EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

De fiesta en fiesta

ADELA CELORIO

Después de unos días decididamente invernales, una magnifica temperatura apoyó las verbenas populares y los eventos folclóricos y culturales que en franca competencia por mantenernos entretenidos y contentos, organizaron el Gobierno Federal y el del D.F. el pasado fin de semana. Ferias, exposiciones, la reinauguración del Palacio de las Bellas Artes que inaugurado en 1934, hubo de ser sometido a una cirugía mayor para dejarlo hecho un joven e imponente palacio; que digan lo que digan sus detractores, dignifica y embellece el centro de la ciudad y promueve lo más exquisito del alma mexicana. Cuauhtémoc Cárdenas y Marcelo Ebrard, muy cuates ellos, se lucieron en el también restaurado Monumento de la Revolución con discursos y pronunciamientos con miras a la carrera presidencial. Los chorros coloridos que danzaban en las fuentes que circundan ahora el monumento reinaugurado, deslumbraron al público que a pesar del tránsito totalmente colapsado, pudo llegar hasta allá. Parece que de pan no andamos muy suficientes, pero por falta de circo no nos podemos quejar, la ciudad va de fiesta en fiesta y no es cosa de andar escatimando los millones, al cabo que para eso está el contribuyente. Usted pague y cállese, que nadie le está preguntando.

Pero en esta capital hay público para todo, y yo la verdad preferí aprovechar el sol dorado del domingo para llevar a mi chiquillerío a la Filij (feria del libro infantil y juvenil), que instalada en el Centro de las Artes, ofreció a varios miles de niños un amable encuentro con la literatura, y la oportunidad de disfrutar de la cercanía y la amistad siempre fiel de los libros. "Cómpramelo porfa" pedía un chiquillo entercado con un tomo de "Harry Potter" en la mano. Está muy caro, mejor se lo pides a Santa Clós, le respondió el padre. Mientras me abría paso entre la multitud, porque ya se sabe que en esta capital todo es tumultuario, pensaba que ese es el México que hay que cultivar, el que hay que promover, en el que hay que invertir. En el México de los niños, de los libros, de la música y el arte. Algún día tendremos también que rescatar para ellos las aulas y el magisterio secuestrados hace tantos años ya por la incombustible maistra, quien por cierto, ahí donde la gente tiene la educación y la cultura, ella sólo tiene un muñoncito.

Pero hoy no quiero ocuparme de lo sórdido, que de eso ya tenemos bastante, sino de los ciudadanos esforzados que no pierden la fe y mantienen vivo a nuestro país, a pesar de los narcos y los diputados; a quienes antes de permitirles tomar posesión del cargo, deberían exigirles al menos que tengan la primaria terminada. Pero como ya dije antes, hoy se trata de echar fuera la mala vibra, de no lastrar más a nuestra matria con comentarios negativos, y de que niño a niño, libro a libro, empecemos a sembrar las semillas del país que queremos cosechar.

Y ya que hablo de cosecha, este jueves se celebra en Estados Unidos el "Día de Gracias" en que con satisfacción y plenitud, nuestros vecinos elevan sus corazones para agradecer al Creador por todo lo bueno que han recibido durante el año. Contra sus relajados hábitos alimenticios y su fast food, para esta celebración que es para ellos la más importante del año, las mesas se cubren con mantel, se embellecen con reluciente cristalería, y se dispone la vajilla reservada especialmente para esta gran ocasión. En el horno suele haber un pavito y con una especial euforia en el alma, el ama de casa se prepara para recibir a la familia y a los amigos con el corazón de par en par. Desde luego se trata de una tradición que nada tiene que ver con lo nuestro, pero si no tenemos inconveniente en vestirnos de mamarrachos en Halowen, bien podríamos dedicar un día al año para agradecer por las mañanas y las noches, por las uvas y las manzanas. Seguramente algún lector perderá la paciencia y se estará haciendo la pregunta que me hacen en cuanto no cumplo con mi costumbre de quejarme.

¿Qué razón tenemos para agradecer los mexicanos? a lo que yo podría responder muy ampliamente, pero para no excederme, puedo decir que en lugar de hacer el recuento de todo lo que nos falta, podríamos hacerlo de todo lo que sí tenemos. Nuestros mercados rebozan de frutas y en las panaderías hay pan. En las fábricas y en los talleres las máquinas rugen al menos ocho horas diarias; y casi podría apostar a que usted que está leyendo esta nota con cierto escepticismo, se baña cada mañana con agua caliente sin que jamás se le ocurra agradecer por ese privilegio; sin embargo, maldice el día en que por las razones que sean, se tiene que bañar con agua fría. Lo bueno lo damos por hecho y en cambio tenemos una gran disposición para estarnos queje y queje.

Adelace2@prodigy.net.mx

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 578141

elsiglo.mx