Comentábamos el pasado jueves, que no conocimos a Babe Ruth, uno de nuestros grandes ídolos deportivos, pero sí conocimos y tratamos a quien siguió sus pasos e igualó y superó sus hazañas en los diamantes, o sea, a Henry Luis Aaron, conocido mundialmente como Hank Aaron.
Esto ocurrió por los años noventas, cuando, invitados por Jorge Duéñez Zurita, presidente del Unión Laguna, asistimos a la Convención del Beisbol Organizado, efectuada en Atlanta, Georgia. Una noche nos invitaron a una cena que daban los Bravos, donde estarían legendarias figuras.
Ya en el evento, Memo Garibay nos dijo: "Venga mi Lic., voy a presentarle a Hank Aaron, que ha sido el gran ídolo en este equipo". Sencillo, amable resultó Hank, con gusto accedió a platicar con nosotros, sobre todo cuando le dijimos que había sido el beisbol el que cambió nuestra vida.
Le comentamos que en nuestro pueblo natal escuchábamos por radio lo que ocurría en el Estadio de la Revolución, cuando jugaba el Unión Laguna, y Hank dijo de pronto, "el equipo de Marthin Dhigo y de Walter Buck Leonard". Memo feliz le ampliaba los conceptos.
Hank, la gran leyenda estaba ahí junto a nosotros. Nacido el cinco de febrero de 1934 en Mobile, Alabama, fue también conocido como "El Martillo" y tardaría 33 años en superar la marca de 714 cuadrangulares dejada por Babe Ruth para establecer la suya, que fue de 755.
Después de ayudar a los Payasos de Indianápolis a ganar una Serie Mundial de la Liga Negra en 1952, buscó ingresar con los Dod-gers de Brooklyn, pero no fue aceptado. Ese mismo año los Bravos de Boston adquirieron su contrato por 10 mil dólares, y sería con los Bravos de Milwaukee donde jugaría su primer partido en las Mayores.
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