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CONTEXTO LAGUNERO

JUAN MANUEL GONZÁLEZ C.

Diez años de sorpresas

En 1999, el mundo festejaba el fin de la Guerra Fría, el comunismo había sido derrotado por el capitalismo y se empezaba a escribir una nueva historia. Internet acortó las distancias y bajó, hasta eliminarlos, los costos de las comunicaciones personales; las fronteras dejaron de existir y el conocimiento y la información se empezaron a obtener con sólo oprimir una tecla.

No pasó nada la medianoche del 31 de diciembre del año 1999 y los vaticinios del fin del mundo se desvanecieron, pero después empezarían a llegar las malas nuevas: en septiembre del 2001 el ataque a las torres gemelas de Nueva York y su total destrucción. El terrorismo se convirtió para Occidente en algo peor que el comunismo convirtiéndose en una guerra más dañina que la guerra fría, seguida por otra guerra que se libró con armas distintas: escandalosas bancarrotas en Enron, el gigante de la energía con presencia en cerca de 40 países- declaró deudas por más de 30 mil millones de dólares y sus acciones se desplomaron de $90.00 a $0.42- Worldcom, el gigante de las comunicaciones con fraudes contables por casi 4 mil millones de dólares afectando directamente a más de 85,000 personas; el fraude de por lo menos 2,300 millones de dólares de Adelphia, la sexta mayor empresa estadounidense en importancia en servicios de televisión por cable y Parmalat, la empresa italiana con 35,000 empleados en 30 países, cuando anunció que el Bank of America declaró falso un documento que acreditaba que la filial del grupo en las Islas Caimán, Bonlat Financing Corp., tenía 3,950 millones de euros, algo así como 75 mil millones de dólares.

China e India aparecieron como las mejores historias de éxito de la década después de haber iniciado su reconversión en 1978 y 1991 respectivamente, mostrando en los últimos diez años crecimientos económicos que aliviaron en parte la pobreza al aumentar la clase media -principal motor en la economía de los países-, enriquecieron a cientos de millones de chinos e indios y crearon grandes ciudades llenas de rascacielos, rompiendo China el mito Occidental de que la libertad económica sería seguida de manera inevitable, por la libertad política y social. Estos hechos refuerzan el axioma de que el éxito del desarrollo económico de un país se basa en la fuerza y tamaño de su clase media; de acuerdo con el Center for Global Development, “La clase media es la que consume, la que ahorra, la que emprende, la que exige sistemas competitivos, derechos de propiedad, la aplicación de las leyes y un entorno económico en el que se pueda competir libremente”.

La parranda de financiamientos para propiedades de bienes inmuebles trajo después la cruda del colapso de empresas como Bear Stearns -por delitos de fraude, conspiración y uso ilícito de información privilegiada-, Lehman Brothers, Merril Lynch y Wachovia, las cuales dejaron de existir, se vendieron a sus rivales o en el mejor de los casos, se pusieron en manos del Gobierno estadounidense para su rescate. Todo ello fue la base para la aparición de una de las peores crisis económicas mundiales.

Esta década, además de la elección del primer presidente de color en los Estados Unidos, también trajo sorpresas en el mundo de los espectáculos, Susan Boyle saltó a la fama siendo vista por más de 130 millones de personas en el tan visitado sitio YouTube.

Fallecieron personajes de la talla de Farrah Fawcett, George C. Scott, Michael Jackson, Joe DiMaggio, John F. Kennedy, Edward M. Kennedy, Mario Puzo, Don Hewitt, Mercedes Sosa, Andrés Henestrosa, Emilio Carballido, Charlton Heston, Paul Newman, Tom O’Horgan, Ricardo Montalban, David Carradine, María Félix, Walter Cronkite, Eunice Kennedy y otros.

Se presentaron grandes logros en materia tecnológica, aparecieron Google, Wikipedia y iPhone.. La influencia de Internet en la vida de todos los pobladores del planeta se ha manifestado en las comunicaciones, en las compras y las ventas, en inagotable fuente de información y conocimientos, en el correo electrónico que pasó de 6 mil millones de correos diarios en 1999 a 40 mil millones en el 2009, el Messenger, los blogs, las redes sociales en el ciberespacio, twitter con más de 55 millones de visitas mensuales, la venta de libros electrónicos que pasó de 2.1 millones de dólares en el año 2002 a 131 millones de dólares en el 2009. Las ventas electrónicas de música en tan sólo cuatro años de esta década han aumentado de 184 millones de dólares a $1,590 millones.

La aparición de nuevos medios masivos de comunicación ha hecho posible que las personas puedan observar y enterarse prácticamente de todo al contar con nuevas formas y medios para enterarse. Las descargas de Internet han cambiado en parte las culturas de los pueblos, cualquier persona con una computadora portátil tiene acceso a un número casi infinito de manifestaciones de arte, esta década es reconocida, no por el desarrollo del arte, sino por la tecnología que lo ha puesto en circulación mundial.

¿Desaparecerán los periodistas y los periódicos de la misma manera que al llegar la imprenta desaparecieron los copistas y sus obras? El riesgo es claro, sin embargo, los periodistas y los periódicos tendrán que adaptarse –como ya lo están haciendo- a las nuevas formas de comunicación aprovechando Internet y fragmentando la información hasta el punto en que sea necesario, compitiendo con los comunicadores solitarios para despertar la curiosidad de los lectores o de los espectadores.

Lo atractivo para los consumidores será lo de siempre, lo que despierta su curiosidad desde hace muchos siglos: noticias sobre los peligros que les acechan, sobre las oportunidades de desarrollo y de mejorar su calidad de vida, sobre violaciones de las normas y, para inspirarse y tomar modelos, buscaran información sobre personas que triunfan ante la adversidad.

Sobre esos cuatro ejes, seguramente necesarios para la supervivencia, los seres humanos organizan la información que proporcionan y que reciben. Así sucede en todas partes, en Estados Unidos y en Europa, en una aldea de África o en la selva de algún país latinoamericano. Así era cuando Gutenberg convirtió en una máquina de imprimir lo que era una prensa para aplastar uvas.

La era digital le ha dado mucha velocidad a todo y ello nos pone frente a un gran reto: ser extremadamente ágiles. Agilidad para adaptarnos, para adelantarnos al futuro al analizar las tendencias, para dejar de sólo reaccionar, para ponernos a la vanguardia, todo ello requiere de mucha velocidad de pensamiento, de toma de decisiones y de acción para mantenernos competitivos.

Comarca lagunera. 31 de Diciembre, 2009.

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