Al salir de una complicada operación de la columna vertebral, los camilleros lo cargaron con todo cuidado para pasarlo de la camilla a su cama. Su cuerpo todavía no tocaba las sábanas, cuando Joaquín con voz pegajosa -producto de las tres horas de anestesia-, pronunció la siguiente frase: "¿Me pasas mi celular?", y como pudo lo encendió y empezó a girar la bolita de su Blackberry.
Para Joaquín cuatro horas fueron una tortura, no por los riesgos ni los trastornos que la operación implicó, sino porque estuvo alejado del mundo, de Internet, de las noticias, de su trabajo, de sus mails, de los mensajes de texto, de Twitter y demás dependencias provocadas por el gadget indispensable de hoy: el celular.
Este cuadro que presencié es evidencia de uno de los síntomas que delatan a una aflicción peculiar del Siglo XXI, padecida por más de 50 por ciento de los usuarios de telefonía celular -de acuerdo con los estudios la mayoría son hombres- denominada "nomophobia".
Nomophobia es el miedo a quedarse sin contacto vía celular. El término se debe a un anglicismo que abrevia: "No-mobile phone phobia", acuñado durante un estudio solicitado por la UK Post Office y realizado por YouGov, una base de investigación británica, para determinar los tipos de ansiedad que padecen los usuarios del pequeño aparato.
El estudio se realizó en el Reino Unido y si bien se interrogó a más de 2100 personas, los expertos concluyeron que el trastorno lo padecen más de 13 millones de ingleses; y por lo que se puede observar en nuestro acontecer diario, ha tomado los niveles de una pandemia mundial.
Sin importar en qué país nos encontremos, basta observar cómo hombres y mujeres, de todas edades y nivel socioeconómico, chocan o se tropiezan en la calle por caminar distraídos y atrapados en su celular. Ya sea en el dentista, a punto llegar al altar o en medio del mar, las personas estamos con el aparato pegado a la oreja. No podemos salir de casa sin antes palparnos los bolsillos del pantalón, revisar el cinturón o la bolsa, la mochila, el portafolios para aseguramos de traerlo. En el restaurante, antes de abrir el menú, colocamos al rey de la tecnología portátil en el centro de la mesa, donde compartirá su dominio con otros. En el momento en que el avión toca tierra se escucha una sinfonía producida por los celulares al encenderse. Y para muchos resulta indispensable colocarlo en la mesita de noche, por si acaso.
Causas que desatan la nomophobia:
-La poca pila y la imposibilidad de recargarla.
-Una señal que diga: "No celulares".
-Poca intensidad de la señal, marcada en pantalla por las barras.
-Estar en una zona con mala cobertura o sin ella.
-Perder u olvidar el celular.
-Pensar en la posibilidad de perder el celular.
-La descompostura del celular.
-Cuando te lo roban o piensas que te lo pueden robar.
-Cualquier situación que impida usar el celular como una misa, una clase, un concierto o un momento con la pareja.
-Pensar que te quedarás sin alarma para despertar.
-Darte cuenta de que ignoras todos los números de teléfono de tus contactos, incluso el tuyo.
*Los síntomas:
-Sentir un nudo en el estómago.
-Sensación de estar perdiéndose de algo, de estar desconectado del mundo.
-Ansiedad y pánico.
-Inquietud en general, decaimiento y depresión.
-Miedo a estar solo.
Con todo esto me pregunto cómo vivíamos hace diez años cuando no contábamos con este maravilloso servicio; cómo hacíamos para saber dónde se encontraban nuestros hijos y para contactar a los clientes. Pensarlo me parece una pesadilla -debo ser nomophóbica-; sin embargo, de una cosa estoy segura: antes la calidad de comunicación con las personas cercanas era mejor.