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CONTRASTES EXTERNOS DE 2011

POR SALVADOR KALIFA ASSAD

La recuperación económica global de 2010 se fincó, esencialmente, en las políticas fiscal y monetaria expansivas de Estados Unidos (EU) y los países europeos. Ello llevó a la aparición de desequilibrios importantes en las finanzas públicas de varias de esas economías, lo que obligó a una reconsideración de las políticas que aplicarán el año próximo.

Esto hará que en 2011 no exista la misma sincronía de políticas expansivas que viene aplicándose desde 2009 en las naciones desarrolladas. Veremos, en su lugar, un marcado contraste entre las acciones de EU y lo que se hará en las economías de la eurozona.

En el primer caso prevalecerán las políticas laxas. Por un lado, el presidente Barack Obama y el Congreso estadounidense llegaron a un acuerdo para extender los estímulos fiscales que vencían al cierre de este año, así como también agregaron apoyos para los desocupados y las familias más necesitadas que llevarán a una ampliación del déficit público y a un mayor nivel de deuda gubernamental.

La discusión política de esos temas dejó fuera, por ahora, la forma en que el gobierno estadounidense tratará de reducir ambos desequilibrios en el futuro. Todos saben que no es posible que el déficit y la deuda crezcan indefinidamente, como también saben que algo se tendrá que hacer para disminuirlos más adelante, pero prefirieron posponer el debate de esos "detalles" para 2011 o años posteriores.

La política monetaria, por su lado, continuará siendo laxa, no sólo porque la gran mayoría espera que las tasas de interés de corto plazo se mantengan en los niveles actuales, sino también por la ampliación del relajamiento cuantitativo que aplicará la Reserva Federal (Fed) durante la primera mitad del año.

Europa, en cambio, presenta una historia distinta, con políticas mucho más austeras. La mayoría de sus economías se embarcará en ajustes presupuestales importantes, siendo los más significativos los de los países con severos problemas de deuda soberana, como son Grecia, Irlanda, Portugal y España. Esta austeridad fiscal contribuirá a que la economía europea crezca mucho menos y, en un extremo, pueda caer nuevamente en recesión.

El Banco Central Europeo (BCE) no ha querido, a pesar de ese peligro, ser tan agresivo como la Fed en la aplicación de su política monetaria. Lo cierto es que enfrentará un entorno bastante más complicado que su contraparte estadounidense y resentirá fuertes presiones de los gobiernos europeos para "hacer algo" que alivie las penurias de sus economías más débiles.

En la práctica, sin embargo, no hay mucho más que pueda hacer el BCE para apoyar a los países periféricos en problemas, puesto que si se decide a un relajamiento cuantitativo similar al de EU pudiera acabar por crear presiones inflacionarias en Alemania, Francia y otras naciones relativamente sanas de la eurozona.

Las dificultades de Europa no terminan ahí. Por un lado, está el reto del refinanciamiento de las deudas de los países periféricos el año próximo. La preocupación principal se centra sobre España, que junto a sus comunidades autónomas y sus bancos tendrá que refinanciar casi 300 mil millones de euros, una parte importante de los cuales vence entre marzo y abril.

Por otro lado, existen dudas importantes respecto a la solvencia de algunos países, particularmente Grecia e Irlanda, que en cualquier momento pudieran decidir buscar la renegociación de su deuda. Esto, de ocurrir, tendría un efecto dominó devastador sobre Portugal y España, lo que cuestionaría gravemente la sobrevivencia del euro como moneda común.

Ese es, en términos generales, el panorama externo que se vislumbra para 2011. Será, sin duda, más complicado que el de este año. La buena noticia para nosotros es que estamos en la esfera de influencia de EU, cuya economía se perfila para crecer nuevamente el año próximo.

La mala noticia es que una turbulencia financiera seria en Europa podría descarrilar esa trayectoria de crecimiento y ocasionar una nueva recesión global. El gran problema es que si eso sucede las autoridades de los países desarrollados no cuentan en su arsenal de políticas públicas con medidas novedosas que puedan revivir la demanda.

Por una parte, las tasas de interés están ya prácticamente en cero y un relajamiento cuantitativo adicional haría muy poco para reactivar la economía. Por otra parte, no se ve la voluntad política para volver a incrementar sustancialmente el déficit público de las economías desarrolladas.

Mucho está en juego, por tanto, en que las economías débiles de la eurozona superen con éxito sus dificultades. De no hacerlo, el mundo podría caer otra vez en recesión y tardaría más tiempo en salir de ella.

Les deseo a mis lectores una Feliz Navidad y un próspero 2011. Regreso a este espacio el miércoles 12 de enero.

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