Estimados amigos, en los últimos meses las notas nacionales y regionales señalan a nuestro Estado como el primer lugar en obesidad, un problema de salud pública cada vez más frecuente y con gran cantidad de trastornos asociados.
Se considera la obesidad como una enfermedad en la que las reservas de energía almacenadas en el tejido adiposo se incrementan hasta un punto que condiciona alteraciones de la salud. Un parámetro para considerar si el paciente se encuentra en este trastorno de salud es el IMC (Índice de Masa Corporal, Índice de Quetelet), el cual se obtiene dividiendo el peso entre la talla expresada en kilogramos por metros al cuadrado, y se considera problema cuando éste se encuentra en un punto igual o superior a 30 Kg/metro cuadrado, se presupone la presencia de algún otro trastorno al índice mayor de 35 y como obesidad severa o mórbida al IMC superior a 40.
Los índices de normalidad considera a individuos que se encuentran entre 18.5 y 24.9; con sobrepeso a los que estén en el rango de 25 a 29.9 Kg/metro cuadrado.
La obesidad es parte del llamado Síndrome Metabólico, por las enfermedades asociadas como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial y las repercusiones de éstas. Su origen es multifactorial y va desde la carga genética, hasta aspectos psicológicos y ambientales. Por lo que se considera como obesidad endógena cuando ésta tiene un origen de tipo metabólico y exógena cuando los factores para desarrollarla son por alimentación excesiva.
En la actualidad la expansión de este problema de salud alcanza proporciones mundiales y se considera como un factor predisponente de importancia para trastornos y alteraciones del sueño (ronquido, apnea del sueño, somnolencia), osteoartritis, disfunción sexual, etcétera.
Las herramientas para el ataque de este importante problema de salud van desde las medidas higiénicas (alimentación y ejercicio) adecuadas para corregir el trastorno, hasta el manejo quirúrgico del mismo en casos severos, y puede ser prevenible con un buen seguimiento médico desde la etapa perinatal hasta la revisión pediátrica periódica, ya que la composición corporal varía en las diferentes etapas desde el nacimiento hasta la adolescencia, por lo que es importante vigilar el equilibrio en el desarrollo, y asimismo instruir o guiar a los responsables en la formación del niño en las medidas adecuadas para un crecimiento sano.
En la edad adulta es importante resaltar que no existen productos mágicos y que el equilibrio entre un adecuado plan de alimentación y actividad física serán fundamentales para mantenerse en los parámetros corporales adecuados, que redundará en un modo de vida saludable. Por otra parte, llega por fin el regreso a clases, motive a sus hijos a pertenecer a los equipos deportivos de sus escuelas. Y me permito enviar un fuerte abrazo para mi querido amigo el doctor Juan Antonio Olivas por su cumpleaños, que sean muchos más de amistad. ¡Hasta la próxima!
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