Betty Wason escribió más de veinte libros sobre su tema preferido: la cocina.
EL ARTE DE LA COCINA ESPAÑOLA
No me resisto a compartir con los lectores este pasaje del libro que Betty Wason escribió hace más de 20 años.
La escritora norteamericana hizo un viaje especial a España con el único propósito de documentarse para escribir su libro "El Arte de la Cocina Española", y la acompañó su hija Ellen, entonces de nueve años de edad.
Veamos lo que nos cuenta la famosa escritora:
"Una de las comidas más deliciosas que hicimos Ellen y yo durante nuestra visita a España, fue en un pequeño restaurante en el pueblo de Berriz, no lejos de Bilbao. Nunca hubiéramos pensado en llegar a ese pueblo si Frank Howell, el gerente de la Trans World Airways de Madrid no nos hubiera recomendado la "Casa Julianchu".
Íbamos de regreso a San Sebastián, procedentes de Santander, cuando fuimos a Berriz. El camino pasa por bellísimas montañas que se elevan desde el Atlántico. El camino iba a la orilla de un precipicio, tan alto y directamente sobre el mar, que podíamos ver cómo se rompían las olas allá abajo. De cuando en cuando aparecían playas en forma de media luna, con entradas como de fiords entre las olas.
Cuando nuestro chofer localizó la Casa Julianchu, fue evidente que le extrañara nuestra elección, ya que el lugar no era famoso ni tenía buena apariencia. Era domingo y entramos por la cantina, en donde había tantos hombres tomando el aperitivo que apenas pudimos pasar al comedor. Para llegar a éste había que pasar por la cocina, una habitación impecablemente limpia, en donde se veían las cacerolas sobre una estufa blanca.
Frank nos había recomendado que pidiéramos "Filetes a la Julianchu", y lo hicimos después de encontrar a un nativo que hablara inglés y nos sirviera de intérprete, y lo oímos pedir "Chuletas" en nuestro nombre.
Mi hija, que se impacientó mientras nos traían la comida, se salió a un pequeño pórtico en donde estaban soplándole a un bracero de carbón, y observó fascinada cómo asaba el propietario unos enormes filetes de ternera, de casi siete centímetros de grueso. Venía la niña y me contaba cómo iba avanzando nuestra comida, mientras entraba al comedor el olor de la carne asada.
Entretanto, nos sirvieron un consomé de pollo con fideos, sencillo pero absolutamente perfecto. Con los filetes comimos papas enteras y una ensalada también sencilla, pero perfecta. Las verduras estaban muy frescas, y sólo les pusimos aceite de oliva y vinagre, con un toque de cebolla rebanada para endulzar. La ensalada quedó tan como deben quedar las ensaladas.
El postre también fue memorable: helado hecho en casa, suave y con olor a vainilla, y un pastel relleno de dátales, con merengue dorado por encima.
Fue una comida memorable y un paseo magnífico, que tanto a mí como a Ellen nos encantó y recordamos a menudo".
La escritora falleció en febrero del 2001, a los 88 años de edad en la ciudad de Seattle, Washington, a donde había mudado de la Florida para estar cerca de su hija Ellen y de su nieto. Fue corresponsal de guerra, comentarista en radio y televisión, y escribió más de veinte libros sobre el tema que más le gustaba: la cocina.