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Cereso podrido

NUESTRO CONCEPTO

La revelación hecha por la Procuraduría General de la República sobre la participación de reos de Gómez Palacio en homicidios múltiples en Torreón es inverosímil. Saber que ya ni siquiera las cárceles sirven para contener a los delincuentes, sino que éstos pueden entrar y salir para cometer más delitos, es aterrador.

El anuncio hecho ayer por el secretario de Gobernación, Francisco Blake, sobre el involucramiento de funcionarios del Cereso de Gómez Palacio en tres ejecuciones múltiples en Torreón lleva a la conclusión de que el Gobierno de Durango, lejos de ayudar a combatir el crimen, lo solapaba.

La vinculación de los reos a la masacre del bar “Ferrie” en enero indica que la entrada y salida de internos con autorización de la directora llevaba más de medio año ocurriendo. En ese lapso, ninguna autoridad local había detectado la situación o, si en la Secretaría de Seguridad Pública estaban al tanto, nada se hizo.

La responsabilidad del gobernador Ismael Hernández Deras es ineludible. Él afirma que los funcionarios involucrados cometieron una “traición” a la sociedad, pero omite señalar que él es el responsable último de esos nombramientos, hechos a través de su secretario de Seguridad Pública, Valentín Romano. Hernández Deras no puede alegar ignorancia, pues como autoridad era su deber estar al tanto de lo que ocurría.

Otra gran responsabilidad está en el Gobierno Federal. El caso del Cereso de Gómez Palacio debe alertarlos sobre los peligros de tener reos del fuero federal en penales estatales que son incapaces para albergarlos. Ya hay una muestra del poder de los grupos criminales en la forma en que se apropiaron del penal gomezpalatino.

Hasta ahora las autoridades federales han volteado a otro lado a pesar de constantes llamadas de advertencia. No hicieron nada tras la irrupción de un grupo armado en el Cereso de Torreón en enero de 2009, para matar a dos internos y rescatar a nueve. Tampoco se hizo nada el año pasado cuando riñas en el penal de Gómez Palacio dejaron 20 muertos.

La sociedad lagunera tuvo que soportar tres masacres para que finalmente la podredumbre de las cárceles saliera a la luz. Ojalá no tengamos que soportar otra para que las autoridades de todos los niveles decidan una acción contundente contra el crimen en la región.

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