarra aire y le toma a su agua- mira, dice, yo siempre fui una niña desorientada, no me importaba nada, ni mi futuro ni mi familia, bueno, si a eso se le podía considerar familia - ríe nerviosa- mi papá siempre trabajaba y mi mamá, digamos, no fue el mejor ejemplo, la verdad nunca nos atendía, entre mis hermanas y yo nos criamos prácticamente solas, así es que no me justifico, pero sí te puedo asegurar que nunca tuve un consejo de su parte y pues a esa edad a todo le entras si no tienes alguien que te diga que no lo hagas. Yo salía con los cholillos del barrio desde muy niña, tenía relaciones con ellos, era "de cascos ligeros" -ríe - y no me importaba.
-¿A qué edad tuviste tu primera relación sexual?, muy joven contesta, ¿cuánto es muy joven?, era muy chavita y no sabía lo que hacía, aparte que no tenía otra cosa que hacer, no me gustó la escuela y dejé de estudiar.
¿Cuándo te casaste?, ¡uy!, eso también fue muy niña, tenía apenas 17 años, me casé con el hombre que me contagió de VIH, de haber sabido ni lo hacía, tanto que anduve ahí dandole vuelo a la hilacha y con el que me quedé, fue el peor.
-Dices que él te contagió, ¿cómo te diste cuenta?
-Pues la verdad no me di cuenta hasta que él murió. Viví muchos años con él y nunca le fui infiel, cuando me casé me dediqué sólo a él. La verdad me asustaban comportamientos que tenía, hacía rituales en el patio, quemaba cosas y rezaba cosas que yo no entendía, no sé por qué no lo dejé, pero no podía, dentro de lo que cabe era una vida "normal", digo, yo nunca conté nada de esto a mi familia, aunque lo que se nota ni se pregunta, ellos nunca lo quisieron. Los primeros años fueron muy buenos, viajábamos y nos iba bien de dinero, ya después no, batallamos mucho y él dejó de preocuparse por la familia, al final era yo la que llevaba comida a la casa y después él empezó a enfermarse y ya jamás se recuperó.
-¿Tú supiste que era de VIH?, ¡no! - dice con un gesto de sorpresa- cómo iba yo a saber, él siempre tomaba proteínas, licuados y cosas así, porque era deportista,
-¿Qué jugaba?, tenis, siempre iba con sus amigos a torneos y los llevaba mucho a la casa, -ríe irónicamente- ¡quién iba a sospechar de un hombre!
-¿Cómo?, te engañaba con un hombre?, -¡con uno o con varios, qué sé yo!, resultó bisexual el "ca...". Fue ahí donde contrajo la enfermedad.
¿Cuándo te enteraste que tú la tenías?, después de su muerte, te digo, él hacía muchos rituales, cosas de miedo, tenía embrujos y cosas así en la casa, cuando enfermó dejó de hacerlas y se la pasaba acostado en la cama, enflacó hasta los huesos, nunca quiso ir a un doctor. Un día empezó a agonizar y lo llevamos al hospital, nos dijeron que tenía VIH y esa misma mañana murió. Yo me hice análisis y resulté positivo, me quería morir, y lo odiaba, pero ya lo perdoné, me siento mejor sin rencor.
-¿Y tú cómo estás?, pues, bien, estable, tomo los medicamentos que me indican, me hago mis chequeos, cuido mi alimentación, me distraigo, me ocupo de otras cosas para no pensar en eso, aunque sé que tarde o temprano va a ocurrir. Antes tenía Seguro porque trabajaba, ahorita mis trabajos son aquí y allá y pues por eso estoy en la asociación, ahí me dan la medicina gratis.
Sus manos muestran el duro trabajo que ha realizado desde hace muchos años, reflejan las cajas que cargó, aquellos pollos asados que vendía, y todas las casas que ha limpiado, así como las alfombras que aspira en algunas empresas actualmente.
¿Sufriste discriminación?, -no, la verdad es que no lo sabe más que mi familia, y nunca me hicieron a un lado, yo era la que me sentía rechazada, pero por mis problemas que traía, cuando entré al grupo encontré paz, y desde entonces estoy más a gusto ahí que en mi propia casa, ya me fui a internar una vez, pero mis hijas me sacaron porque no se las arreglan sin mí, son un desastre -ríe- .
-Tus hijas ¿cómo lo tomaron?, -¡mis hijas!, lloraron.
-¿Podrías decir que les importó?, -ríe- mira, ellas tienen su vida, yo no les dije hasta después de 5 años cuando ya lo había asimilado y ellas habían crecido, entonces cuando vi que estaban haciendo de su vida un papalote se los conté.
-¿Cómo lo tomaron?, -bien, creo que no eran muy maduras, pero ¿quién lo es? Ellas saben que va a llegar el día, pero no las detiene para vivir su vida.
-¿Estás conforme con lo que has hecho en tu vida?, -Sí, la verdad, sí me arrepiento de muchas cosas, incluso con mis hijas, pero he tratado y siempre he hecho lo mejor que he podido, sé que no son un ejemplo de muchachas, yo no fui el ejemplo de mamá, pero me conformo con no verlas seguir mi ejemplo, me da mucho coraje cuando hacen cosas que yo me acuerdo haber hecho también, pero es su vida y tienen que vivirla.
-¿Eres feliz?, -estoy tranquila, me gusta el grupo, trabajo por necesidad, si pudiera no lo haría, no tengo reglas ni a quién darle cuentas, tengo todo en orden, estoy cansada, ya no quiero hacer mucho, pero tampoco me quiero morir. Confío en Dios, tengo fe, y "espero lo que venga".
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