Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

CONTRALUZ

MA. DEL CARMEN MAQUEO GARZA

HUMILDAD ANTICIPADA

Llegar a los cincuenta años primero, e irlos superando año con año después, no deja de ser una interesante aventura en la cual cada día se descubren perspectivas nuevas frente a elementos que hemos tenido allí toda la vida pero que, de alguna manera ni siquiera veíamos.

Habrá que sentirnos afortunados de alcanzar esta edad, cuando muchos contemporáneos nuestros no lo consiguieron; ello nos pone en una graciosa ventaja de la cual conviene sacar partido. En la mayoría de los casos llegamos al medio siglo en relativas buenas condiciones de salud, lo que nos planta en el pecho una segunda medalla, la de perseverancia; no nos hemos dejado abatir por los males que con toda probabilidad habrán asomado a nuestra vida en todo este tiempo. Una cuestión adicional en épocas de tanto sobresalto como la que vivimos, es que un año más de vida significa que no ha hecho blanco en nosotros alguna bala perdida, ni nos ha atropellado algún cafre del volante.

A partir de ello comienzan a surgir cosas que sólo cuando se van viviendo pueden abarcarse a cabalidad. Los amaneceres que desde la niñez han estado allí cada día pierden su condición de invisibilidad, comenzamos a verlos y a experimentar con ello emociones de variada intensidad. ¿Razones? Quizás porque ahora nos levantamos más temprano, o bien porque siendo la vida un círculo, al avanzar en edad estamos más cerca del principio, y comenzamos a recuperar atributos del niño pequeño, entre los cuales destaca la capacidad de asombro.

Del mismo modo sucede con cuestiones tan ordinarias como el gorjeo de las aves, siempre ha estado próximo a nuestros oídos pero no es hasta ahora que lo atendemos. La entrada de la primavera con su explosión de colores en todo lo que toca la naturaleza es otro buen motivo para alegrarnos; durante muchos años no tuvimos tiempo para ver, escuchar u oler lo que ahora nos impacta con particular profundidad.

Otra faceta que comienza a insinuarse desde ahora, y lo hará con más insistencia conforme pase el tiempo, es que vamos experimentando en nuestra personal anatomía ciertas limitaciones a funciones que hasta ahora habíamos desempeñado sin dificultad. Observemos por un buen rato una banqueta pública, de preferencia en alguna plaza en la cual podemos sentarnos a observar sin ser tildados de mirones. Ahora analicemos la diferencia con que los andantes enfrentan dicho desnivel, ya sea de subida o de bajada: un niño de diez años, un adulto joven, un adulto mayor, y un anciano. Aquello que el chico ni siquiera registra en el plano consciente, para el anciano va a representar todo un reto, que en ocasiones puede convertirse en un accidente grave, sobre todo en un país como el nuestro, en el cual no se planea la infraestructura urbana contemplando de manera sistemática las necesidades especiales de ciertos grupos de población.

Como esta dificultad, con el tiempo se irán presentando muchas que antes no teníamos, y frente a las cuales habremos de diseñar mecanismos de convivencia pacífica yo-conmigo. Para algunas personas este proceso de merma de facultades se asimila sin tanta dificultad, sin embargo para otros personajes las cosas tienen un tinte poco menos que trágico. Cuando hemos puesto demasiada carga emocional en nuestra apariencia, definitivamente el perder aquella condición externa por la que tanto trabajamos va a ser un trance dificultoso. O bien, habernos acostumbrado a no depender nunca de otra cosa que nuestra propia persona convertirá en algo terrible descubrir que ahora para sacar adelante mis actividades habituales requiera de apoyo externo, un bastón, un andador, o un aparato auditivo.

Conforme a todo lo anterior una útil enseñanza es aprovisionarnos por anticipado de una buena dosis de humildad; estando en pleno dominio de nuestras capacidades, comencemos por bajar la mirada, tocar tierra, y encontrarnos de frente con quienes nos rodean. Y por qué no, ir aprendiendo el difícil arte de ayudar al que lo necesita.

Humildad anticipada: Desarrollar la sabiduría requerida para reconocer que la vida es un círculo, y que las condiciones que hoy tengo no son para siempre. Actuar de manera sensible con quien ahora sufre limitaciones que hasta este momento yo no padezco: Desechar la molicie, respetar los cajones reservados del estacionamiento, pensando en que mañana cuando yo los necesite y no estén libres, voy a sufrir igual que ellos lo hacen hoy por mi causa.

Humildad anticipada: Ver en nuestros viejos más méritos y menos limitaciones; más experiencia y menos inconsistencias. Juzgar sus desvaríos con menos seriedad, pensando en que la vida es un círculo...

Humildad anticipada: Hacerlo desde hoy, para que cuando llegue el día en que nuestras funciones se vean mermadas, hayamos desarrollado el suficiente sentido del humor para alegrarnos por la fortuna de haber llegado a viejos.

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 502464

elsiglo.mx