Desde la Tierra de Nunca Jamás hasta la pradera británica de principios del siglo XX, el hada que acompañaba a Peter Pan, Tinker Bell (Campanita, en las versiones de doblaje previo a los efectos de la globalización), consiguió su propio universo de animación digital con la historia Tinker Bell: Hadas al Rescate.
La cinta está lejos de las maravillas para todas las edades de Pixar y bastante cerca de la sensibilidad de clásicos de Disney como Bambi o Dumbo.
Una nena, "Lizzie", de madre ausente sin explicación alguna, padre demasiado ocupado para prestarle atención y un mundo interior que incluye aquel en que las hadas existen aunque no las veamos. Hasta que aparece la verdadera protagonista de esta historia supervisada por John Lassetter -el señor Pixar y mandamás de la división animada de los estudios Disney.
Campanita es un hada artesana que disfruta de arreglar todas las máquinas con las que ella y sus amigas decoran el mundo, además, de explorar los límites de su bosque encantado. Así, la hadita se encontrará de frente con "Lizzie", que confirmará sus fantasías sobre el mundo mágico que su papá, un científico que caza mariposas para clavarlas en sus libros y luego estudiarlas, no acepta.
Ingenuo y dulce aunque un tanto anticuado, el guión -que tiende más de un puente con su texto de origen, el Peter Pan de J. M. Barrie-, no cae en la tentación como muchos en su género del chiste o el guiño para los adultos.
Está claro que el público de referencia son los chicos, para ellos fue pensada y dibujada la historia y no hay línea de diálogo (doblado al castellano para su estreno local) que no apunte a ellos.
Con una animación cuidada, moderna y con influencia del animé, pero sin haber olvidado el conocido y probado estilo Disney, Tinker Bell: Hadas al Rescate, no es la más actual ni atrapante de las historias, pero la inocencia de su relato la convierte en un cuento de y con hadas ideal.