En Todo Lugar Y en cualquier parte, podemos escuchar miles de voces que protestan: ¿Pero qué es lo que estamos festejando? ¿Qué tenemos que festejar en este país sumido en el crimen, la corrupción, la desigualdad y la injusticia?
PUES YO ME SUMO A los millones de mexicanos que están ciertos de que sí hay muchas razones para festejar el bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana. Solamente el que desconoce la terrible lucha histórica que nuestros antecesores tuvieron que librar para que México pudiera sobrevivir como nación, lo que nos ha permitido ser ahora una nación libre y soberana, respetada y además, una de las más importantes desde muchos puntos de vista en el concierto de las naciones: eso merece que lo festejemos.
QUE NO NOS GUSTE El país como actualmente lo tenemos, de ello no tienen culpa los visionarios hombres que en diversas etapas de nuestra historia se enfrentaron a las tres potencias más poderosas de su época: Francia, Inglaterra, el imperio español y a la naciente hegemonía política y económica de Norteamérica. Si después de eso aún podemos estar contándolo, eso quiere decir que tenemos razones para festejar.
ESTE NUESTRO PAÍS Que no les gusta a muchos, lo hemos hecho para bien o para mal, nosotros mismos durante las últimas tres generaciones, y los males que padecemos, no son otra cosa que la consecuencia de nuestras acciones como pueblo. No cabe echarle la culpa a nadie más.
EL PAÍS EN QUE Vivimos es el único que tenemos y si está tan mal, es de nosotros y de nadie más que de nosotros la culpa, no de las gestas de Hidalgo, Morelos, Allende, Matamoros o Leona Vicario ni de los millones de mexicanos anónimos que al margen de su tranquilidad, de su familia y de su confort personal ofrendaron sus vidas.
Ellos supieron cumplir su responsabilidad histórica con el momento que les tocó vivir, difícil y complicado en verdad. Somos entonces nosotros los que quizá no hemos sabido cumplir ni con nuestros tiempos ni con nuestra historia.
ES POR ELLO Ridículo que algunos aguafiestas vengan ahora a rasgarse las vestiduras gritando ¡¿Pero qué tenemos que festejar?!
SI EL MÉXICO Actual no les gusta, traten de cambiarlo; pero no se vale que se conviertan en aguafiestas cómodamente apoltronados en un sillón frente al televisor, con una lata de cerveza en la mano o plácidamente disertando en tertulias interminables de café.
