Recientemente hemos visto con beneplácito una nueva actitud en algunos industriales que pretenden reducir su contaminación a un nivel manejable y acorde con el interés público de llegar a un balance de carbono regional o lo que también le han llamado carbono neutro. De esta manera nuestra región estaría contribuyendo a mitigar las emisiones de gases de efecto de invernadero y a un nivel global, amortiguar lo que ya es un hecho incontrovertible el cambio climático. Si bien es ejemplar dicha actitud, tendremos que ser realistas y aceptar que esto no es suficiente y que mientras no se logre detonar procesos que incluyan cambios en los diferentes ámbitos de la actividad económica comarcana, poco muy poco se logrará en la descarbonización de nuestra contaminada región.
Muchos pueden pensar que es difícil la implementación de nuevos estándares, más estrictos para reducir la contaminación. En efecto, es difícil, pero no imposible.
Pongamos como ejemplo un caso real que ocurrió en una importante compañía transnacional, la que no mencionaré, pero que se puede consultar en la obra de Freeman, Pierce y Dodd sobre ambientalismo y la nueva lógica de los negocios. Comentan los autores que la compañía había trabajado arduamente para depurar sus acciones y había anunciado un compromiso de un nivel cero de contaminación. El presidente de la compañía en una conferencia describió el caso de una planta en la que los ingenieros le aseguraron que no había forma alguna de modificar la planta para satisfacer los nuevos estándares, de manera que el vicepresidente sugirió cerrar la planta. Varias semanas después los ingenieros se presentaron ante su jefe con una solución que no sólo cumplía con los estándares sino que además los nuevos métodos ahorrarían dinero. Interesante el caso, replicable en México no lo sé, y tampoco es el punto. La cuestión es que es posible hacer negocios rentables que además coadyuven con un adecuado manejo ambiental a la reducción de la contaminación, en este caso del aire.
Debemos aceptar que algo está cambiando y que el ambiente está dejando de verse solamente como la fuente de los recursos o como el lugar donde se ponen los desechos de las actividades productivas. Esta visión ha degradado al ambiente: la deforestación se incrementa velozmente, las cuencas se degradan y en consecuencia el agua escasea, y en esta tendencia la diversidad biológica se pierde.
Los cambios se están observando en los intentos que a nivel mundial, nacional y regional se realizan en pos de conservar la biodiversidad. Lo cual constituye el complemento fundamental a los intentos de quienes están interesados en reducir la contaminación; una forma de compensar la generación de gases de efecto de invernadero, es el mantenimiento de una sana biodiversidad que capture, almacene y fije en el suelo las sustancias que contaminan y provocan el problema del calentamiento de la atmósfera y del cambio de clima. Pero para esto, es necesario invertirle no sólo tiempo y dinero, "se requiere el trabajo que oriente las iniciativas de participación en la gestión independiente con las dependencias públicas en cuestiones medioambientales, procesos que adquieren un carácter cada vez más ciudadano, donde por la naturaleza compleja de la cuestión ambiental destaca la participación de grupos de expertos académicos y de ciudadanos con mayor compromiso social. A estos procesos de gestión o cogestión del medio ambiente se les ha denominado ciudadanización", y este es precisamente el punto en el que estamos, ¿hasta dónde el discurso oficial sobre la necesidad de que la sociedad se organice y construya ciudadanía es real?