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CINECRÍTICA

Nunca digas siempre jamás

MAX RIVERA 2

Muchos lo habíamos olvidado, pero la original Shrek fue la primera cinta en ganar un Oscar a Mejor Película Animada, categoría que se creó en el 2001.

Ese año le ganó a Jimmy Neutron, de Nickelodeon, y a Monsters, Inc, de Pixar. Shrek resultó un exitazo de taquilla, y demostró al mundo que los estudios Disney y Pixar no se irían solos por el camino de la animación 3D; que incluso, de vez en cuando, les comerían el mandado. También fue el último clavo sobre el ataúd de la animación 2D. O mejor dicho, si queremos ser optimistas respecto al futuro de la animación tradicional, el último cubo de hielo en su cámara criogénica.

Ya llegó la cuarta película en la serie del ogro verde, que nos juran será la última. Cuando formulan este compromiso fatal, es evidente que los realizadores se sienten obligados a preparar una despedida agridulce, con una dosis mucho más alta de sentimentalismo que de referencias a la cultura pop.

Desde la primera Shrek, sus creadores apostaron por los públicos adultos, al incluir referencias y chistes que para los más pequeños pasarían desapercibidos. En Shrek Para Siempre, la historia misma se basa en un problema totalmente adulto: la crisis de la mediana edad o de los 40, lo que acontezca primero.

Según dicta el cliché, en esta etapa (que los niños no sabrán reconocer así sean sus víctimas en ese preciso instante), un hombre casado, con hijos y trabajo estable, empieza a cuestionar su condición doméstica y decide rebelarse, con resultados ridículos o catastróficos. Shrek explota durante la fiesta de cumpleaños de sus niños, un momento que cualquier padre reconoce como de presión extrema. Ahí se encuentra con el taimado Rumpelstiltskin, un brujo o duende o gnomo o abogado que lo enreda cual cordero para que firme un contrato leonino. De acuerdo al pacto Shrek obtendrá 24 horas de libertad y relajo a cambio de un día cualquiera de su infancia, uno que ni siquiera recuerda. Por las mañas del duende, Shrek pierde el día más importante de su vida. ¿Y qué día es ese? Es una pregunta digna de la Esfinge. O de Rumpelstiltskin.

No será tan emotiva y potente como Toy Story 3, ni de lejos, pero Shrek Para Siempre termina siendo una despedida suficientemente emocional y muy divertida, que juega con un concepto bien amado por los fans de la ciencia ficción, el de los universos alternos. Según aprendimos con Shrek 4, no hay mejor forma de reavivar el amor que olvidar, perder y volver a conocer.

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