El ejército de los Estados Unidos, bendecido con un presupuesto casi ilimitado, ha hecho una buena cantidad de inversiones de dudosa inteligencia.
Un buen ejemplo es el programa Star Wars, un proyecto delirante que pretendía crear un domo virtual que protegiera todo el territorio norteamericano de los misiles atómicos soviéticos. Fue un sonoro fracaso, aunque de él se derivaron tecnologías con aplicación práctica. Cabe suponer que como Star Wars hay muchas pifias menos conocidas, y que tras cada innovación militar exitosa, hay decenas de decepciones que acaban con carreras promisorias y devoran dinero de los contribuyentes.
Como sabemos la carrera armamentista no se limita al campo tecnológico. Infinidad de horrores y ridículos bélicos se han cometido en el poco mesurable campo de la psicología, que luego resultan tener uso práctico en la publicidad.
Pues bien, Hombres De Mentes nos lleva más allá, pues narra la historia una operación militar parapsicológica gringa que buscaba derrotar al enemigo con el puro poder de la mente. La cinta asegura estar basada en algunos hechos reales, y contiene tantos absurdos y extravagancias que la mayor parte debe ser cierta.
Ewan McGregor (el Obi Wan de otra saga) interpreta a un reportero novato ansioso de encontrar una historia que le de prestigio y valía ante su esposa infiel. Por ello se lanza a Irak, donde se une a la misión de un militar retirado, interpretado por el comediante nato George Clooney. El ex militar asegura poseer poderes mentales, aunque vemos que sus habilidades de combate serían más atribuibles a su entrenamiento regular. Revela que perteneció a una unidad especial de la armada llamada El Ejército de la Nueva Tierra, especializada en espionaje extracorporal, adivinación e invisibilidad a nivel subatómico. Y en el consumo de drogas recreativas, claro.
La película nos lleva de flashback en flashback, para conocer al Ejército De La Nueva Tierra en sus tiempos de gloria: los psicodélicos ochenta. El fundador, un increíble Jeff Bridges, les enseña a sus reclutas a utilizar ese mítico 85 por ciento del cerebro, del que se supone no sacamos provecho ni nosotros ni el ácido lisérgico. Al mismo tiempo avanza por un Irak plagado de miedo y contratistas privados en secuencias que de pronto recuerdan películas más serias sobre la guerra en Oriente Medio, alguna con el propio Clooney.
Hombres de Mente es una farsa sentimental, con un sentido del humor que no resultará atractivo a todos los gustos. Pero si llega a coincidir con su particular sentido de ironía y sorna, se pasará usted un muy buen rato durante los primeros dos tercios de la cinta. Luego pierde algo de foco, aunque nada que afecte la buena impresión del arranque.
Hombres de Mente no pretende ser sólo una comedia, tiene cosas que decirnos sobre la estupidez de la guerra y nuestra condición como humildes habitantes del planeta. Son mensajes dichos medio en serio, medio en broma, que quizá se reactiven luego y le hagan mejor persona. Tras haber estado flotando en ese tibio, esponjoso y multicolor 85 por ciento de su cabecita loca.
