Como un suspiro, llegó y se fue la Serie Mundial 2010, el Clásico de Otoño. En esta ocasión el beisbol no nos obsequió llegar al encanto del séptimo juego. Ni siquiera al sexto. Cinco partidos, de siete posibles, fueron suficientes para que los Gigantes de San Francisco, campeones de la Liga Nacional, dieran cuenta de los campeones de la Americana, los Rangers de Texas.
Por cierto, lo que son las cosas, los Gigantes lograron su boleto para la postemporada precisamente en el último juego de la temporada regular, en el partido número 162. Hoy poseen el banderín de este año.
Pues bien, los suspicaces, que nunca faltan, suelen decir que les parece muy extraño que casi todas las Series Mundiales se van a siete juegos. "¡Claro -alegan- cómo dejar ir tanto dinero que cada partido produce!" La verdad, sin embargo, es otra. Veamos:
Tal como las conocemos, las Series Mundiales dieron comienzo en 1903. Empezaron siendo, ese año, a ganar 5 de 9 juegos posibles. Conforme a esta modalidad, sólo ha habido cuatro series: La ya mencionada del año inicial y las tres que van de 1919 a 1921. Ni una sola de éstas, por cierto, se fue a 9 partidos.
De las 102 Series Mundiales restantes, a ganar 4 de 7 potenciales choques de pelota, sólo una de cada tres ha llegado a 7 juegos, es decir, 36 en total. De cuatro juegos han sido 20, de cinco 24 y de seis 22. Es pues mayor el número, 66 de 102, las que han sido de menos de siete partidos. No es cierto entonces que "casi todas las Series Mundiales se van a siete juegos".
Incluida ya la de 2010, en total han sido hasta ahora 106 las Series Mundiales. La Liga Americana ha ganado 62 y la Nacional 44. Si las Series dieron inicio en 1903, el lector perspicaz ya habrá notado que las cifras no cuadran, que faltan dos. Y en efecto así es. Fueron las de 1904 y 1994. En el primer caso no hubo por rivalidades personales entre el presidente de la Liga Americana con los directivos del equipo que resultó campeón tal año por la Liga Nacional, los Gigantes por cierto, entonces de Nueva York. Y en 1994 por la huelga de peloteros que estalló el 12 de agosto.
Los verdaderos conocedores del Rey de los Deportes ya hicieron, o harán pronto, sesudos análisis sobre la postemporada 2010 de las Grandes Ligas. Para el autor de estas líneas, en la serie final dos datos fueron clave. Por un lado, la pésima dirección del piloto de los Rangers, Ron Washington. Y por el otro, el sólido e infranqueable pitcheo de los Gigantes. Al efecto, ha de tenerse presente, como lo ha dicho en forma gráfica el incorregible bromista Yogy Berra: En el beisbol el 90 por ciento es pitcheo, y el otro 50 por ciento es el bateo.
Como dato interesante, vale consignar que el jugador más valioso de esta última Serie Mundial fue el colombiano Édgar Rentería, quien conectó el homerun que dio el triunfo a los Gigantes en el quinto partido. Trece años atrás, en 1997, este mismo pelotero se vistió de héroe al pegar el hit de la victoria para su equipo, entonces los Marlines de la Florida, en el séptimo juego frente a Cleveland.
A lo largo de los Clásicos de Otoño, particularmente en las últimas décadas, los peloteros latinoamericanos han jugado papeles relevantes y aun estelares. Han sido poco más de 200 los que han formado parte de los equipos que han disputado las 106 Series Mundiales.
Trece han sido mexicanos, a saber: Alfredo Aceves, Beto Ávila, Jorge Cantú (este año, aunque lamentablemente no tuvo acción), Erubiel Durazo, Karim García, Benjamín Gil, Aurelio López, Jorge Orta, Ramiro Peña, Horacio Piña, Aurelio Rodríguez, Enrique Romo y Fernando Valenzuela. Además los dos Sergios, Mitre y Romo, que se consideran. Qué orgullo.
De ellos, tres son laguneros: Orta, Horacio Piña y Enrique Romo, este último por adopción. El primero, Jorge Orta, hoy residente en EU, de familia arraigada en La Laguna, donde se formó deportivamente, e hijo del inolvidable Charolito Orta, quien decidió quedarse para siempre en la Comarca. Y el Ejote Piña, lagunero de Matamoros.
Columnista invitado