Atentado. El asesinato del director de una escuela primaria en la capital, se ubica la primera ocasión en que se atenta contra autoridades académicas. / EL SIGLO DE DURANGO
"Es un caso muy lamentable que llena de consternación a la Secretaría de Educación por tratarse de uno de los compañeros, pero sobre todo de cómo suceden los hechos, en un plantel educativo", expresó Rafael Bayona Santillán, subsecretario de Servicios Educativos en Durango, con relación al asesinato del director de la Primaria Vicente Guerrero, Rafael Perea Morales, justo cuanto ingresaba al plantel.
El funcionario declaró que en otros años las escuelas, además de la iglesia, eran uno de los espacios más respetados por la sociedad, y casi intocables, y con esta acción se vio la pérdida de valores.
"Es falta de respeto, sobre todo porque en ese lugar se encontraban niños, madres y padres de familia; son hechos que conmocionan y causan daños irreversibles porque son imágenes que se quedan grabadas para toda la vida, y con esta experiencia se afecta a su salud".
Destacó que es prioridad atender a los niños que pudieron haber presenciado los hechos, por lo que tendrán apoyo psicológico, incluso los padres de familia; y después se procederá a sustituir al director para tratar de volver a la normalidad lo más pronto posible las labores del plantel.
NUEVO BLANCO
Dijo que en otros tiempos los centros educativos habían sido blanco, pero sólo como refugio para algunos delincuentes, en especial en las regiones de la Sierra, pero nunca se registró un asesinato y menos de un maestro al entrar a su centro de trabajo. "Esta vez el ataque es directo en contra uno de los trabajadores, del director, y esperamos que las autoridades tomen cartas en el asunto, investiguen y esclarezcan los hechos".
Bayona Santillán comentó que el hoy occiso no había manifestado sobre un riesgo de su vida, pues no había tenido acercamientos con la Secretaría de Educación.
Se piensa que el caso fue un hecho aislado. Una réplica o mayores incidencias de este tipo de atentados no harían sino reflejar la descomposición acelerada que ha sufrido el tejido social; más aun cuando los niños son testigos de hechos tan lamentables a su corta edad.