"Las elecciones se ganan y pierden principalmente porque la gente vota en contra de alguien y a favor de nadie."
Franklin B. Adams
L PRI no consiguió el carro completo que quería. Perdió Oaxaca, Puebla y Sinaloa, un golpe bastante fuerte para un partido que afirmaba ganaría todas las contiendas. Claro que al obtener nueve de 12 gobiernos estatales -entre ellos Aguascalientes y Tlaxcala, que estaban en manos del PAN, y Zacatecas, que controlaba el PRD, así como los cinco municipios de la otrora panista Baja California-se consolidó como la mayor fuerza política del país.
La alianza entre el PAN y el PRD no fue el fracaso que muchos pronosticaron y que llevó al secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, a renunciar al PAN. Ninguno de los tres estados en que triunfó esta alianza había sido gobernado con anterioridad por otro partido que el PRI. No sorprende que tanto el panista César Nava como el perredista Jesús Ortega hayan mostrado amplias sonrisas desde el domingo por la noche.
Los triunfos de la alianza PRD-PAN en Oaxaca y Puebla se lograron a pesar de la fuerza de los aparatos estatales encabezados por los gobernadores Ulises Ruiz y Mario Marín. En Sinaloa, la tierra del Maquío, el PAN siempre ha tenido fuerza. Sin embargo, el candidato que ha ganado Sinaloa, Mario López Valdez, Malova, era priista hace apenas unos meses. De hecho, también Gabino Cué de Oaxaca y Rafael Moreno Valle de Puebla fueron priistas, aunque abandonaron el tricolor hace ya algunos años. Al final, todos los que ganaron cargos de gobernador este 4 de julio son o fueron miembros del PRI.
En Hidalgo Xóchitl Gálvez de la alianza PAN-PRD tuvo un desempeño muy superior al que pronosticaban las encuestas, pero no lo suficiente para el triunfo. De hecho, Gálvez se queja de que las encuestas fueron parte de una intervención masiva del gobierno hidalguense a favor del candidato del PRI, la cual se manifestó en un gasto excesivo de campaña, entregas de despensas, inequidad en los medios locales de comunicación e incluso una irrupción armada de la Policía estatal en su casa de campaña.
Las intervenciones de los gobiernos estatales, particularmente del PRI, fueron constantes en esta campaña. En Veracruz el gobernador Fidel Herrera respaldó con fondos públicos a su candidato, Javier Duarte, a pesar de lo cual el panista Miguel Ángel Yunes estuvo a punto de ganarle la elección. Si Dante Delgado hubiera apoyado a la alianza, en lugar de postularse nuevamente por los partidos de izquierda, el PRI habría sido derrotado.
Las divisiones han sido una vez más la principal razón de las derrotas de los partidos en el poder, a pesar de los medios extraordinarios de manipulación electoral con los que éstos cuentan. El PRI fue vencido en Sinaloa por dividirse y provocar la salida de Malova; el PRD en Zacatecas, por el pleito entre la gobernadora Amalia García y los hermanos Monreal; el PAN en Aguascalientes, por la división entre el gobernador Luis Armando Reynoso y la dirigencia nacional panista que postuló al perdedor Martín Orozco.
La abstención fue muy alta en buena parte del país. En Tijuana alcanzó el 69.8 por ciento, en Chihuahua el 64 por ciento y en Tamaulipas el 60.7 por ciento. Incluso un estado con resultados cerrados, como Veracruz, tuvo una abstención de 42.8 por ciento. Claramente hay un desencanto con los procesos electorales. En un estado como Chihuahua, esta abstención significa que el candidato ganador está siendo electo con el voto del 19.5 por ciento de los electores. ¿Qué legitimidad puede tener un gobernador con ese pobre apoyo popular?
VICENTE GUERRERO
Un grupo de pobladores del municipio de Vicente Guerrero, Puebla, no estuvo de acuerdo con los resultados de la votación y retuvo este domingo a unos funcionarios electorales. Hasta allí llegó al parecer el mensaje de la primera sala de la Suprema Corte en el sentido de que es correcto privar de la libertad a funcionarios públicos, siempre y cuando esto se haga en el marco de una protesta social.
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