Clasificación:
Mi gran problema con El Libro de los Secretos es que no logro tragarme la premisa.
Denzel Washington es un peregrino que vaga por los Estados Unidos post-apocalípticos, defendiendo una carga preciosa, la última Biblia, que fuera salvada de la hoguera y debe ser puesta a buen cuidado en algún lugar de la costa oeste.
Un conflicto religioso, según se nos informa, desató una conflagración nuclear, y los pocos supervivientes, luego de desquitar su rabia contra el Buen Libro, llevan 30 años arrebatándose lo que queda del país, que es bien poco.
¿Ve cuál es el problema? Me creo el conflicto, las bombas y el salvajismo; lo que no concibo es que los norteamericanos culparan a La Biblia de nada. Por el contrario, pienso que sería el último libro en desaparecer. Y muy probablemente la sangre del solitario y final ser humano escurrirá sobre un altero de Biblias sin abrir.
Por lo demás, El Libro de los Secretos es una experiencia interesante, aunque aporte poco al subgénero apocalíptico de la ciencia-ficción. Es un Mad Max corregido, en el que el escaso líquido vital no es la estúpida gasolina sino, por supuesto, el viejo H2O.
El aplomo de Washington, predicador que predica con el machete, nos guía tranquilamente por los paisajes devastados, con la seguridad de que todo saldrá bien, así se enfrente a la deliciosa villanía de Gary Oldman, que ambiciona el libro para utilizarlo, por las mismas razones y con el mismo cinismo que un predicador televisivo.
Washington triunfará, más que por su fe, por su dominio del ninjutsu, arte marcial que debió aprender en un versículo que no recuerdo. Y lo recordaría, créame, ya que hace poco más de 10 años me impuse, y cumplí, el reto de leer la Biblia completa, no sé por qué. Como no sé por qué, de un libro tan, tan largo, los guionistas insisten en citar el mismo salmo. Hay 149 además del 23, y algunos son casi igual de buenos.
Basada en otro par de libros famosos y con la misma tendencia a ser malinterpretados, Alicia en el País de las Maravillas es la oscura lectura que Tim Burton hace de Lewis Carroll, y con la que habré de conformarme, ya que dudo que se cumpla mi fantasía de ver una adaptación de David Lynch.
La cinta es muy digna de verse, pero aún no decido si enriquece o no la obra de su autor.
Ahora me inclino por el no. En todo caso, la cinta será memorable por las principales virtudes de Burton, que son la interpretación bipolar de los temas y su imaginería multicolor, pero soterradamente lúgubre.
O bien, será olvidada por sus conocidos defectos, es decir, sus excesos churriguerescos y falta de cohesión argumental. El tiempo dirá.
Ya ven, queda poco hoy de Willy Wonka, pero Sweeney Todd, una cinta adulta y para adultos, ha crecido. Quizá Burton ya está en momento de hacer lo que nunca nadie obligó al infernal Marcial Maciel: alejarse de los niños.
Mínimo:
Máximo:
