"Lo de ella fue un accidente que nos puede pasar a todos."
Juez Celia Marín Sazaki
Las buenas conciencias están más irritadas que nunca. No les interesa la muerte de 72 indocumentados en el municipio de San Fernando en Tamaulipas, ni la petición del IFE por un presupuesto de 10,499 millones de pesos de dinero de los contribuyentes, un aumento de 21 por ciento sobre el nivel de 2010. No, lo que les inquieta es que Celia Lora haya quedado en libertad sustitutiva de una condena de cuatro años por homicidio culposo agravado después de 110 días de cárcel.
Celia Lora sin duda cometió una falta. El 4 de mayo perdió el control de su vehículo y tuvo un accidente que le costó la vida a un padre de familia, Pedro Ávalos Corona. Ella misma ha reconocido que había bebido, a pesar de que no se le hicieron las pruebas pertinentes a tiempo. La juez 30 penal del reclusorio sur, Celia Marín Sazaki, bajó la pena de cuatro años y nueve meses a cuatro años, lo cual le permite gozar de libertad condicional. ¿Las razones? Ella no fue la única responsable del accidente (otro vehículo estuvo involucrado) y los Lora han pagado una indemnización a la familia del fallecido que rebasa ampliamente lo que dicta la ley.
El que Celia haya estado en la cárcel más de tres meses, indemnizado a los familiares de la víctima y cumpla con todos los requisitos de una libertad condicional, no la ha exentado de ataques en los medios. Muchos comentaristas han presentado su caso como un ejemplo de impunidad y han insistido que la joven debió haber cumplido su condena de cuatro años en la cárcel.
La verdad es que las cárceles no deben ser usadas para castigar a gente que no representa un peligro para la sociedad. Una de las razones por las que los presidios de nuestro país están saturados, lo que fomenta la corrupción, es porque están llenos de personas que no son una amenaza para nadie: el muchacho al que se detuvo con dos cigarrillos de marihuana en vez de los cinco gramos permitidos, el joven que realizó un robo sin violencia de unos cientos de pesos o la joven que tuvo un accidente de tránsito.
La idea de que Celia tuvo un trato preferencial por ser hija de Alex y Chela Lora es simplemente falsa. Hay buenas razones para pensar que el choque no lo provocó ella sino otro conductor. Si bien no se le practicaron pruebas de alcohol, por lo que legalmente no se puede demostrar que estaba ebria, ella misma ha reconocido haber bebido vodka. En todo el proceso, de hecho, buscó siempre enfrentar sus responsabilidades legales. De no haber sido por la presión de los medios, seguramente no habría estado más de tres días en la cárcel.
La familia de Celia ha respondido con generosidad ante la familia de la víctima. No sólo pagó los gastos funerarios de Ávalos Corona sino una indemnización ampliamente superior a la que exigen nuestras (insuficientes) leyes. El castigo, por otra parte, no ha terminado. No sólo no podrá conducir un vehículo durante cuatro años, sino que la autoridad tendrá la posibilidad de supervisar su comportamiento. Hay razones para pensar que ha aprendido su lección.
Quienes exigen para Celia una pena de cárcel no entienden que hay muchas maneras de pagar una falta que no sea la privación de la libertad. De hecho, si insistimos en encarcelar a personas que no representan un peligro para la sociedad, seguiremos teniendo prisiones saturadas y marcadas por la corrupción.
Toda muerte humana es una tragedia difícil si no imposible compensar con una indemnización. Pero de nada nos sirve encarcelar a personas que simplemente cometieron un error, en el que seguramente también han caído quienes desde los medios exigen encarcelar durante años a una joven sólo por ser hija de padres famosos.
MEXICANA
Mexicana de Aviación ha debido ya suspender vuelos. Es importante que el gobierno no intervenga para rescatarla. Estos rescates han generado el círculo vicioso que ha hecho que tengamos un mercado tan ineficiente de aviación comercial.
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