NUEVA YORK.- Para nadie es un secreto: en Twitter hay much@s usuari@s que están ahí buscando una candidatura política. Son hombres y mujeres que hoy están en la banca, que trabajaron en el gobierno o que han sido diputad@slocales o federales, senadores, alcaldes, delegad@sy que twitteando esperan regresar. También hay algun@sactivistas que hoy están en la sociedad civil, pero que desean entrar a los canales de la política formal para producir un cambio político. Y ambas motivaciones se valen.
Para tod@s ell@s desde el Reino Unido viene una lección. Se llama Stuart MacLennan, tiene apenas 24 años, competía por un escaño al Parlamento británico en las elecciones de mayo próximo y los medios tradicionales lo consideraban como una estrella en ascenso del Partido Laborista hasta que cometió el que tal vez sea el primer suicidio político en Twitter.
A este joven político (cuya cuenta era @stuartmaclennan) se le ocurrió lanzar diatribas en Twitter en contra de los votantes de edad avanzada y contra los principales adversarios políticos del primer ministro Gordon Brown. Sus comentarios no superaron la censura de lo que para much@s cae en el terreno de lo políticamente correcto y por ello el mismo Brown, quien enfrenta una de las contiendas electorales más cerradas de los últimos tiempos en Gran Bretaña, fue enérgico al correrlo del Partido Laborista "cuando un candidato ha cometido un error, ese candidato tiene que renunciar".
Ese escándalo terminó no sólo con la cuenta de MacLennan en esta famosa red social por Internet, sino que además enterró las jóvenes ambiciones políticas del ahora ex político laborista.
Contagiad@s por el furor que causó la candidatura presidencial del demócrata Barack Obama en 2008, miles de polític@s en todo el mundo han visto en las redes sociales por Internet una novedosa forma de ponerle onda a sus acartonadas campañas políticas.
En efecto, la campaña de Obama en Estados Unidos se valió de las redes sociales para difundir los eventos del candidato presidencial y para armar redes de apoyo, pero a Obama no le bastó con tener cuentas en Twitter y en Facebook para ganar la candidatura presidencial del Partido Demócrata.
Rahaf Harfoush, una experta en estas redes sociales, explora precisamente la construcción de la "marca Obama" en su libro publicado el año pasado.
Sin embargo, más que estas redes, lo que fue fundamental para Obama fue el desarrollo del sitio MyBarackObama.com en donde registraba a sus simpatizantes con nombres, direcciones, teléfonos y posibilidad de donar dinero a su campaña y con ello podía no sólo organizar mejor sus eventos de campaña, sino además tener un termómetro sobre quiénes eran sus simpatizantes.
Ese furor electoral por las redes sociales está en todos lados. En las campañas chilenas, las israelíes, las británicas, las colombianas y este 2010 México no es ajeno.
Xóchitl Gálvez, la ex Comisionada para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y actual candidata a la gubernatura de Hidalgo, es tal vez la persona que mejor está entendiendo o siendo asesorada sobre el uso de estas redes para fines electorales en México.
En su cuenta en Twitter, Gálvez debate con quienes la siguen y con quienes no, pasa información sobre sus eventos, opina sobre temas, pero ya sin la picardía que la caracterizaba antes de que quisiera ser Gobernadora. Twittea a veces sin acentos y es de las que exclusivamente sigue a un privilegiado grupo reducido de usuarios y aunque no tiene aún una especie de MiXochitlGalvez.com, como Obama, sí ofrece una liga donde los votantes se pueden registrar para apoyarla.
No hay aún manuales específicos sobre el uso de las redes sociales en México para fines electorales. Sin embargo, el precedente del joven MacLennan es ya tal vez una regla de etiqueta de lo que una persona que busca una candidatura no debe hacer para no morir políticamente mientras twittea o mientras actualiza su status en Facebook.
Twitter @genarolozano