"Solamente quien construye
El futuro tiene derecho
A juzgar el pasado."
Friedrich Nietzsche
El desplome parcial del escenario no impidió que se llevara a cabo el concierto de Elton John en Chichén Itzá este 3 de abril. Resultó falsa la idea que la falta de un ritual propiciatorio a los aluxes, esos diablos de la mitología maya, haya sido la razón de la caída. La propia gobernadora de Yucatán, Yvonne Ortega, me dice que, como en todos los conciertos en Chichén, en éste también se llevó a cabo el usual acto con el que se busca el permiso del dios Chac.
Al final el concierto fue un éxito. A pesar de ser sábado de Semana Santa, el lugar se encontraba lleno a reventar (yo agradezco a Buchanan's haberme invitado). Una luna casi llena se levantó mágicamente entre la pirámide y el escenario al cierre del espectáculo, como si el propio Chac hubiese escogido este gesto para mostrar su beneplácito.
El concierto se registró en un momento en que el futuro de Chichén Itzá se está definiendo. Hace unos días se dio a conocer el acuerdo por medio del cual el Gobierno de Yucatán compró en 220 millones de pesos el predio. Éste era propiedad de Hans Thies Barbachano, quien durante años peleó en los tribunales los intentos por despojarlo. Yvonne Ortega logró con persuasión lo que el Gobierno Federal no pudo conseguir por la fuerza
Durante mucho tiempo México ha tenido una política que tiende a destruir nuestro patrimonio cultural. Cuando se encuentra algún vestigio arqueológico, el Gobierno Federal busca quedarse con el predio o aplica enormes restricciones a su uso. El resultado es que los propietarios, en lugar de ver el hallazgo como una oportunidad, lo consideran una amenaza.
Muchos propietarios prefieren destruir los tesoros en sus predios antes que permitir el despojo. Los lugares que se apropia el Gobierno, por otra parte, permanecen usualmente abandonados ya que el INAH no tiene los recursos para conservarlos, restaurarlos, establecer museos de sitio o promoverlos.
Además de la destrucción de vestigios, esta política ha generado un mercado negro en piezas arqueológicas. Como éstas se consideran propiedad de la nación y se prohíbe su exportación, ha surgido un mercado negro que impide mantener un registro completo que pueda ser usado para la investigación.
La resistencia de algunos grupos políticos a que se haga uso de estas zonas históricas para conciertos, exposiciones o espectáculos de luz y sonido es una amenaza constante también contra nuestro patrimonio. Mientras que otros países del mundo han convertido estos espectáculos en una forma de promover el conocimiento del pasado, los puristas en México quieren prohibir ese tipo de actividades.
Un concierto como el de Elton John en Chicén Itzá da la oportunidad de presentar una imagen positiva de México, diferente a la de las balaceras y las ejecuciones. Por supuesto que tiene que haber una supervisión de la autoridad, del INAH, para certificar que no haya daños al patrimonio; pero pretender ocultar estos tesoros históricos en nada ayuda a nuestro país o a las comunidades que viven en una gran pobreza en los alrededores.
Hoy la responsabilidad de aprovechar el patrimonio de Chichén Itzá le tocará al Gobierno de Yucatán. Creo que se habría logrado un uso más productivo si se hubiera permitido a los dueños privados del predio desarrollarlo y promoverlo. Esperemos, sin embargo, que el Gobierno tenga la imaginación y los recursos para que Chichén Itzá sea cada vez más reconocido en el mundo y genere un flujo turístico creciente para beneficio de los mexicanos.
La Procuraduría del Estado de México ha solicitado el levantamiento del arraigo de los padres y las nanas de Paulette Gebara. Esto es difícil en el ambiente de linchamiento que se ha generado, pero es justo. El arraigo, que la Suprema Corte consideró inconstitucional hace algunos años sólo para que los legisladores lo hicieran parte de la Constitución, es una detención sin respeto a las garantías individuales de una persona.
