En el mundo del modelaje sigue la disyuntiva entre continuar con la extrema delgadez o darle mayor espacio a los cuerpos con curvas.
En enero de este año, la revista V Magazine causó polémica al dedicar una edición completa a modelos de tallas grandes, la cual trataba de demostrar que las mujeres con curvas también pueden lucir bien en prendas de diseñador.
Las imágenes, protagonizadas por Crystal Renn, famosa por su cuerpo voluptuoso y por aparecer en las páginas de Vogue París, hicieron que nos preguntáramos si había llegado el momento de transformar los estándares de belleza.
La disyuntiva continúa. Las modelos gruesas están ganando terreno; sin embargo, las flacas siguen siendo las favoritas de editores, fotógrafos y modistos.
Los trastornos alimenticios están a la orden del día y hasta Anna Wintour, editora de Vogue EU, famosa por promover la delgadez hasta en su propio equipo de trabajo, ha tenido que impulsar una campaña para evitar la presencia de jóvenes esqueléticas en el mundo de la moda.
Pero estudios, como el realizado por la Universidad de Arizona, señalan que el público femenino que mira anuncios con modelos de talla grande tiene una baja autoestima y un menor deseo de consumir los productos que promocionan.
¿QUIÉN GANA? La belleza depende del cristal con que se mire, pero la industria fashionista suele ser más severa al respecto. Para editoriales de moda tiene a sílfides como Daria Werbowy, para trajes de baño y lencería a guapas del estilo de Bar Refaeli, y para tallas grandes a Crystal Renn.
Pero, ¿qué sucede cuando estos escenarios y modelos se mezclan? ¡Controversia y contradicción total! En los últimos seis meses, han surgido diferentes ejemplos para probar que la batalla de la carne contra el hueso está lejos de señalar a un ganador absoluto.
En marzo, Marc Jacobs presentó su colección de otoño para Louis Vuitton. Además del diseño de las prendas, el cual tenía una silueta menos espigada, lo que capturó la atención de los asistentes fue el casting de modelos, que unió a las skinny de siempre con las curvy que estaban vetadas en este tipo de desfiles.
Adriana Lima, Laetitia Casta, Bar Refaeli y Rosie Huntington-Whiteley abandonaron sus bikinis para hacernos creer que los senos grandes y las caderas prominentes estaban a la alza. Finalmente, sólo se trató de un espejismo.
En efecto, hace unas semanas la firma dio a conocer las imágenes de su campaña invernal, donde no aparece ninguna de estas saludables chicas y sí la delgadez de Natalia Vodianova, Karen Elson y Christy Turlington, dejando en claro que lo otro sólo fue una estrategia mercadológica o un capricho de diseñador.
Quien también protagonizó un episodio similar fue Crystal Renn. En la pasarela de Chanel Resort 2011, la estadounidense figuró entre un mar de huesos.
Los y las amantes de la moda no podían creerlo, ¿de verdad el káiser lucía sus creaciones en un cuerpo voluminoso? El hecho era más sorprendente a la luz de que Lagerfeld ha sido un crítico feroz de la tendencia pro modelos gorditas. El resultado de la participación de Renn fue.ambivalente. Sí, Crystal vistió las prendas de Chanel, pero su físico no era el mismo, pues había bajado de peso.
Entonces, ¿qué quiere verdaderamente la industria y el público? Ésa es la pregunta del millón, sobre todo, cuando por un lado, nos enteramos que Glamour y Elle Francia dedican sus páginas a modelos rellenas y, por el otro, escuchamos a diseñadores como el inglés Julien MacDonald decir: "Si eres talla 14 y te encuentras en un cuarto lleno de tallas 8, estás en la habitación equivocada".
¿DÓNDE QUEDÓ LA MESURA? No se trata de irse a los extremos y elegir entre la famélica y la que tiene 20 kilos de sobrepeso. Ninguna de las dos representa una imagen real o saludable.
Que una chica sea delgada no quiere decir que tenga anorexia y el que existan mujeres obesas no obliga al medio a tener que convertirlas en modelos. El diario The New York Times señala que lo mejor sería adoptar la figura promedio.
En una pasarela, lo que debe sobresalir es la ropa y no el peso de las modelos. Cuando esto sucede, se origina una polémica que, más allá de generar un cambio, confunde y divide a las personas.
Las representantes del modelaje están siendo víctimas de la discriminación. Las flacas se ven obligadas a subir de peso y las regordetas a reducirlo, ¿qué patrón se busca? El punto medio. Aunque parece que la industria todavía no está dispuesta a aceptarlo.