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Civilizados

Diálogo

YAMIL DARWICH

Ortega y Gasset decía: "Civilización es, antes que nada, voluntad de convivencia" y para llegar a tener esa particularidad humana, -gregarismo- deberemos romper con lo individual, comprometiéndonos al ser social, porque no es lo mismo individuo que persona.

Quizá en eso estriba buena parte de la falta de civilidad que vivimos hoy día; la carencia de sentido social, el interés particular por encima del bienestar colectivo.

Si algo caracteriza al siglo XXI, es la corriente que fomenta el individualismo, promoviendo la imagen del "ser diferente", buscando las ganancias personales en términos del gozo de sensaciones, esas que no requieren de grandes procesos intelectuales; es más importante sentir, gozar, disfrutar o poseer, que ser persona.

Pocas veces nos ayudan a reflexionar para que comprendamos que somos animales racionales, esa diferencia que nos hace superiores, distinta a la vanidosa postura de que el hombre "es el rey de la creación, aunque sí nos distingue por hacernos responsables, al contar con el beneficio de un sistema nervioso desarrollado, ese que nos permite pensar, palabra que proviene de "per-sonare", la capacidad de producir sonidos, hablar.

El origen de la palabra es interesante: viene del latín y se refería al diálogo de los actores griegos, de quienes solamente se escuchaba su voz, que salía a través de la máscara que portaban.

Los individuos -vocablo que describe lo indivisible- son unidades biológicas; mente y cuerpo que tienen necesidades y responden a instintos, entre ellos el de sobrevivir o procrear; en tanto, ser persona -"sonar", hablar por sí mismo- incluye el concepto de dominar las tendencias propias del animal y evitar actuar en "automático" respondiendo a las necesidades materiales y a los sentimientos: descuidando el espíritu.

Las personas tenemos necesidades sociales y particulares que debemos moderar -educar- por formar parte de un grupo social y tener la obligación de mantenernos en armonía con los demás. Por eso moderamos nuestros deseos, evitando invadir el derecho de los otros.

Viviendo en sociedad, redactamos leyes que nacen de las normas y éstas, a su vez, provienen de los usos y costumbres, inspirados en las tradiciones adoptadas, muchas de ellas generadas por las necesidades específicas de un grupo en particular, situado en un medio determinado.

Cuando los individuos cumplen con las normas, se transforman en personas.

Todo esto tiene que ver, como antecedente, para que dialoguemos sobre el mundo que vivimos y definir si estamos, o no, cumpliendo con ser personas; igual de importante: ¿ayudamos a que los integrantes de las nuevas generaciones desarrollen buenas personalidades?

Tomemos en cuenta que también hay diferencia entre ser civilizado y culto.

Todos los pueblos, por primitivos que sean, son cultos, puesto que tienen historia, -aún breve- tradiciones, héroes y villanos; sin embargo, no todos son civilizados, porque no necesariamente hay orden, aunque sí algún tipo de autoridad y liderazgo, comúnmente ejercido por la fuerza. Las agrupaciones de mercenarios o bucaneros, son un ejemplo.

Ser persona, también es hablar por sí mismo y nosotros debiéramos interrogarnos: ¿hacemos realmente lo que queremos con nuestras vidas?, o ¿respondemos a tradiciones y creencias impuestos por otros humanos con diferente cultura?

En tiempos pasados, algunos pueblos fueron sometidos por la fuerza a culturas extrañas, -los españoles por los árabes, por ejemplo- hoy en día, los humanos somos muy sutiles y tal vez más crueles, imponiéndonos a través del conocimiento y la información, controlándonos por los medios de comunicación.

De nuevo le pido que reflexionemos si somos cultos y civilizados, cuando hemos adoptado vocablos de otras culturas para desplazar a las nuestras; por ejemplo, en México ya no tenemos "jotos", sino gays; estamos abandonando nuestras tradiciones por adoptar ajenas, caso de las "pastorelas" o los días "de muertos y santos inocentes"; ahora pensamos en las navidades preparando pavos para cenar y árboles iluminados, sustituyendo a los nacimientos. La pregunta que se impone: ¿somos igual de cultos que nuestros antepasados?

Tal vez estemos más instruidos, porque tenemos mayor promedio de escolaridad entre nosotros, mexicanos; pero ... ¿somos más educados?

Aplicamos el término civilizado en forma elemental, pensando que lo estamos, mayormente al contar con poblaciones con mejores servicios públicos, pero... ¿eso es ser culto?, que de fondo también significa tener identidad definida.

Tampoco confundamos globalización con identidad cultural; en la primera: debemos estar atentos para tomar las oportunidades y prevenir los peligros que nos llegan del exterior, integrándonos al desarrollo; la segunda: saber quiénes somos, nuestros antecedentes y legados que son valiosos: nuestra cultura propia.

Cierto que debemos ser civilizados, sin perder nuestras personalidades de mexicanos, involucrándonos con el mundo, adoptando avances científicos y tecnológicos; aprovechando nuestras fortalezas y atendiendo las debilidades, trabajando en ellas para superarnos; hacernos más competitivos hacia el exterior y colaboradores entre nosotros, siguiendo una meta común: crecer en todos los órdenes, como personas y mexicanos. ¿Qué opina?

Ydarwich@ual.mx

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