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Candil de la calle

Yo, ciudadano

RAFAEL ÁLVAREZ CORDERO

 H Emos vivido en la última semana una avalancha noticiosa por la enorme tragedia que se abate sobre el país más pobre de América y uno de los más desvalidos del mundo: el terremoto que sacudió a Haití destruyó gran parte de Puerto Príncipe, causando cientos de miles de muertos y más de dos millones de damnificados.

La reacción mundial, a la que no escapó México, fue de solidaridad y ayuda; los países se encargaron de enviar aviones, barcos, médicos, socorristas, soldados etc., con lo necesario para ayudar a quienes salvaron sus vidas, para dar atención médica a los heridos, y sepultar a los muertos.

La magnitud de la ayuda rebasa lo hecho en otras ocasiones, aunque bien se ve que ésta es una tragedia especial porque desde antes del terremoto Haití tenía muchas carencias, económicas, nutricionales, sociales, políticas, no era realmente un país sino una comunidad que a duras penas sobrevivía, y el temblor de tierra acabó con lo poco que había.

Y aquí en nuestro país la respuesta fue sorprendente, hubo centros de acopio en las oficinas de los diarios, las estaciones de radio y de televisión, en escuelas y universidades, en las sedes de los partidos políticos, en las colonias, en las iglesias, en la capital y en todos los estados de la república.

El Gobierno por su parte movilizó a las fuerzas armadas, y envió una abundante ayuda material y humana para aliviar un poco la tragedia haitiana, y los grupos y organizaciones sociales enviaron personal, incluyendo a los famosos "topos", expertos en salvamento de personas atrapadas bajo los escombros; en suma, la respuesta del pueblo y Gobierno de México ha sido admirable.

Al reflexionar sobre el significado de esta expresión humanísima de solidaridad, pienso en mi México, en donde al lado de millones de niños, adolescentes y adultos que están muriendo por obesidad, hubo en 2009 casi nueve mil muertos por desnutrición y casi cuatro mil muertos por anemia, junto a las decenas de millones de mexicanos que no tienen qué comer; además, por inundaciones, deslaves, tormentas y demás, millones que se quedan sin casa y sin techo; llegan las lluvias y nos enteramos de poblados enteros arrasados, llega el frío y sabemos de decenas de muertos por hipotermia, y...

¿Por qué cuando hay algo como lo que sucedió en Haití todos participamos, pero cuando sabemos de tragedias nacionales solamente alzamos los hombros y esperamos que "el Gobierno ayude con el plan DN-3" ?; ¿por qué en nuestra colonia cuando una familia tiene un problema o una tragedia, un robo o un asalto, nos alzamos de hombros y esperamos que "la Policía venga a ver qué ocurrió"?

"Candil de la calle, oscuridad de la casa" suele decirse, y es cierto; ahora que como ciudadanos alzamos la voz para exigir a las autoridades, a los legisladores, a todos los funcionarios que trabajen, sería bueno revisar si a nivel local, en nuestra calle, en nuestra colonia, en nuestro país, podemos ser más solidarios y no sólo ser candiles de la calle y dejar que todo lo haga "el Gobierno".

¿Usted qué opina, estimado lector?

Raalvare2009@hotmail.com

Www.bienydebuenas.com.mx

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