Cuando escuché el exhorto del presidente Calderón para aplicar la autorregulación en los medios pensé que esta propuesta deberá fundamentarse en dos ejes sustantivos: libertad y responsabilidad, sin desconocer la frágil línea que la separa de la censura. Guiada, pues, por esta certeza, me incliné hoy por abrir un paréntesis y abocarme a compartir con mis amables lectores un tema sobre los derechos humanos tan invocados como violados en un porcentaje importante de naciones.
En marzo de 1976 las Fuerzas Armadas de Argentina derrocaron al Gobierno constitucional mediante un Golpe de Estado que sembraría el terror a través del secuestro, la tortura y la desaparición de más de 30 mil personas de diversas edades. Algunas fueron mujeres embarazadas cuyos hijos se convirtieron en "botín de guerra" y que en cientos de casos fueron entregados a las familias de los propios represores, despojados de su identidad y del derecho a vivir con sus parientes consanguíneos.
Esta elevada incidencia de apropiación de infantes dio origen a la organización de las Abuelas de Plaza de Mayo, que desde 1977 trata de localizar y restituir a sus legítimas familias a muchos de los niños secuestrados y desaparecidos por la represión política. Ninguna acción o amenaza las ha detenido en su afán de buscar a los hijos de sus hijos e investigar las denuncias de los allegados, en una tarea con tintes detectivescos que incluso consiguió que se instaurara el Banco Nacional de Datos Genéticos para determinar científicamente "el factor de abuelidad" a través del análisis del ADN. Gracias a su tenacidad y valentía la Abuelas han logrado ubicar a más de 100 personas.
A pesar del dolor de muchos y de los perdones y puntos finales que han emitido los gobiernos latinoamericanos ante los crímenes, la impunidad y el silencio sistemáticos, surgen nuevas esperanzas cuando conocemos casos de éxito y se logra el reencuentro de las familias por caminos que no hace mucho tiempo nos parecían inexplorados.
Es el caso de Javier Vildoza, de 21 años, que como muchos en su generación comparte el interés por las computadoras y es asiduo del Internet. Fue precisamente en la Red donde las Abuelas insertaron una página para registrar los datos de la filiación e identidad de las personas buscadas, recurso cuya efectividad quedó demostrada cuando Javier, con extremo sigilo, solicitó un examen genético cuyo resultado habría de cambiar su destino al localizar a sus abuelos.
Navegando para informarse de esa aciaga etapa histórica de su país, Javier había encontrdo el nombre de quien se ostentaba como su padre, ex miembro de la ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada), célebre institución militar donde fueron aniquilados y desaparecidos miles de argentinos de todas las edades. Este joven observó que numerosas familias buscaban a las criaturas nacidas en ese centro de detención; asoció su fecha de nacimiento con el puesto que ocupaba su padre adoptivo y las acusaciones que sobre él pesaban, entre ellas la apropiación de infantes, lo que despertó dudas sobre su origen. Esto culminó con el reencuentro, con dos ancianos cuya búsqueda nunca cesó. La reunión de la familia y la cercanía con el nieto motivó que disminuyera la pena por la pérdida; en cierta forma restauró a los hijos perdidos y forjó nuevas esperanzas de vida.
Las Abuelas han sacado de la oscuridad a miles de jóvenes argentinos que han recurrido a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad en busca de sus orígenes. El impacto de esta tarea en la esfera nacional e internacional ha reunido a miles de voces para postularlas ante el Comité Noruego del Premio Nobel de la Paz 2010, cuya votación se realiza en octubre y es entregado el mes de diciembre en la ciudad de Oslo.
El poeta Juan Gelman, uno de los más reconocidos en Hispanoamérica, nacido en Buenos Aires y cercano a los ochenta años de edad, vivió una historia semejante: pasó décadas tratando de localizar a su nieta -que ahora se llama Macarena Gelman-, a quien encontró en Uruguay y cerró así una dolorosa etapa que hoy lo impulsa a contribuir para rescatar "la memoria histórica para poder limpiar el pasado y abrir las puertas al futuro"
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COROLARIO
Esta semana en la ciudad de Córdoba, Argentina, se celebró el juicio contra el ex dictador Jorge Rafael Videla y otros 25 represores acusados por delitos de lesa humanidad tras el asesinato de 30 presos políticos y la desaparición de más de 300 de origen español. Por eso estuvo presente Baltasar Garzón, lo que motivó que Videla abandonara el recinto donde se celebraba el proceso. Familiares y amigos de los detenidos increparon a Garzón y a modo de ofensa lanzaron gritos a favor de la dictadura franquista.
Baltasar Garzón, actualmente asesor de la Fiscalía en la Corte Penal Internacional de La Haya, declaró ante la prensa: "Argentina está dando un ejemplo al mundo. Demuestra que no se rompe una sociedad por estos juicios, sino que se refuerza." En cuanto a la postulación de las Abuelas de Plaza de Mayo para el Premio Nobel de la Paz, consideró que "ya está ganado, suceda lo que suceda".
Los incidentes confirman que todavía tenemos un largo camino por recorrer y no hemos logrado derribar las resistencias e intereses que siguen privando para crear una verdadera conciencia sobre la cultura de los derechos humanos.
Bbarrosh@yahoo.com.mx