Antes de comentar Desde Mi Cielo quiero enviar, con un mes de atraso, pero con inmenso cariño, una felicitación al gran Pancho Sánchez por el reconocimiento que se le hizo en la Feria Internacional del Libro en el Palacio de Minería, allá en el defectuoso.
Pancho, que como guionista triunfador colecciona cuanto premio puede otorgar del cine nacional, también ha sabido enfrentar, con humor e inquebrantable pasión por el cine, las traiciones habituales de las políticas culturales tercermundistas, los públicos caprichosos y su propio cuerpo septuagenario. Va para ti un abrazo, querido Pancho, con la representación del añejo amor de mis padres y mi creciente admiración de alumno.
En aras de la coherencia, al adaptar el bestseller The Lovely Bones, Peter Jackson debió crear una trilogía como El Señor de los Anillos. Desde Mi Cielo propone un matrimonio extraño, que incluso se antoja malsano, de tres líneas argumentales poderosas que conocemos bien por separado, pero que en reunidas y mezcladas con talento prometían un nuevo y estremecedor cóctel.
Una, la del asesino en serie preparando sus ataques en medio de una comunidad despreocupada. Otra, la de los padres desconsolados venidos a investigadores amateur. Y finalmente, la de la muerte como abigarrado plagio visual de la vida: el más allá que es como el acá, pero más, ¡más!
El cine, como las religiones cristianas, no tiene empacho en recetarnos descripciones minuciosas y recorridos exhaustivos por cada rincón del infierno y el purgatorio. Pero cuando se requiere describir el paraíso, se amparan en evasivas beatíficas y película sobreexpuesta.
Reconocen de esta manera que para el ser humano es más fácil entender el dolor absoluto que la paz infinita. En Desde Mi Cielo, una chica horriblemente asesinada por un psicópata, vaga por un más allá campestre y psicodélico, que refleja de manera fotostática más que metafórica, el estado de ánimo propio y de sus padres. Jackson nos induce a creer que el fantasma participará de manera activa en la resolución de su propio asesinato, como en algún mal show de televisión, pero no; sus intervenciones serán sumamente sutiles, cuando no inútiles.
Los padres mientras tanto, sumidos en comprensible desconsuelo, lidian de distintos modos con la tragedia. La madre huye de casa y el padre, irritado por la ineficiencia de la policía local, adopta el método mexicano de investigación criminal: presumir la culpabilidad de todo el que se le ponga enfrente. Jackson tiene dificultades para encontrar el tono de la cinta, y la prueba es que su trama más fuerte y mejor construida, la del asesino en serie, debe diluirse para forzarla a que encaje en la historia edificante. Será culpa del material original, o será del director, el caso es que Jackson, quien es capaz de adaptar como los propios dioses, esta vez fue expulsado del paraíso y condenado al purgatorio de las opiniones divididas, el limbo de cintas interesantes, pero olvidables.
