Toluca sacó el empate (2-2), pero de no ser por Alfredo Talavera, la serie estaría prácticamente sentenciada en favor de Santos.
Toluca sacó el empate (2-2), pero de no ser por Alfredo Talavera, la serie estaría prácticamente sentenciada en favor de Santos.
El arquero de los Diablos Rojos evitó que el próximo duelo en el “Nemesio Díez” fuera una simple anécdota que sirviera de marco para el cuarto cetro de los de Torreón. Tapó goles hechos que el Corona ya cantaba y que increíblemente las manos del tapatío atajaron para evitar cualquier festejo de la afición local.
Talavera llegó con el papel de víctima. Era la mayor duda que dejaban los Diablos. Pero no, se vistió de héroe, sin duda inesperado. Y confirmó que vencerlo en la vuelta del próximo domingo requerirá de algo parecido a un milagro.
El guardameta toluqueño despertó en la primera final de su carrera. Demostró que quiere ganarla como lo había asegurado en el discurso.
En los hechos, Alfredo sacó todo lo humanamente posible. Una volea espectacular de Carlos Darwin Quintero que amenazaba con clavarse en el ángulo de la cabaña escarlata. Talavera hizo caso de sus reflejos endemoniados para ponerle los guantes al balón y evitar la caída de su marco e intercambiarlo por un inofensivo tiro de esquina.
El delantero ecuatoriano no lo podía creer, volteaba incrédulo buscando una explicación al no ver la pelota en el fondo de la red. Sólo encontró los reflejos del nacido en La Barca, Jalisco, quien se agrandaba bajo sus tres postes.
Después, un balón de toque divino de Daniel Ludueña buscaba anidarse en el rincón más doloroso de la portería. La pelota iba con la advertencia de gol, se dio incluso el lujo de botar, pero de nuevo el arquero de los mexiquenses se hizo presente y destrozó los sueños santistas. Con la punta de sus guantes logró atrapar el escurridizo esférico.
Recibió dos goles, porque no podía sacar todo lo que le enviaba la poderosa ofensiva que hace apenas unos días le clavó siete tantos al Morelia.
Tuvo que resistir los embates y sólo sucumbió cuando su defensa mostró fragilidad. Pero su labor la llevó a buen puerto para mantener un empate que sabe a gloria a los Diablos, quienes tendrán su “Averno” para empatar al América como el segundo club más ganador en la historia del futbol mexicano con, 10 títulos de la era profesional.
También hubo otro demonio en La Comarca, éste de características silenciosas. Antonio Naelson es capaz de enviar a los mismísimos infiernos a sus rivales con el talento de su pierna izquierda. Con esa prodigiosa arma puso el gol con el que los Diablos están a punto de alcanzar la gloria de la décima estrella.
Sinha con su diana en la final de ida, su segunda en esta Liguilla, parece enviar un mensaje a Javier Aguirre hasta tierras europeas para decirle que deberá extrañar su virtuosismo en la Copa del Mundo, ahora que Cuauhtémoc Blanco y Adolfo Bautista batallan para brillar en la Selección Mexicana.
Le bastó quebrar la cintura de Jonathan Lacerda y hacer ver impotente a Oswaldo para poner el segundo en la frente santista y demostrar que debería estar vestido de verde y no de rojo.
Naelson deslumbra: pone un pase de gol, mete el segundo. Finalmente serían alcanzados en el marcador por Santos, pero dichas obras pueden ser de lo más odiosas para el Tri: no vayan a hacer falta en Sudáfrica a partir del 11 de junio.
