Amor Sin Escalas me gustó bastante, al menos durante su primera hora, pero por favor aguánteme tantito, mientras le hablo de otra película que le aseguro viene al caso.
Se trata de Collapse, un aterrador documental realizado por Chris Smith. Collapse consiste, casi únicamente, en un viejo reportero y posible paranoide llamado Michael Ruppert, hablando con su entrevistador. El tema es el "peak oil", es decir, el momento en que la extracción mundial de petróleo llegó a su máximo e inicia un declive inevitable.
Según sostiene Ruppert, y para ello presenta evidencia inquietante, el peak oil ocurrió en 2004 o 2005, y faltan escasos 20 o 30 años para que la escasez comience, venga el caos y después, el final de la civilización como la conocemos.
De hecho, el caos económico comenzó ya. Está en todos lados, en manifestaciones diversas, y el peak oil es el hilo que las enhebra a todas. No existe sustituto viable para el petróleo, alega convincentemente Ruppert. Ninguno. Y de todos sus usos, uno de los más estúpidos es quemar grandes cantidades para transportar a una sola persona en un vehículo pesado.
Coincidentemente, esos son los temas que me hicieron entrar en conflicto con Amor Sin Escalas: crisis económica, desempleo y dispendio de combustible.
George Clooney interpreta a un liquidador profesional, solitario y seguro. Él se encarga de notificar al personal superfluo su nueva condición de desempleados. Lo hace, según él, de manera delicada y profesional, soportando con el estoicismo que la paga segura le concede, los llantos, desplantes y furia de sus notificados.
La "Gran Recesión" estadounidense ha traído prosperidad a su negocio. El personaje de Clooney resiente ese aspecto de su trabajo, pero adora viajar. Atesora tarjetas de clubes de viajeros, privilegios de aerolíneas, renta de autos de lujo y check-in sin espera en hoteles business class. Sin embargo, una nueva chica en la oficina amenaza su confort: una recién graduada fría e inexperta que propone a su jefe ahorrar gastos en viajes y despedir a los empleados por video chat.
Jason Reitman nos propone una comedia romántica chispeante, de ironía inteligente, que transcurre deliciosa hasta la marca de la hora, cuando el centro moral y la congruencia en el comportamiento de los personajes se le empiezan a ir por todos lados.
A Reitman le gusta coquetear con temas grandes e importantes, y de modo contraproducente invoca cuestiones más profundas que la triste y merecida soledad del liquidador, único asunto en el que está dispuesto a profundizar.
Parecen preocuparle los desempleados, pero termina utilizándolos como poco más que utilería. Hasta los métodos de la chica nueva, en apariencia desalmados, acabaron pareciéndome los apropiados para la nueva crisis de energéticos.
Usted podrá pensar que Collapse, el peak oil y todo eso, me han envenenado el corazón contra una simple comedia. Pero le aseguro que en la mente de Reitman, y de muchos votantes del Oscar, Amor Sin Escalas es mucho más que una comedia.
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