El disidente cubano Guillermo Fariñas cumplió ayer 100 días en huelga de hambre y sed, mientras el Gobierno y la Iglesia católica de Cuba llevan a cabo un diálogo sobre los presos políticos, ante el que se declara "escéptico" aunque dispuesto a abandonar su ayuno si hay avances sustanciales.
"Coco" Fariñas inició su huelga el 24 de febrero para pedir al Gobierno de Raúl Castro la liberación de 26 opositores presos enfermos. Lo hizo un día después de la muerte del disidente preso Orlando Zapata Tamayo en La Habana, tras un ayuno de 85 días.
Después de sufrir dos colapsos que lo dejaron en inconsciente, fue ingresado el 11 de marzo en un hospital de Santa Clara (centro, su ciudad de residencia) donde permanece internado y, en los últimos días, a la espera de resultados de la mediación de la jerarquía católica cubana ante el Gobierno en favor de los presos políticos.
Así, Fariñas ha pasado la mayor parte de su huelga en el hospital, atendido por médicos del sistema de salud cubano y donde recibe medicación y alimentación parenteral.
A lo largo de su protesta, el periodista independiente y psicólogo de 48 años declinó una oferta de asilo de España y se mostró intransigente ante los pedidos de otros miembros de la disidencia cubana para que dejara la huelga.
No obstante, su postura se ha matizado ligeramente tras las perspectivas abiertas con las conversaciones entre la Iglesia y el Gobierno.