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De escritores para escritores

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Luis Guillermo Hernández Aranda

Sin duda todos aquellos que han publicado literatura sueñan con ganar alguna vez un reconocimiento. Tal vez el más anhelado por la mayoría de los escritores mexicanos sea el premio Xavier Villaurrutia.

El premio Xavier Villaurrutia es uno de los honores literarios más codiciados y ello tiene una explicación sencilla: es una distinción de escritores para escritores. Su jurado está integrado por literatos con trayectoria, que además han obtenido el galardón en alguna de sus emisiones previas.

“Un aspecto destacable de este premio es que quienes lo entregan son los mismos escritores y ponerlos de acuerdo de por sí significa un reto; que la obra de un colega los reúna y haga que superen puntos de vista, diferencias ideológicas y demás, es un valor agregado. Por eso el Villaurrutia se ha convertido en uno de los reconocimientos más importantes de la literatura mexicana”, comenta el creador lagunero Saúl Rosales.

En este punto coincide el autor de El principio del terror, Jaime Muñoz Vargas, quien destaca que alrededor de esta presea se dejan de lado los egos. “El premio Xavier Villaurrutia es uno de los que más prestigio da a quienes lo reciben. Tiene el plus de adjudicarse dentro de la misma comunidad literaria, eso implica que se dejen atrás los celos, envidias y conflictos que a veces habitan entre los escritores, lo cual hace que el ganador se sienta muy orgulloso”, reflexiona.

El certamen se fundó en 1955 por iniciativa del crítico Francisco Zendejas. En un inicio se pensó que llevara por nombre el de Alfonso Reyes, pero éste prefirió que el honor fuera para otro creador mexicano, gloria que finalmente recayó en el poeta, dramaturgo y crítico Xavier Villaurrutia, quien había muerto cinco años antes.

Contemporáneo de Salvador Novo, Villaurrutia innovó la forma de hacer poesía en México, teniendo como tema recurrente a la muerte pero sobre todo a la técnica surrealista, en otras palabras el uso de la inconsciencia en la asociación de ideas. Publicó sus primeros versos a los 16 años, de ahí que cuando cumplió los 20, la suya era ya una de las plumas más reconocidas. Su legado posee el carácter de universalidad que Reyes sugirió debía tener la obra de quien fuera elegido para bautizar el nuevo galardón.

Desde su institución este premio ha tenido como objetivo “estimular, apoyar y difundir las letras mexicanas”, así como la creación de autores latinoamericanos con la única condición de que el material distinguido haya sida editado en México.

“Una de las cosas más trascendentes que tiene el Villaurrutia es el carácter nacionalista, es decir la posibilidad de reconocer la carrera de un escritor mexicano y consagrarlo dentro en las letras nacionales, es por ello que algunos ganadores han admitido públicamente que es su máximo logro, aun cuando han recibido otros más importantes”, afirma Saúl Rosales.

LA DIVERSIDAD DE AUTORES

Fue Juan Rulfo por su novela Pedro Páramo el primero en conseguir el premio Xavier Villaurrutia. En los siguientes años ha sido entregado a exponentes de las más diversas corrientes. Octavio Paz, Carlos Fuentes, Efraín Huerta, Juan José Arreola y Vicente Leñero son sólo algunos de ellos.

“Lo han recibido escritores de diferentes ideologías, de derecha, izquierda, y centro, con y sin actividad política; pero más aún, lo han obtenido poetas, novelistas, ensayistas y dramaturgos, es un premio que va más allá incluso de los géneros literarios. Es tan importante que en algunas ediciones ha distinguido a varios literatos de un solo golpe”, comenta Jaime Muñoz.

Sin embargo no todos los creadores están de acuerdo con esta singular presea, e incluso cuestionan su calidad. Por ejemplo en 2004, cuando lo obtuvo Christopher Domínguez Michael por su obra Vida de Fray Servando, el narrador y periodista Paco Ignacio Taibo II declaró al periódico La crónica de hoy, del Distrito Federal: En el mejor de los casos (Domínguez Michael) es un crítico mediocre y en ese sentido es muy coherente que el aparato que entrega los premios en este país lo galardone, porque ese aparato está conformado por un séquito de lambiscones que se autopremian.

Codiciado por unos y desdeñado por otros, actualmente el Villaurrutia continúa reconociendo autores; está a cargo de la Sociedad Alfonsina Internacional y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Instituto Nacional de Bellas Artes. En su última edición (2009, con resultados dados a conocer a principios de este año), fue concedido a Tedi López Mills (1959) por su libro Muerte en la rúa Augusta.

Además del prestigio, el premio Xavier Villaurrutia va acompañado de un cheque de 200 mil pesos.

Correo-e: lharanda@elsiglodetorreon.com.mx

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