Colección Jumex: la vista renovada

Hace casi 10 años se inauguró una colección que de golpe buscó integrar el arte mexicano al panorama mundial. Un esfuerzo polémico, ambicioso y estupendamente realizado, que sigue marcando pautas desde su sede en las afueras de la Ciudad de México.

La colección Jumex es el proyecto de difusión de las artes más importante que ha generado la iniciativa privada en los últimos años. El término ‘colección privada’ invita a pensar en una acumulación subjetiva de bienes caros, lo cual es cierto en la mayoría de los casos; sin embargo en el caso de Jumex hablamos de una estrategia que cubre varios frentes. No debemos perder de vista que el mundo del arte es sumamente complejo: tenemos a los artistas que producen, los curadores que investigan, agrupan y dan sentido a los discursos artísticos (imprescindibles en estos tiempos complejos y multidisciplinarios), los críticos, las publicaciones impresas y virtuales, así como galerías, museos y dependencias culturales estatales y particulares. Como es evidente estamos frente a un engranaje complicado, con partes interdependientes y en perpetuo movimiento. La pregunta es ¿dónde y cómo se ubica la colección Jumex dentro de tal esquema?

Ésta fue inaugurada el 3 de marzo de 2001 como una iniciativa del empresario Eugenio López, con la asesoría de la historiadora del arte Patricia Martín. De manera significativa se anunció que el corporativo de jugos Jumex había reemplazado su conjunto de piezas de los años ochenta para ensamblar un nuevo acervo con arte postconceptual internacional. Es importante señalar esto ya que durante décadas en México se vivió una suerte de miopía en lo que a las tendencias del arte mundial se refiere. Con un localismo a ultranza, la clase política y empresarial se contentó con las firmas reconocidas de la ruptura de los años sesenta o con las glorias del viejo muralismo, o en el mejor de los casos buscando autores sólidos de los años ochenta. En otras palabras se dio la espalda a las directrices internacionales, y creadores mexicanos clave como Ulises Carrión, o más recientemente Carlos Amorales, tuvieron que buscar asilo en países -Holanda por ejemplo- que dieron un impulso vital a sus planteamientos. La colección Jumex cambia este paradigma y con una inversión millonaria da un rumbo distinto al coleccionismo institucional. Si la vieja guardia se validaba culturalmente con una pintura abstracta, la presente generación de empresarios buscará en una obra conceptual su identidad como parte del escenario global.

RUPTURAS

Rompiendo también el esquema tradicional centralista, la colección Jumex se ubica físicamente en la periferia de la Ciudad de México, en Ecatepec, al interior de una de las fábricas de la empresa, que acorde a su página de Internet resguarda más de 2,000 piezas y posee asimismo una amplia galería (de 1,400 metros cuadrados), salas de exposición y una biblioteca. Definitivamente hay un programa muy claro en la adquisición de estas piezas, muy acorde a la misión planteada por la fundación Jumex en el sentido de “promover la producción, conservación, investigación, reflexión, construcción de sentido, comunicación y exhibición del arte contemporáneo producido en México y el extranjero”. Llama la atención esa ‘construcción de sentido’ puesto que el arte ya no es aquel objeto inerte emplazado para la adoración de los espectadores, sino un agente activo que demanda la participación del público y requiere de diálogo continuo, análisis, debate e investigación que ofrezca mayores herramientas para decodificar las intenciones de cada autor. Este rubro es cubierto por los más de 300 expedientes de creadores y la biblioteca de la colección, con más de 6,000 títulos. A todo esto se agrega el trabajo de los curadores invitados, que brindan novedosas lecturas al acervo, labor que se complementa con los préstamos e itinerancias pactadas con espacios museísticos nacionales y extranjeros, lo cual permite que el conjunto salga de gira y sea visto en distintas ciudades (la sede en Ecatepec admite visitas, siempre que previamente se haga una cita vía telefónica).

La fundación Jumex se ramifica en el patrocinio de artistas, la investigación y difusión, con exposiciones extramuros, programas educativos y una sólida vocación hacia el diálogo y análisis de las disciplinas artísticas. Hablamos pues de un proyecto integral sin precedentes en la iniciativa privada, que marca una pauta clara en la renovación del discurso artístico nacional y la creación de nuevos marcos de referencia, menos demagógicos, más analíticos y sólidos, que permitan integrar al espectador no especializado a formas de arte que retan la mirada y plantan complejas preguntas en la conciencia.

APUESTA POR EL ARTE

La fundación Jumex patrocina creadores y propuestas y abarca múltiples planes formativos, lo cual le da un acento único en el panorama nacional. Pero son los artistas listados en su colección los que sorprenden y ubican a este acervo como uno de las mayores del hemisferio y sin duda, entre los mejores del mundo. Se incluyen piezas de autores como Andy Warhol y Jeff Koons, leyendas de la primera época del arte conceptual como John Baldessari y Bas Jan Ader (misteriosamente extraviado en el océano hace 30 años), fotografías de Robert Mapplethorpe y Del bizarro cineasta John Waters, así como obras del artista más cotizado del mundo: Damien Hirst.

Parece que no existen limitantes para Jumex. Posee piezas de formato grande como las esculturas-pinturas de Janis Kounellis, un lienzo original de Robert Rauschenberg y otro de Tàpies, un dibujo de Jean Michel Basquiat, obras de la serie Cremaster de Matthew Barney, un bronce de Louise Bourgeois, una instalación de Christian Boltansky, fotografía documental de Santiago Sierra y un largo etcétera. Vale aplicar el dicho norteamericano you name it: usted diga el nombre, por famoso que sea, Jumex lo tiene.

A los ejemplos citados hay que sumar la generación de artistas conceptuales mexicanos (o naturalizados) consagrados como Gabriel Orozco, Carlos Amorales, Thomas Glassford y Francis Alÿs, además de nombres en franco ascenso como Iñaki Bonillas, Miguel Calderón o Yoshua Okon. En resumen, están los artistas que han determinado el rumbo de las artes los últimos 40 años y los que muy probablemente lo definirán para el próximo medio siglo. Es una apuesta de revisión, actualización y proyección inteligente que hace palidecer cualquier intento previo y que de una forma categórica y sólida ubica al conjunto no sólo como un referente sino como un actor de primer orden en el flujo del arte actual. Para los espectadores es un festín de imágenes y planteamientos a la altura del más exigente. Y a los curadores les ofrece algo cercano al paraíso: la oportunidad de estudiar creaciones de Maurizio Cattelan y analizarlas, digamos, junto a obras de Mario García Torres para estudiar la ironía como estrategia artística. O enfrentar la fantástica pieza de Felix Gonzales Torres titulada Klaus Barbie as a Family Man con la obra de Andrés Serrano, y revisar la manera de construir discursos mortuorios a través de la imagen.

La de Jumex es una colección compleja y por lo mismo inacabable en matices y lecturas. Plantea, en suma, no sólo una postura en la presentación, adquisición y análisis de obras de arte, sino que llama también a una nueva aproximación por parte del espectador que es obligado a presentar una postura más activa, mejor informada y participativa. Abre una puerta que ya no es posible cerrar, haciendo sentir su impacto entre artistas, curadores y público. Si se quiere comprender los porqués y lo cómos del arte actual, su origen y perspectivas, resulta imprescindible hacer una visita a esta colección para perderse en su laberíntico pero siempre enriquecedor discurso a favor de las últimas tendencias del arte.

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