Seamos claros y precisos: se ha ganado una gran batalla, mas no la guerra. A pesar de esa inolvidable y contundente goleada al Morelia, aún no se deben echar las campanas a vuelo ni alborotar y distraer mucho a técnico y jugadores santistas, falta el toque final, el maestro, el definitivo.
Que todo lo anterior, especialmente esa eliminatoria de Monarcas, con goles al por mayor, sirva a todos, especialmente al señor Rubén Omar Romano, su cuerpo técnico y sus jugadores para que sigan inspirados, motivados y convencidos de que pueden ser campeones nuevamente.
Con este equipo, con estos jugadores, queda muy aceptado el famoso dicho futbolero que dice que la mejor defensa es el ataque. A este equipo no le queda, no le acomoda, no le sale echarse para atrás a esperar al rival, por el contrario, hay que ir por él con todo, porque hay guerreros para ello.
Usted vio el partido de ida y de vuelta de semifinales entre Toluca y Pachuca. Ambos batallaron para meter goles. En el de vuelta, Pachuca estuvo arriba una y otra vez, dominando al conjunto rojo, pero no pudo anotar un solo gol que lo volviera a meter en la pelea.
Santos, sin lesionados, con gente como Fernando Arce, que regresó a los primeros planos, con "Guty" Estrada en plan de gigante a la defensiva y a la ofensiva, con Oribe Peralta como lo soñó y lo formó Salvador Necochea, con Darwin Quintero metido por fin en el juego de conjunto, se tiene todo para ganar.
Así pues, en el juego de ida debe estar presente el jugador número doce, apoyando, abrumando al rival rojo, para ir a la Bombonera, ese incómodo estadio, sólo a terminar la faena y conseguir así el cuarto campeonato fuera de casa, porque los tres anteriores fueron logrados en el viejo Corona, ante Necaxa, Pachuca y Cruz Azul.
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