Probablemente suena cruel y exagerado, pero las estadísticas laborales y la experiencia de mucha gente lo avalan: para el mercado laboral, las personas parecen tener una fecha de vencimiento que las deja al margen del empleo formal mucho antes de lo que establece la edad de jubilación. La mayor parte de las ofertas de empleo solicitan que los candidatos tengan entre 25 y 35 años de edad. Es desolador pensar que si el promedio de vida de la población total en México es de 75 años, dejamos de ser atractivos para el mercado laboral cuando sólo hemos vivido la mitad de ellos ¿en verdad dejamos de ser útiles tan pronto? La realidad actual muestra que las personas de más de 35 años de edad (sobre todo las mujeres) tienen menos posibilidades de conseguir trabajo que los más jóvenes, además, corren más riesgo de padecer desempleo o subempleo quienes aparte de rebasar los 35 años no han finalizado los estudios secundarios. ¿Qué sucede con aquellos ejecutivos que se quedan sin trabajo antes de los 40? El problema de un despido temprano se agudiza por la falta de autocapacitación, actualización de conocimientos, adaptabilidad al cambio y de participación en redes de colaboración. Estos cuatro elementos son estrategias fundamentales para no perder vigencia. Son pocos los ejecutivos que se mantienen en el mismo trabajo por más de cinco años y muchas veces, aun cuando los mayores de 35 años tienen experiencia laboral y estudios que acreditan sus conocimientos, se vuelven escépticos ante los nuevos cambios y eso les impide asimilarlos. Aunque ofrecen buena disposición al trabajo, no suelen ser proactivos y ofrecen pocas ideas nuevas. Las empresas optan por la contratación de empleados móviles con una política basada en la renovación de capital humano para captar nuevos talentos. También se despide a los empleados de experiencia debido a los elevados salarios que se les paga; en un reajuste de personal, los mayores de 35 están en la primera fila de los despidos. El doctor Antonio José Dieck Assad, rector de la Universidad de Monterrey, dice que “el factor fundamental cuando una organización limita el acceso al talento humano que supera los 35 años de edad se basa en un cálculo simple que pone en un eje el tiempo que la persona podrá laborar en la empresa antes de jubilarse y en el otro la experiencia que dicho elemento pueda haber acumulado”. Hay algunos puntos relevantes que los ejecutivos deben tener en cuenta al momento de gestionar su propia carrera, porque la edad no es el problema, el conflicto está en la falta de iniciativa y la excesiva confianza en que la experiencia lo es todo. ¿Qué hacer para evitar este cruel destino de los mayores de 35 años? Autocapacitarse de manera constante. Debemos estar capacitados para enfrentar nuevos desafíos, enfocarnos en las necesidades técnicas que pueda requerir la empresa. De nada sirve tener grado de maestría o incluso doctorado si los conocimientos, además de poder ser aplicables en el trabajo, no se actualizan a diario. El ejecutivo moderno debe desarrollar en forma permanente actividades que lo mantengan actualizado en su industria. Ofrecer talentos, habilidades y experiencia. Sentirse seguro de los conocimientos que uno posee y poder proyectar esa imagen para que los demás la perciban, también cuenta para conseguir trabajo. Estar abierto a proyectos de distintas áreas que uno crea que pueda manejar. El doctor Dieck señala que “el profesional debe demostrar que su disposición a la innovación sigue vigente. Asimismo, tiene que estar atento a mantener un cierto grado de flexibilidad respecto a las áreas en las que está dispuesto a desempeñarse. Cuanto más amplio sea su rango de acción, más posibilidades tendrá de insertarse en el mundo laboral”. Mantener una red de contactos. Si se tiene una red de colaboradores en la que uno da y solicita ayuda, serán los integrantes de esta red quienes colaborarán en las iniciativas y proyectos que uno tiene y se convierten en un apoyo a nuestras gestiones y necesidades. El contacto con diversas personas que nos informen de posibles vacantes y que en general nos mantengan actualizados respecto a lo que sucede en el mercado, es de vital importancia. Hoy decir que uno está buscando trabajo no perjudica, nadie está exento de sufrir un despido laboral. Hay que pedir entrevistas y no frustrarse por no lograrlas ya que muchas veces es difícil que nos atiendan; la tercera ya dejó de ser la vencida, puede ser la decima o la cincuentava o la que se necesite. La edad no es la causa. Las limitaciones muchas veces las crean los mismos empleados que al llegar a determinada edad predisponen su exclusión laboral. Hay que tener en cuenta que la empleabilidad no desaparece por cumplir años, son la proactividad, la creatividad, la innovación y la confianza en uno mismo las que pueden esfumarse, por lo tanto, debemos mantenernos a la vanguardia en estos aspectos. El principal problema de los ejecutivos desempleados es que desconocen cuál es su oferta de valor hacia el mercado laboral, lo que saben hacer naturalmente bien y dónde tienen sus habilidades, talentos y fortalezas. Abandonar los prejuicios. Evitar las comparaciones de edad-experiencia, de ser necesario, asumirse como subordinado de un jefe más joven; demostrar disposición a ayudar y aportar con ideas; mantener un trato de igual a igual con los compañeros más jóvenes evitando el paternalismo y estar abierto a la posibilidad de adquirir conocimientos de las nuevas generaciones. La juventud reside en la capacidad para innovar y en la capacidad de ánimo para plantearse nuevos retos. Por otra parte, las empresas ante la escasez de liderazgos directivos, deberán aprender a combinar el entusiasmo, la fuerza, el empuje y la búsqueda de proyección de los jóvenes, con la experiencia, la sensatez, la reflexión y la madurez de los ejecutivos mayores. Correo electrónico: jgonzalez2001@hotmail. com