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Confianza reconstruida

Si nos interesa restaurar la confianza en alguien, podemos apoyarnos en algunas guías que suelen ayudar en esta tarea.

Si nos interesa restaurar la confianza en alguien, podemos apoyarnos en algunas guías que suelen ayudar en esta tarea.

Dr. Manuel Francisco Cervantes Mijares

La confianza es una de las primeras expresiones de desarrollo sano de la personalidad y constituye el fundamento de toda relación humana. Construirla implica tiempo y esfuerzo, y por el contrario puede bastar una sencilla acción para perderla. Cuando ello ocurre ¿podemos recuperarla?

Uno de los pilares de los que se sostienen todas las relaciones humanas es la confianza, sin ella no es posible construir un vínculo sólido ni tener certidumbre sobre el futuro.

Cuando hablamos de confianza (definida como la esperanza firme que se tiene de alguien o algo) nos referimos a un proceso que inicia simultáneo al comienzo de la interacción entre los padres y su hijo pequeño, permitiendo o no la satisfacción de las necesidades básicas del recién nacido para sobrevivir y mantener el desarrollo sano de una personalidad íntegra. Sin la presencia de sus cuidadores la supervivencia de ese ser humano está en peligro, así que en los primeros meses de vida desarrolla confianza en sus progenitores para mantener su estabilidad interna y favorecer la presencia de rasgos que al movilizarse le ayudarán a enfrentar los conflictos naturales que la vida presenta. El primero de esos rasgos es la posibilidad de confiar, así que la calidad de la seguridad adquirida en esta etapa marcará el rumbo y la fortaleza de la identidad en la adolescencia y en la adultez.

Estos rasgos son tan profundos y básicos que establecerán la calidad de nuestras relaciones futuras. Si contamos con el acompañamiento adecuado, al ir creciendo y enfrentando retos nos sentiremos dignos de ser amados, y nos apoyaremos en nuestros recursos internos para salir adelante. Podremos ser nosotros mismos y nos agradará serlo, y tendremos la necesaria fortaleza para desarrollar lo que nos propongamos.

Sin confianza es muy difícil avanzar y evolucionar, pues ésta cimenta la libertad interior. Por otro lado, nos permite depositar nuestras expectativas en el medio ambiente, sabiendo que podemos alcanzar logros al trabajar en equipo. Esto forma las bases para lograr cohesión en los grupos, las familias y las parejas, es decir la confianza en los demás.

¿POR QUÉ SE ROMPE?

Indiscutiblemente la confianza determina la calidad de una relación, ya sea amorosa, social o de trabajo. Sin ella cualquier lazo sufre deterioros o simplemente se termina, de ahí que cuando alguien falla continuamente en sus promesas o en la congruencia entre sus palabras y actos, es aislado o evitado, pues a ninguna persona sana le agrada tener tratos con individuos que no cumplen lo que dicen, o que propician situaciones en donde los demás necesitan cuidarse de no ser engañados o perjudicados por su falta de transparencia o formalidad.

Por estas razones es muy importante reconocer y compartir los sentimientos con aquellas personas que por alguna situación han afectado la confianza que le tenemos. Es decir, si quien apreciamos comete alguna acción que disminuye el respeto que tenemos por su palabra, es trascendental que se lo hagamos notar.

Así como la esperanza en otro va fortaleciéndose con la interacción constante y con los hechos que ese sujeto muestra al instaurar acuerdos o al convivir, así la pérdida de la confianza es parte de un proceso, donde el depositario de ésta, al actuar negativamente y fallar en lo acordado, va destruyendo poco a poco su imagen y consecuentemente la relación.

Al igual que los niños pequeños son sensibles a los incumplimientos de sus padres, los adultos somos muy susceptibles ante las conductas donde los otros quedan mal. Basta observar cómo la sociedad ha perdido la confianza en sus figuras de autoridad ante la constante informalidad en lo que ofrecen, lo cual va creando un deterioro en los grupos y las comunidades.

Cabe especificar que la confianza puede extinguirse por distintas razones y en varios niveles, de acuerdo al tipo de vínculo de la que se trate, ya sea de pareja, familiar, laboral o de amistad. En cualquiera de esos ámbitos, una manera de menoscabarla es mentir o romper una promesa. Un ejemplo común se da cuando una persona es impuntual, pues quebranta la credibilidad que se le tiene al no respetar el compromiso de presentarse a la hora acordada. Si esa conducta se vuelve repetitiva, los demás empezarán a no creer en su palabra cuando asegura que acudirá a una reunión o lugar. Así también, en la pareja la infidelidad rompe la confianza. Mientras que en el ámbito laboral, la informalidad del trabajador devalúa la imagen que tiene ante su patrón. En contraparte vemos cuánto valora la sociedad a alguien formal, honesto y congruente con lo que hace y dice.

Otra de las razones por las que la confianza se vulnera o destruye es la acumulación de resentimientos por ciertos detalles, los cuales vistos aisladamente parecen no tener trascendencia. Sin embargo, al guardarlos a lo largo de meses o años se convierten en una bomba de tiempo que tarde o temprano explota causando un profundo daño a los implicados. Cuando esos ‘pequeños detalles’ no se hablan entre la pareja, los familiares, amigos o colegas, dan origen a un entorno en donde resulta muy difícil fortalecer o mantener la confianza.

CUESTIÓN DE PERSPECTIVA

Existen personalidades con tendencia a quedarle mal a la gente que los cuida o brinda atención, y muchas veces no bastará con que tengan la voluntad de dejar de lastimar a sus amistades o familiares. Pero afortunadamente también hay individuos que buscan reparar el perjuicio que causaron; en esos casos, la experiencia vivida les sirve de aprendizaje para evolucionar y valorar la importancia de la confianza.

No obstante, reconstruir la confianza perdida es un proceso difícil y delicado, en el cual intervienen variables que es necesario considerar para entender la dinámica del trabajo a realizar.

El primer punto lo determina el tipo de relación que se afectó. No es lo mismo ser menospreciado por una persona que apenas se conoce o con la cual no hay mucha necesidad de interacción, a que el agravio venga de un ser cercano, como la pareja, uno de los padres, un hijo, un hermano o un amigo. Aquí el lazo es muy estrecho y la interdependencia emocional es magnificada, por eso la ofensa tendrá un mayor impacto.

Otra variable es la frecuencia de la actitud con la que se quebranta la confianza, pues en definitiva podemos disculpar una falta que se presenta una sola vez (por ejemplo no acudir a una cita, o comprometerse a devolver una película cierto día). Pero si ese tipo de ‘detalles’ se presenta constantemente, será difícil continuar creyéndole al infractor.

Asimismo interfieren las circunstancias que rodean el momento en que ocurre la acción que debilita la confianza. Es así que si durante un momento de crisis la esperanza de apoyo se coloca en alguien que queda mal, su actitud dejará una herida profunda en el mundo afectivo del agraviado.

La estructura de la personalidad juega otro factor clave. Los individuos funcionales pueden sobreponerse por sus características de fortaleza interna, a diferencia de aquellos cuya estructura es frágil o patológica, en quienes las traiciones precipitarán crisis muy intensas de ansiedad y depresión, de las cuales les tomará un tiempo considerable sobreponerse.

MATERIAL DE RECONSTRUCCIÓN

El nexo que haya entre dos personas y el daño que haya sufrido la confianza compartida, dictarán la manera en que ésta puede reestablecerse. Desde luego, el punto de partida será que quien cometió el desliz reconozca su error, se comprometa a no volver a atentar contra la fe que se deposita en él, y que la otra parte esté dispuesta a darle una nueva oportunidad.

Si nos interesa restaurar la confianza en alguien, podemos apoyarnos en algunas guías que suelen ayudar en esta tarea:

-Entender que al igual que los seres humanos, cada relación es diferente.

-Comprender que la vida es un proceso individual en donde la interacción con los otros marca la dinámica de la construcción de la realidad, y que así como hay un lazo con la gente que nos rodean también tenemos un vínculo con nosotros mismos, y éste requiere de revisión y actualización continuas. Mantener la autoconfianza es primordial para valorar el espacio interno y desde ahí retomar la relación con los demás.

-Aprender a perdonar. Si guardamos resentimientos nunca podremos volver a confiar en quien nos falló y tal vez en nadie más. Liberarnos de los rencores es un proceso difícil pero básico para conservar la paz interior.

Tratándose de confianza la cuestión elemental es trabajar en su fortaleza día a día, correspondiendo y cuidando la que nos otorgan como un bien preciado, y fijándonos a la hora de elegir a los depositarios de nuestra esperanza, para evitar llevarnos decepciones innecesarias.

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