El insomnio es más frecuente en personas mayores de 40 años, aunque también se presenta en niños y jóvenes.
Si usted no puede conciliar el sueño, es probable que forme parte del 30% de los mexicanos que padecen de insomnio.
En el Distrito Federal, el 33% de hombres y del 41% de mujeres sufren este padecimiento.
Con motivo del Día Internacional del Sueño, que se celebró el pasado 21 de marzo, especialistas en salud psiquiátrica dieron a conocer los resultados de una encuesta, en la que señalan que a nivel nacional, el 30% de los mexicanos sufre de insomnio.
El insomnio es la patología en la que un individuo tiene problemas para conciliar o mantener el sueño y que esta situación afecta las actividades de su vida diurna.
De esas cifras, el 65% de los casos no se trata porque no le da importancia a su falta de sueño y considera que es síntoma de algún otro padecimiento, sin tomar en cuenta que el insomnio en sí es una enfermedad.
La mitad de los pacientes que acuden a una consulta externa con su médico padecen de insomnio, revelaron los especialistas, pues esta patología provoca malestares y padecimientos como la depresión, la ansiedad y dolores.
El insomnio se detecta si es difícil conciliar el sueño o mantenerlo, así como despertar muy temprano, antes de lo programado y no lograr dormir otra vez, o tener una muy mala calidad de sueño.
Las consecuencias de no dormir bien se traducen en efectos como un bajo nivel de concentración en el trabajo o en la escuela, aumento de peso, envejecimiento prematuro, riesgo de accidentes por el estado de somnolencia, depresión, ansiedad, malas relaciones interpersonales derivadas de la irritabilidad que se genera, complicaciones en la presión arterial, en los niveles de azúcar, fallas de la memoria y bajo desempeño sexual.
El insomnio es más frecuente en personas mayores de 40 años, aunque también se presenta en niños y jóvenes.
Para tratar esta enfermedad existen dos opciones: la farmacológica y la no farmacológica.
La primera consiste en ingerir un medicamento recetado previamente por el doctor, que logre una inducción rápida del sueño, respete la arquitectura del mismo, éste sea continuo durante seis u ocho horas y no tenga efectos residuales ni de dependencia.
El tratamiento no farmacológico se conoce como higiene del sueño. Es decir, procurar hábitos que favorezcan el descanso como un ambiente agradable, no usar la cama más que para dormir, es decir, no para leer, estudiar, comer o ver la televisión; salirse de la cama si no es posible conciliar el sueño, esto con el objetivo de promover mentalmente una asociación entre el descanso y la cama.
Tampoco debe realizar ejercicio antes de dormir, ni beber o comer en exceso ni fumar; hay que procurar despertarse a la misma hora todos los días y evitar las siestas mayores a 20 minutos y que sean de preferencia después de comer.
