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Corea del Norte, esa incógnita

El Gran Líder. Decenas de norcoreanos visitan la estatua de Kim Il Sung, que fue jefe de Estado de Corea del Norte desde 1948 hasta su muerte en 1994.

El Gran Líder. Decenas de norcoreanos visitan la estatua de Kim Il Sung, que fue jefe de Estado de Corea del Norte desde 1948 hasta su muerte en 1994.

FRANCISCO JOSÉ AMPARÁN

La mera existencia de una entidad llamada Corea del Norte, implicando división, es una anomalía: la población de la península de Corea (un territorio algo menor que el estado de Chihuahua) es una de las más homogéneas y con una identidad más férreamente definida del mundo. Situados entre dos gigantes, China y Japón, los coreanos (los polacos de Asia) optaron por diferenciarse drásticamente de sus vecinos, adoptando y defendiendo una cultura nacional propia y muy particular. Incluso bajo la brutal ocupación japonesa (1910-45), los coreanos se las ingeniaron para mantener vivos tradiciones, escritura y lenguaje propios.

Terminó la Segunda Guerra Mundial y estalló la posguerra. Mejor dicho, arrancó la Guerra Fría...y los coreanos fueron uno de tantos pueblos que acabaron pagando el plato. Como una de tantas irresponsables decisiones tomadas en las postrimerías de la guerra, en 1945 la península de Corea quedó dividida en dos, en lo que se decidía qué hacer con ella.

La línea divisoria no tenía ninguna correspondencia geográfica o histórica: era una raya en el mapa, el paralelo 38. El norte quedó bajo ocupación soviética, el sur vigilado por los Estados Unidos. Ambas potencias acordaron retirarse a la brevedad, y reunificar la península cuando ello ocurriera.

 DIVISIÓN Y GUERRA

En 1948 cumplieron con lo primero, lo segundo resultó imposible: al irse soviéticos y americanos, dejaron a cargo de cada mitad de la península a especímenes que parecen escogidos por Fernández Noroña: en el sur, Sighman Ree, un dogmático que no podía ver el rojo ni en la tapicería; en el Norte, uno de los dictadores comunistas (o de cualquier ideología) más delirantes del Siglo 20, Kim Il Sung (mejor conocido entre la raza como El Gran Líder).

Éste no aceptó que la ONU organizara las elecciones para unificar la península, acusando a la recién nacida organización de ser lacaya del imperialismo y otras linduras; procedió a crear un gran ejército para invadir el sur, y lograr la unificación a la fuerza y a su manera; y cuando obtuvo el permiso de Stalin para efectuar la agresión, no la pensó: el 25 de junio de 1950, el bien armado ejército de Corea del Norte atravesó el paralelo 38 y en unas semanas se engulló un 90 por ciento de Corea del Sur. Ésta apeló a la ONU, que organizó un ejército para defender a un país víctima de una agresión como las que se suponía debía evitar.

Con fuerte apoyo norteamericano, la ONU rechazó a los comunistas, y luego empujó a sus fuerzas hacia el norte. Ello provocó la intervención de Mao y millones de "voluntarios" chinos. La guerra se prolongó durante tres años de desgaste, destrucción y sufrimientos de la población civil. De ésta, se calculan unos 2.5 millones de muertos.

En julio de 1953 se negoció un cese al fuego, y se estableció una zona desmilitarizada (ZDM) que separa a los ejércitos en contención: no hubo un tratado de paz, sólo un armisticio. La ZDM es la línea más fortificada y con mayor concentración de soldados del mundo. En teoría, la guerra puede reiniciarse en cualquier momento.

 'JUCHE'

Corea del Norte se convirtió en un estado ermitaño, totalmente cerrado al mundo. Kim Il Sung promovió un culto a su persona francamente megalomaniaco, y estableció la filosofía del "Juche" o autosuficiencia: Corea del Norte (o la República Popular Democrática de Corea, RPDC, su nombre oficial) se rascaría con sus propias uñas, sin depender para nada del exterior. Al mismo tiempo, se militarizaba a la sociedad, preparándola para la siguiente etapa de la lucha eterna que vaticinara el Gran Líder.

Los resultados eran de esperarse: los niveles de vida de Corea del Norte se quedaron estancados, los militares se llevaban la tajada del león del presupuesto, y la dictadura de Kim Il Sung se hizo cada vez más surrealista: en Norcorea aún se enseña que el Gran Líder nació en una montaña mágica, inventó la televisión (aunque la mayoría de la población no tiene un aparato de ésos) y ha sido el hombre más importante de la historia del mundo. La población de Corea del Norte no sabía del resto del planeta sino lo que le transmitía la propaganda oficial; o sea nada.

Como a todo buen dictador, a Kim Il Sung le encantaban las grandes concentraciones. Pero además, en ellas había que demostrar la disciplina y el orden derivados del "Juche". Así que Norcorea es especialista mundial en tablas gimnásticas masivas y formar gigantescas figuras con cartelones. Todo ello en amplísimas plazas o grandes estadios, en los que media Corea del Norte ve hacer monadas, muy bien sincronizadas, a la otra mitad del país.

Pese al ejército de médicos que lo atendía, Kim Il Sung murió en 1994... lo cual no impide que siga siendo, oficialmente, Presidente Vitalicio de la RPDC. Para refrendar su vocación por el surrealismo, lo sucedió su hijo, Kim Jong Il, quien es llamado El Amado Líder. Por supuesto, éste procedió a crear un culto a su persona semejante al de su padre.

 ENTRE EL HAMBRE Y LAS ARMAS NUCLEARES

En la década de los 90 varias catástrofes naturales azotaron Corea del Norte. Como no se aceptó la ayuda internacional, las estimaciones son imprecisas, pero se calcula que al menos un millón de coreanos murieron de hambre en esa década. Eso no impidió que Norcorea desarrollara su propio programa de armas nucleares. Esto, y tener el quinto ejército más grande del mundo, son las únicas fichas de negociación que le quedan a un régimen cada vez más desesperado, aislado y amenazante.

Debido a su autosegregación, la participación norcoreana en el deporte mundial es escasa y esporádica. Sin duda la máxima hazaña norcoreana en ese ámbito fue cuando, contra todo pronóstico, su equipo semiamateur venció a Italia 1-0 en la Copa del Mundo de Inglaterra 1966. Los "Azzurri" eran favoritos para llevarse la Jules Rimet, pero fueron eliminados por un país asiático desconocido, cuyos jugadores ni siquiera eran profesionales. El autor del gol, Pak Doo-Ik, pasó a ser el proverbial David que había derrotado a Goliat.

¿Repetirán la hazaña en Sudáfrica? Como hemos visto, Corea del Norte es, como diría Churchill, "un misterio envuelto en un enigma rodeado de secretos". Y ello incluye a lo futbolístico. Yo que Brasil, Portugal y Cote d'Ivoire, no me confiaría. No vaya ser que al fantasma del Gran Líder se le ocurra aparecerse en la cancha...

Ah, y el chiste local: ¿Por qué escogieron Torreón como sede del partido? Porque es el único lugar en el que los norcoreanos no querrían desertar. Digo, la ZDM es más segura.

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