Fe. Cientos de miles de feligreses llegan a Basílica de Guadalupe.
Gregorio se secó las lágrimas que corrían por sus mejillas chapeadas y explicó que cuando salió del baño, su abuela y su tío ya no estaban donde él los había dejado, que los vio alejarse. Entonces, en medio de la multitud de peregrinos en el atrio de la Basílica de Guadalupe, decidió perseguirlos.
Pero no los alcanzó. Sus ocho años de edad lo convirtieron en un ser vulnerable, a merced del ir y venir del gentío de La Villa, en donde se concentraron, al menos hasta las cuatro de la tarde, más de un millón 320 mil personas, según el reporte de la delegación Gustavo A. Madero.
Para las 24:00 horas, las autoridades esperaban a seis millones de peregrinos. Con el paso de las horas se multiplicarían, sobre todo, después de las cinco de la tarde.
La delegación reportó, hasta las 21:15 horas, saldo blanco. Sólo se dio a conocer un accidente en la autopista México-Puebla, con saldo de ocho lesionados tras ser impactada una camioneta con peregrinos.
Sin timidez de por medio, Gregorio se acercó a un trío de hombres que no le ayudaron. Triste, buscaba el rostro de sus familiares. Al atrio no dejaban de llegar desde todos los puntos procesiones de danzantes, ciclistas, los que llegan de rodillas o corriendo y caminantes cargando cobijas, bebés y a la infaltable Virgen morena.
"Mi abuela se llama Enriqueta Cardozo", dijo el cual lo acompañó hasta la zona de voceo del atrio del templo, en donde lo interrogaron para recrear los hechos. Vino de un pueblo que no supo pronunciar bien, pero sin decir 'no sé'.
Gregorio es un niño muy inteligente. Nunca soltó el par de chamarras que cargaba. Despeinado por la desesperación, sus ojos buscaban incesantes entre las caras de la gente. Y describió la ropa de su abuela, dio el nombre de su tío y dijo de memoria su nombre y apellidos.
La claridad de las respuestas que dio permitió que el personal de Locatel encontrara a sus familiares.
