"Hay que mirar los
Triunfos y las derrotas
Con la misma cara."
Eduardo Frei Montalva
Hay razones que explican que Chile se haya convertido en las últimas décadas en el país más próspero de Latinoamérica. Una de ellas es la civilidad de su clase política.
Este domingo 17 de enero se llevó a cabo la segunda ronda en las elecciones presidenciales chilenas. Triunfó Sebastián Piñera, candidato de la Coalición por el Cambio, de Oposición, frente al ex presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle, de la Concertación, alianza entre el Partido Socialista y la Democracia Cristiana que ha gobernado Chile desde 1989, tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet.
Los medios de comunicación han prestado una gran atención al hecho de que ha triunfado la derecha sobre la izquierda. Me parece, sin embargo, que eso no es lo significativo. La civilidad de las fuerzas políticas es la mayor lección y la más clara explicación de por qué Chile se ha convertido en un ejemplo para toda América latina.
Michelle Bachelet, la presidenta socialista del país, abiertamente expresó su respaldo a Frei en la campaña y el día de la votación. Nadie protestó ni argumentó que esto invalidaba la legitimidad de la elección. A nadie sorprendió, por otra parte, que el candidato opositor ganara. La popularidad de Bachelet no tenía por qué traducirse en un respaldo automático de la población al candidato de su coalición.
La clave del día de la elección se dio con el reconocimiento del triunfo de Piñera por el candidato perdedor. A pesar de que la distancia entre los dos fue pequeña, 51.6 contra 48.4 por ciento, Frei no dudó en reconocer su derrota al conocerse los primeros resultados preliminares. No hubo berrinches ni amenazas de "Yo o el diluvio". Por el contrario, Frei felicitó a su contrincante y recordó unas palabras de su padre, Eduardro Frei Montalva, quien también fue presidente de Chile: "Hay que mirar los triunfos y las derrotas con la misma cara. Si lo logras, serás un hombre."
Una de las claves de la democracia en cualquier lugar del mundo es la disposición de los candidatos perdedores a reconocer sus derrotas. En México es muy raro encontrar un candidato dispuesto a ello. Lo hizo Francisco Labastida en 2000, pero Andrés Manuel López Obrador, perdedor en 2006, se considera todavía presidente legítimo de México.
Al Gore reconoció a George W. Bush como presidente de los Estados Unidos tras los comicios de 2000 a pesar de que había pruebas de irregularidades en el estado de Florida que habían proporcionado el margen del triunfo de Bush. Lo hizo, una vez que la Suprema Corte decidió sobre el tema, "por el bien de nuestra unidad como pueblo y la fuerza de nuestra democracia".
No es tan importante que la derecha haya ganado la Presidencia de Chile después de tantos años en la Oposición. Los partidos de la Concertación han mantenido desde 1989 las políticas económicas de mercado iniciadas al final del régimen de Augusto Pinochet. Entendieron que una cosa es ser de izquierda y otra muy distinta destrozar la economía de un país.
No habrá cambios radicales en lo económico tampoco en el Gobierno de Piñera, quien sabe que el mejor modelo económico de Latinoamérica no lo debe cambiar ni la derecha ni la izquierda.
Ayer por la mañana la presidenta Michelle Bachelet acudió a la casa de Piñera para realizar el tradicional saludo al mandatario electo. En gestos como éstos se manifiesta la responsabilidad y el sentido democrático de los políticos chilenos. Esta civilidad es más importante para la construcción de un país próspero que el triunfo de la izquierda o la derecha en una elección.
El turismo en el mundo cayó 4 por ciento en 2009. En México el desplome fue de 11 por ciento, en buena medida por la mala publicidad generada por la influenza A H1N1. El costo para el país no de la enfermedad, sino de la manera en que ésta se manejó y se difundió en el exterior, fue realmente enorme.
